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Celebra Berlín 20 años de la caída del Muro

Una conferencia de prensa precipitó el vuelco en la antigua RDA el 9 de noviembre de 1989

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Berlineses del oeste ayudan a los del Este a cruzar el Muro que dividió esa ciudad alemana desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. La imagen fue captada el 10 de noviembre de 1989Foto Ap
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 9 de noviembre de 2009, p. 30

Berlín, 8 de noviembre. Fueron las preguntas del corresponsal de la agencia italiana Ansa, Riccardo Ehrman, las que precipitaron la caída del Muro de Berlín.

Durante una conferencia de prensa encabezada por el responsable de medios de comunicación del Comité Central del Partido Socialista Unificado de Alemania (SED), Günter Schabowski, éste anunció una nueva ley bajo la cual los alemanes orientales podrían salir del país sin visa.

Ehrman preguntó si la nueva ley tendría vigencia para la frontera occidental, a lo que Schabowski respondió: sí, para todas las fronteras. Le inquirió que a partir de cuándo. El señor Schabowski, algo nervioso, revolvió sus papeles y dijo: según lo que tengo entendido, inmediatamente. Sus palabras eran transmitidas en vivo por la televisión de la entonces República Democrática Alemana (RDA) y tuvieron un impacto inmediato. A las 19:05 de ese 9 de noviembre, la agencia Ap anunció: La RDA abre sus fronteras. La noticia prendió como reguero de pólvora por el mundo entero.

El politólogo español Ignacio Sotelo, catedrático de la Universidad Libre de Berlín, quien vivía en la parte occidental desde hacía 20 años, se enteró del suceso por la llamada de una estación de radio que quería entrevistarlo. Mi primera respuesta fue darles las razones por las cuales eso era imposible, afirma.

“Sabíamos que iba a haber cambios importantes y uno clave tenía que ver con una ley para que los ciudadanos de la RDA pudieran viajar a lo que ellos llamaban el ‘extranjero capitalista’, sobre eso negociaban los dos estados alemanes, pues el mayor temor de Alemania occidental era una invasión de dos millones de refugiados en una noche, que hubiera tenido un altísimo costo humanitario y económico para ambos países.

El temor estaba bien fundado. Además, lo que convenía era que una Alemania unida tuviera dos economías que funcionaran, por tanto, yo estaba convencido de que el muro no se abriría, sino que se darían normas para que pasara la gente poco a poco, subraya.

En unos cuantos meses, a partir del verano de 1989, el país perdió 4 por ciento de su población. El éxodo masivo de alemanes del Este, que se refugiaban en las embajadas de Alemania occidental en Budapest, Praga y Varsovia, así como las manifestaciones callejeras, ejercieron una presión creciente sobre el régimen.

El momento crucial fue cuando Mijail Gorbachov advirtió que no habría intervención soviética en ninguno de los países orientales. Las manifestaciones en la Alemania oriental fueron creciendo a partir de octubre y no sólamente no intervino la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, sino que advirtió a Berlín que si había represión militar, Moscú se pondría del lado del pueblo, afirma Sotelo.

La estocada mortal al sistema se produjo el 7 de octubre de 1989, durante las celebraciones del 40 aniversario de la RDA, cuando tuvo lugar una gran manifestación que rodeó el Palacio de la República en Berlín oriental, la cual fue reprimida con violencia.

Decenas de miles gritaban ¡Gorbi, Gorbi, queremos libertad! A los pocos días, Honecker fue obligado a dimitir, había ganado un movimiento popular que no se habría dado si la URSS hubiera querido impedirlo, como lo hizo en 1951 en Berlín, en 1956 en Hungría y en 1968 en Checoslovaquia, recuerda.

El Muro de Berlín fue construido, literalmente de la noche a la mañana del 13 de agosto de 1961 por el politburó de la entonces RDA, para contener la creciente migración de la población germano oriental hacia la parte occidental de Berlín. Aquella línea divisoria de 43 kilómetros de largo, vigilada por soldados fronterizos y tanques de guerra, fue el epicentro de la confrontación entre dos super-potencias e ideologías irreconciliables durante la guerra fría, donde se estima que murieron más de 200 personas durante los 28 años que estuvo en pie.

Las palabras de Schabowski son ahora llamadas el error más hermoso de la historia, pues lo que el politburó quería era abrir una válvula de escape y mejorar su imagen en el exterior, pero de ninguna manera acabar con el muro. Pero aquella noche la noticia era comentada en la radio y la televisión, lo que animó a cientos de miles de berlineses a acercarse y ver que pasaba en los puestos fronterizos, que hasta entonces sólo eran utilizados para pasar de un lado a otro de la ciudad por diplomáticos y privilegiados. La presión de la multitud acabó doblegando a los soldados fronterizos, que no habían recibido instrucción alguna. Las imágenes de miles de personas trepadas sobre aquel paredón, se han convertido en un símbolo comparable a la toma de la Bastilla en Francia o el ataque al Palacio de Invierno en San Petersburgo, que dio inicio a la revolución rusa.

Estos días Berlín celebra aquella fecha que ha marcado el destino de los alemanes y ha levantado el muro de nuevo, pero con gigantescas y coloridas fichas de dominó colocadas a lo largo de dos kilómetros por donde pasaba la muralla de cemento. La fila de mil fichas se desplomará aludiendo al efecto dominó que provocó su caída, el 9 de noviembre de 1989, que no sólo dio paso a la reunificación alemana, sino también marcó la muerte de una utopía, para muchos pesadilla: el fin del comunismo y el desplome del imperio soviético.