Sociedad y Justicia
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Las independientes preparan contraofensiva ante nuevo intento oficial de reglamentar su trabajo

El gobierno también es lenón, dicen sexoservidoras del DF

No nos queda más que resistir; nuestras familias no saben de dónde llega el dinero, señalan

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Trabajadoras sexuales de la capital del país pugnan por mantener su independenciaFoto María Luisa Severiano
 
Periódico La Jornada
Domingo 8 de noviembre de 2009, p. 31

Empoderamiento. Para María del Rocío es casi una palabra mágica: el mejor regalo que me ha dado el movimiento, la llave que le abrió la puerta a una existencia en la que aprendí a quererme y valorarme así como soy, a llevar con orgullo mi oficio de trabajadora sexual, sin vergüenza ni culpa.

Es una de las pioneras del grupo de las independientes, que empezó a gestarse en 1999. Su lucha por liberarse del control de los padrotes y la policía en la calle de Sullivan fue cruenta. Primero fue a dar al hospital, por una paliza brutal. Luego a la cárcel: “Los patrulleros me dijeron: ‘te perdonamos que no nos des cuota, pero a cambio acomódanos a los clientes para llevarlos a los cajeros automáticos’. ¡Peor tantito! Me negué. Pagué mi negativa con dos años en Santa Martha Acatitla, acusada falsamente de robo”.

La autonomía conquistada por las mujeres y travestis que participan en el grupo de las independientes es algo que no están dispuestas a perder, por lo que la proximidad de un nuevo debate por la regulación del comercio sexual en el Distrito Federal les ha disparado nuevamente las alertas. Y se preparan para la contraofensiva.

Todas están en contra

Martes 20 de octubre. Reunión de independientes en Casa Talavera, un espléndido claustro monacal del siglo XVIII donde la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) les abre las puertas incondicionalmente. La consejera jurídica del gobierno del DF, Leticia Bonifaz, ha puesto sobre la mesa el debate sobre la posibilidad de un nuevo reglamento para el sexoservicio en la capital. Las organizaciones de calzada de Tlalpan, Sullivan, La Merced y algunas de la Buenavista han entrado a la consulta. A la reunión llegan casi 25 independientes, la mayoría travestis.

Una por una toman la palabra. Todas están en contra. Estas son sus objeciones:

En primer lugar, no vamos a aceptar un padrón. La mayoría de nosotras estamos en este trabajo sin que nuestras familias sepan de dónde llega el dinero. Nuestro anhelo es un día poder salir de esto. ¿Cómo vamos a dar nuestro nombre verdadero en un padrón de sexoservidoras?

Otra voz: Tampoco estamos de acuerdo con que nos impongan horarios. Nosotras conocemos nuestras necesidades y nuestras posibilidades. Restringir horarios y zonas sólo va a dar pie a más extorsiones. Voto en contra. Además –tercia otra– el sol sale para todos.

Tampoco están dispuestas a pagar cuotas: Hasta el gobierno es un lenón, dice un travesti. Todas coinciden en esta percepción acerca de la autoridad.

“Ya dimos el primer paso: liberarnos de las madrotas, los padrotes, los representantes de las organizaciones. Nosotras somos su gran negocio”.

Los rostros alrededor de la mesa hablan de la diversidad en el oficio: caras desveladas o ya listas para el trabajo; chicas y mujeres maduras con las luces y sombras del maquillaje, polvos que en algunos casos no llegan a ocultar algún moretón en un ojo, una cicatriz en la mejilla, travestis con cirugías estéticas, jóvenes que apenas empiezan a hormonizarse y llevan mal la peluca, hombres mayores que dominan el travestismo a la perfección, madres con sus niños en brazos… vienen del Templo de San Hipólito, de Plaza de Loreto, de La Merced y Tacuba, del Eje 6 y hasta de Ixtapalapa, del Chopo y de calzada de Guadalupe.

Ejercer de independientes puede costar muy caro. Mónica lo sabe muy bien. Tuvo su primer hijo a los 13 años y su segundo a los 14. Su hombre, un adicto, la golpeaba y prostituía. A los 15 años huyó con dos niños en los brazos. Su primera madrota, Angie, en el parque de San Fernando –en la Guerrero–, era muy agresiva. Pero la dejaba trabajar en su pedazo si le daba para su botella. Dos veces he estado a punto de ser asesinada. Fui muy golpeada, pero yo también di muchos golpes. Hasta el 2004, cuando se dio su encuentro con las independientes y en un taller de derechos humanos encontró nuevos conceptos:

Derecho a no ser golpeada, derecho a ser respetada aunque trabaje en esto, derecho a cobrar por vender mi cuerpo y a no pagar por mi trabajo.

Dice La Chiapaneca: “Entre nosotras hay un dicho: nosotras mismas hacemos nuestros padrotes o madrotas porque buscamos la protección, la dependencia. Hasta que un día desperta- mos y nos damos cuenta que somos fuertes y capaces. Nuestra fuerza radica en que estamos juntas y que cada vez somos más”.

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Trabajadora sexual del grupo llamado AdelitasFoto María Luisa Severiano

Y Antonia: “¿Qué van a reglamentar? Padrón, controles, cuotas. Todo va a ser doble extorsión”.

Pregunta Denis: ¿Y qué pasa si las otras aceptan la reglamentación y nosotras no?.

La abogada Margarita García diagnostica: Las organizaciones y las representantes no van a dejar el negocio, van a entrar a la negociación y van a afinar sus controles. En otros momentos, con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, propusimos al entonces secretario del Trabajo, Benito Mirón Lince, registrarlas como trabajadoras no asalariadas, no quisieron. Ahora, las que quedemos afuera de la reglamentación vamos a ser las indocumentadas, las mojadas del comercio sexual. No nos queda más que resistir.

Operativo

Viernes 9 de octubre. Nueve de la noche. Desde su rincón, los oaxacos –un grupo compacto de travestis– espían inquietos la avenida iluminada a ratos por las luces rojas y azules de las patrullas. Pero hasta ese momento la jornada parece tranquila. Algunas mujeres salen de las sombras para comentar las redadas de los días pasados. Las de la víspera fueron durísimas. Hubo cinco operativos, desde las tres de la tarde hasta las tres de la madrugada.

“A mí me subieron –dice Isabel–, pero qué crees, que ando bien mala de gripe, traía fiebre y los polis me bajaron antes de llegar a la delegación por miedo a que los fuera a contagiar”.

Míriam no tuvo esa suerte. La remitieron. La sanción por falta administrativa es de 605 pesos o 13 horas de reclusión. Tuvo que pasar la noche en las galeras. Eran 28 chicas. Ya bien tarde bajó el juez, venía tomado. Me propuso pasarme a una celda sola y satisfacerlo para dejarme salir. Lo mandé a volar. Pero estuvo fregando toda la noche.

Cuando cae una de las independientes se corre la voz. Algunas buscan cobijas y comida. Otras se van a resolver cuestiones familiares, ver por los niños que esa noche se quedarán solos, sin que su mamá vuelva a casa después de trabajar.

En otro punto, Alegría, que hace honor a su nombre con su sonrisa, bendice su suerte porque hasta ahora no ha caído. Mientras platicamos se aproximan sigilosos 15 policías uniformados de negro. Antes de poder reaccionar interrumpen la entrevista, nos rodean e intentan aislar a Alegría. Hay forcejeos y el oficial del operativo, Raúl Ruvalcaba, amenaza con remitir a la asesora de la organización, Adela, por obstrucción de la justicia. En un movimiento sincronizado, las mujeres policías nos empujan mientras dos hombres toman a la chica de los brazos, le aplican una llave y la arrastran hasta la camioneta donde unas 15 trabajadoras observan un nuevo arresto.

Minutos después, un grupo variopinto de sexoservidoras –hombres y mujeres– comparece ante el médico del turno nocturno del juzgado Cuh-2 de la delegación Cuauhtémoc. La Charo, un travesti rubio, ataviado de encajes negros, es el primero en salir. Por razones humanitarias, chula. Le expliqué al médico lo de mi operación y que traigo la bolsa de la diálisis. Me voy, preciosas, a ver si consigo aunque sea un servicio, para poder merendar.

Claudia está muy golpeada. “Cuando vi venir a los policías corrí para meterme en el hotel Américas. Ya estaba adentro cuando uno me tacleó. Me caí de cara –tiene una ceja inflamada–, y ya en el piso entre varios me patearon los brazos, las piernas. Me jalaron de los pies para arrastrarme hasta la patrulla”.

Alguien telefonea a dos aliadas del movimiento: Marta Lamas y Jesusa Rodríguez. Se mueve una orden desde el gobierno del Distrito Federal. El operativo carece de sustento jurídico porque el efecto de la queja ciudadana del representante vecinal David Mondragón prescribió la noche anterior. Hoy, por única vez y exclusivamente, vamos a dejar salir a estas personitas, resuelve el juez. A cambio pretende que firmen una hoja en blanco. Cerca de las 2 de la madrugada, finalmente salen todas.

Alegría se despide. Se va a su esquina, a ver si todavía logra un par de servicios que le permitan reponer el tiempo perdido. Claudia, que apenas puede caminar por los golpes en las piernas, se va con la abogada y la asesora al Hospital de Xoco. Con la constancia médica irá al día siguiente a levantar una queja ante la Comisión de Derechos Humanos del Distrigo Federal.