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Los liberales se encaminan a una gran derrota, según las últimas encuestas

Monta el gobierno de facto escenario de miedo para las elecciones presidenciales en Honduras
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El presidente Manuel Zelaya dialoga en la embajada de Brasil con la embajadora colombiana Sonia PereiraFoto Ap
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Periódico La Jornada
Sábado 14 de noviembre de 2009, p. 20

Tegucigalpa, 13 de noviembre. Vienen las elecciones del miedo. El gobierno de facto monta un show que mete miedo y después acusa a la resistencia de crear miedo. El guión del día se cumple así: a medianoche, una avioneta sobrevuela el sur de esta capital y lanza una bomba en las cercanías de la bodega donde se guarda la papelería electoral.

Los matutinos convierten el asunto en el escándalo diario. Las primeras declaraciones de la policía indican que la detonación fue en el cielo, según testigos. El vocero de la policía, Orlin Serrato, dice que la explosión es sólo una hipótesis, ya que buscaron por todos lados y nada hallaron.

Si bien es una hipótesis todo apunta a que es una realidad, suelta el reportero de Canal 5 frente a la cámara.

En vivo aparece el magistrado del Tribunal Supremo Electoral hondureño, Enrique Ortez, para decir que obviamente esto es parte de un plan con el objetivo de causar temor en la población para que no se acerque a las urnas el próximo 29 de noviembre.

La cámara entra a la bodega: ni rastro de explosión alguna. El personal trabaja normalmente armando los paquetes electorales, recién guillotinados para quitar la fotografía del ex candidato independiente Carlos Reyes, quien se retiró de la contienda para no avalar la perpetuación del golpe de Estado por la vía electoral.

Un ciudadano llega en su camioneta. En la cabina de carga lleva los restos, dirá después el vocero policiaco, de un lanzagranadas RPG-1, que es un arma de uso exclusivo de Nicaragua.

Sin más datos, el coronel Méndez, presente en el lugar de los hechos, regaña al ciudadano que levantó el artefacto y de paso señala a la famosa resistencia como la culpable. Esa gente no tiene corazón, son criminales, son asesinos, no les importa la vida de la población, asegura.

Aunque la bodega electoral está intacta y en las primeras horas no se sabe ni dónde supuestamente estalló la granada, los medios nacionales muestran fotos del artefacto con pies de este estilo: Un oficial antibombas sostiene el artefacto que hizo explosión en las bodegas electorales.

El conductor Renato Alvarez habla de un avión a control remoto, pero todavía no termina su programa cuando recibe una llamada de los que mandan de a deveras. Una fuente del estado mayor de las fuerzas armadas nos ha dicho que era un vuelo comercial procedente de Guatemala.

Después de 57 minutos de dar por buena la hipótesis del ataque de la resistencia contra la papelería electoral, el conductor se pone responsable: Lo peor que podemos hacer los medios en una coyuntura como ésta es confundir a la población.

Show de Álvaro Vargas Llosa

El show televisivo es presenciado por el invitado especial del día, Álvaro Vargas Llosa, quien ha venido a apoyar al gobierno de facto y el pasado jueves dio una conferencia en un salón abarrotado. Pese al patético montaje que acaba de presenciar, el peruano-español dice que “esto es un libreto, es un patrón… lograr por la vía de la violencia lo que no pueden lograr por la vía electoral”.

Vargas Llosa acepta con regocijo ser presentado en la televisión hondureña con una frase sacada de wikipedia: ensayista de tendencia liberal y antisocialista.

Y aunque el avión no lanzó ninguna bomba y no hubo ninguna explosión en la bodega electoral, Vargas Llosa dice que este guión “lo hemos visto también en México, porque en las elecciones que ganó Felipe Calderón había un candidato que respondía a las directivas de Caracas… Apelaban a la resistencia civil, le llamaban ellos, pero en el fondo en lo que se convirtió fue en violencia”.

Es la única respuesta que les queda a estos cobardes minoritarios, a estos imperialistas, se explaya el coautor del Manual del perfecto idiota latinoamericano, quien junto con el cubano Carlos Alberto Montaner vino a recomendar a los hondureños que salgan a las calles el 29 de noviembre igual que lo hicieron cuando su selección de futbol clasificó al Mundial de Sudáfrica, gracias al empujoncito de Estados Unidos.

La “virilidad catracha

El episodio del lanzacohetes es sólo uno de los muchos que alimentan no el voto del miedo a la mexicana, sino el miedo al voto. En los últimos días se han registrado: el derribo de torres de energía eléctrica; el allanamiento de una escuela donde supuestamente se fabricaban artefactos para ponchar las llantas de los vehículos electorales (miguelitos, les llaman); asesinatos con tintes políticos, según los medios locales; varios bombazos con escasos daños materiales; y, sobre todo, una cascada de declaraciones de militares, políticos y autoridades electorales que instan a la ciudadanía a ejercer el sufragio sin temor.

Muchas veces se trata de llamados que apelan a la “virilidad catracha”, sobre todo si lo hacen los militares. El tono lo ilustra un anuncio espectacular que se halla en las cercanías del aeropuerto y dice: En Honduras no tenemos petróleo ni dólares pero nos sobran (y la foto de una canastilla de huevos). A saber si será suficiente. Por ejemplo, en un sondeo sin valor estadístico en las calles se descubre que cinco de cada 10 hondureños no van a salir de sus casas el domingo 29 de noviembre. Eso, en un país con promedio de abstención, de por sí, de 50 por ciento.

“Ese día habrá vergueo, si me pasa algo, que sea en mi casa”, dice Manuel Ávila, un joven empleado de comercio.

Van a ser elecciones a sangre y fuego. El país va a ser patrullado por militares y policías. Y además llegaremos a la fecha con la guerra sicológica en pleno, afirma el analista político Gustavo Irías.

Hacia finales de agosto, el analista dibujaba tres escenarios para el desenlace de la crisis hondureña. Los primeros dos, con elecciones luego de la restitución del presidente Manuel Zelaya. El escenario 1: Elecciones bajo el plan Arias, estabilidad temporal. El escenario 2: Gobierno de coalición con agenda de reforma democrática.

Pero el que se ha hecho realidad es el escenario 3: “Elecciones con gobierno de facto equivalentes a gobierno de minoría, sin legitimidad, y extensión de la crisis.

Para Irías, Honduras se aproxima a una crisis de mediano plazo, atizada por el crecimiento negativo de la economía (-2.5 por ciento este año, luego de un crecimiento de 4 por ciento en 2008), la disminución de las remesas (que son la principal fuente de divisas del país) y una sensible baja en la recaudación de impuestos.

Señales contradictorias

Mientras tanto, es un enigma cuál será la última carta que jugará Zelaya. Luego de varios días de aplaudir la decisión de los candidatos independientes de retirarse de los comicios, Zelaya ha comenzado a sugerir que dejaría en libertad a sus seguidores, sobre todo los que militan en el Partido Liberal, para ir o no a las urnas.

Las señales son contradictorias. Hoy, desde Managua, el alcalde de San Pedro Sula, bastión de los liberales, ratifica su renuncia a contender por la relección, en protesta por la negativa del gobierno de facto a restablecer el orden constitucional. Pero César Ham, candidato del partido Unificación Democrática, dice que sí irán a las urnas, pese a la amenaza del Frente de Resistencia de declarar traidor y golpista a quien participe en los comicios.

Resquebrajado, el Partido Liberal ve esfumarse las posibilidades de su candidato a la presidencia, Elvin Santos, frente a su rival del Partido Nacional, Pepe Lobo. En todas las últimas encuestas Lobo estuvo entre 15 y 20 puntos arriba de Santos, así que si resulta que no resultará creíble si Santos resulta ganador, afirma Irías.

En 2005, hubo dudas sobre la certeza del conteo de votos. Pero luego de una visita del entonces embajador estadunidense, Charles Ford, al hotel donde se realizaba el conteo, Zelaya fue declarado triunfador. Su rival fue Pepe Lobo.