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Oleada de viajes a Cuba tras la apertura en EU

Calculan que este año los isleños sumarán 200 mil travesías a su patria para reunirse con familiares

Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 16 de noviembre de 2009, p. 40

La Habana, 15 de noviembre. El interés de ver a la familia pudo más que la crisis. Después de que Barack Obama abrió las puertas, los cubanos que viven en Estados Unidos han arribado a la isla como nunca y sus viajes pueden llegar este año al nivel sin precedente de 200 mil, estima Francisco Aruca, veterano operador de esos vuelos chárter.

Participante en los diálogos de la emigración con el gobierno cubano, como los de 1978, 1994 y 1995, Aruca piensa que un nuevo encuentro tendría que ampliar la agenda a puntos como el interés de los emigrados por comprar vivienda, hacer efectivo un seguro médico o invertir en la isla, o al caso de los balseros que se fueron en los pasados 15 años y a quienes La Habana no permite volver al país.

La vida de Aruca, de 68 años, resume un tramo álgido de la historia cubana reciente. Apoyó a la insurrección que triunfaría en 1959, pero se unió a los católicos que se opusieron al nuevo poder. Cayó preso, fue condenado a 30 años de cárcel y se fugó sorprendentemente de la fortaleza colonial de La Cabaña, aprovechando un día de visita familiar. Estuvo asilado un año y medio en la embajada brasileña, se exilió en Estados Unidos, donde se graduó de economista y trabajó, hasta que en la década de los 70 se convenció de que los emigrados tenían que hablar con el gobierno cubano, idea que impulsó a través de la revista Areíto. En 1979 creó la agencia de viajes chárter Marazul, que enlaza las dos orillas del estrecho de la Florida. Ahora, en Miami, tiene un programa radial de comentarios políticos, que comparte con el periodista Edmundo García.

Aruca habló en La Habana con La Jornada y recordó que en 1979, bajo el gobierno de Jimmy Carter, hubo festejo cuando llegaron a la isla 100 mil pasajeros cubanos desde Estados Unidos. En la época de Bill Clinton también hubo alza, pero nunca como ahora. Si se confirma el ingreso de 200 mil cubanos desde Estados Unidos, este año serían el segundo mayor flujo de turistas a la isla, sólo después de los canadienses.

En abril pasado Obama cumplió su promesa electoral de eliminar todas las restricciones –endurecidas por George W. Bush– a los viajes de los cubanos a su país. Aruca dice que ahora hay cerca de 50 vuelos semanales, entre los que vienen de Miami a La Habana (al menos 31), los que aterrizan en las provincias de Camagüey, Cienfuegos, Santiago de Cuba y Holguín y los que llegan a la capital desde Nueva York y Los Ángeles.

Recuerda que eran tan asfixiantes las restricciones en el gobierno de Bush, que los cubanos viajaron a la isla por terceros países, como México o Bahamas. Sólo por esa vía pudieron haber volado unas 10 mil personas al año. En Gran Caimán, el avión a La Habana salía después de que llegaba el de Miami, porque venía cargado de cubanos. Y apunta que también se usaron trucos, como fingir viajes por motivos religiosos, de autorización más flexible en la época.

–¿Eso cambió con la liberación actual?

–Ahora se hace legal lo que antes era ilegal. Aun así, hasta donde sabemos, siguen viniendo miles de cubanos por terceros países. Mi opinión es que todo lo hacen para quitarse de arriba toda la chiveta (problema) que puede haber en Miami en términos de equipaje.

–¿Cuáles son las regulaciones de equipaje para acá?

–En la época de Bush decían más claro que nunca que los pasajeros que venían a visitas familiares se suponía que no trajeran exceso. Siempre se han permitido 44 libras (casi 20 kilos). Por encima de eso se cobra exceso. Nosotros estamos cobrando un dólar la libra, antes se cobraban dos. Ahora, todavía no está claro cuánto exceso de equipaje se puede traer y por eso hay gente que sigue viniendo por terceros países. Parte de las regulaciones se refiere a exportación de productos de Estados Unidos.

“Y si al Tesoro le da la gana, puede decir que ese exceso de equipaje es exportación de productos, porque obviamente no son efectos personales. Por lo tanto, seguimos bregando con áreas grises, que dependen de la implementación.”

–¿Qué ha influido más entre los cubanos que viven en Estados Unidos: el interés de viajar a Cuba o el peso de la crisis?

–Está predominando el interés de viajar. Eso no nos sorprendió. El cubano es un tipo para el cual su familia es muy especial. Los cubanos que llegaron a comienzos del periodo revolucionario no son así, porque no dejaron familia. El cubano que llegó hasta el 61, 62, se llevó hasta el gato. El cambio empezó, sobre todo, a partir de 1980. Desde entonces, el que sale es muy diferente. Y esa gente sí que no se pudo llevar a todo el mundo y, por tanto, quiere venir. Añadiría que eso quedó demostrado cuando el desplome del mundo socialista, cuando vimos que su familia y sus amigos eran además sus socios. Muchos de los hornos que hacían pizzas cuando se abrieron los paladares (restaurantes familiares) y muchos de los equipos para talleres personales que empezaron a arreglar automóviles se compraban con moneda fuerte y ésta la mandaban los familiares. Ya sea que lo hacían por amor y quedaba ahí, o lo hacían diciendo guárdame el 20 por ciento, el 30.

–Eso es lo que se ve en las encuestas…

–Cuando te dan sus respuestas entre cubanos inscritos para votar… a lo mejor 52 por ciento todavía están en contra de que se permitan los viajes a Cuba de familias cubanas y de estadunidenses en total. Ahora, haces una encuesta entre cubanos de Miami, del condado de Dade, cubanos inscritos o no inscritos, 65 por ciento están diciendo que se permita viajar hasta a los estadunidenses. Todo indica que el futuro es en esa dirección en Miami. La derecha cubana lo sabe, lo reconoce, pero la derecha es un problema de tiempo.

–¿Cuánto tiempo pueden quedarse acá los cubanos que vienen de Estados Unidos?

–Pueden venir cuantas veces quieran, por el tiempo que deseen. Antes de esta regulación Cuba ya había establecido el pasaporte habilitado. Ya no existe el permiso de entrada. Se pedía aquí, directamente en La Habana, o a través de la Sección de Intereses, pero los de viajes familiares se obtenían a través de (la agencia de viajes cubana) Havanatur. Cuando llegabas al aeropuerto te estaban esperando con una lista de nombres. Era una contradicción y una ofensa, porque un ciudadano no tiene por qué estar pidiendo permiso a su gobierno para entrar al país. Eso ya no existe. Con el pasaporte habilitado un cubano puede venir. Te lo dan por seis años y se renueva cada dos, y puedes usarlo desde cualquier nación del mundo. El que viene puede quedarse hasta por 90 días. O sea, a los 89 días te pasas dos días en México y puedes regresar.

–Como veterano de los diálogos del gobierno cubano con la emigración, ¿cómo ve ahora ese proceso?

–Está pendiente una nueva reunión. La última que hubo, en marzo de 2008, fue de gente más bien solidaria con la política cubana y contra el embargo. Todas las anteriores siempre han tenido un carácter político, opuesto a la política exterior estadunidense, aunque mucha gente que estaba en esa posición también tuviera diferencias con Cuba. Ahora me gustaría que se entienda en la isla que hay puntos legítimos de parte de los cubanos que viven en el exterior.

–¿Por ejemplo?

–Por ejemplo, que se pueda venir a Cuba y comprar aquí una vivienda, que se puedan tener aquí servicios de salud. Puedes estar seguro de que un número enorme de cubanos en Miami no tienen esos servicios. Estoy convencido de que va a llegar el día en que una compañía de seguros en Estados Unidos diga la hospitalización es en Cuba. Ya eso bajaría los costos enormemente y, por supuesto, significa un acuerdo con Cuba. Otros ejemplos: venir a retirarse, el regreso de los balseros después del 95, la posibilidad de la inversión acá…

–¿Qué regreso de balseros?

–Los que salieron en balsa después de los acuerdos migratorios de 1994 y 1995. La cifra exacta no se conoce, pueden ser 20 o 30 mil. A ellos no los han dejado regresar, hace 15 años que no visitan a sus familias. Están peor que la gente de Mariel, que sólo esperaron cinco, seis años. Nuestra posición es que se evalúe una política migratoria que acabe de darse cuenta de que 95 por ciento de esa gente lo que quiere es venir en paz. Edmundo García fue a una reunión que hubo hace poco en Nueva York con el ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez, y le preguntó sobre este caso. Y éste le contestó, casi textualmente, que es un problema al que hay que buscarle solución, siempre y cuando no cree un conflicto con el gobierno estadunidense. Pero Estados Unidos sabe que Cuba no estimula las salidas ilegales.

–¿Un nuevo encuentro implicaría abrir la agenda?

–Como mínimo debiera tratar de encontrar cuáles son estos puntos. De qué manera más metódica puede el gobierno cubano abordar las necesidades de sus emigrados.

–¿En alguna de esas reuniones se han tocado las regulaciones migratorias que se aplican en Cuba, como el permiso de salida?

–En 1978, definitivamente. Después se abren los vuelos de la comunidad. Fue uno de los acuerdos. También se liberó como a 3 mil presos políticos. En las de 94 y 95 se volvió a hablar de facilitar las salidas, pero más que nada de la inversión de los emigrados.

–¿Qué han hablado de la próxima reunión?

–No se ha anunciado, pero ya se ha dicho a nivel privado. Bruno Rodríguez le dijo a Edmundo que está planeada para el 27, 28 y 29 de enero. Esa reunión ya se había convocado para abril, luego se pospuso para noviembre y ahora para enero. Me inclino a creer que va a empezar a dar pasos en la dirección de acercarse a la emigración, lo que no sé es hasta dónde va a llegar. Y no hay agenda todavía, que yo sepa. Cuba no se caracteriza por hacer agendas tres meses antes.

–¿Qué tan cercana se ve la autorización para que todos los estadunidenses puedan viajar a Cuba?

–No estoy seguro de que logre aprobarse, aunque hay cambios: por primera vez la industria estadunidense de viajes, inclusive grandes corporaciones como Orbitz y asociaciones que representan aerolíneas, empresas turísticas, ya no es que dicen que están en favor, sino que están trabajando para que se abra.

–Se está moviendo el sector…

–Sí, activamente. Lamentablemente el proceso político estadunidense está muy matizado por el dinero. Los lobbys hacen contribuciones. En el pasado el lobby cubanoestadunidense de derecha compraba los votos de decenas de congresistas demócratas. No veo la apertura por la vía legislativa, tengo serias dudas de que se apruebe, aunque se sabe que Obama no la vetaría. Hasta donde yo sé, el dinero que gasta la industria privada de viajes a favor de que levanten la prohibición para ir a Cuba se ha hecho en el espíritu de la ley. El lobby cubano le suelta plata a quien tenga que soltársela.

–¿Cómo pudo abrir Clinton?

–Lo que hizo Clinton –y hay gente que dice que por ahí puede que venga ahora– fue el programa people to people, visitas de pueblo a pueblo. Empezó a facilitar la relación entre profesionales, como arquitectos e ingenieros de Estados Unidos con sus colegas cubanos. Hay analistas y congresistas que dicen que ahora ésa es la vía. Carter pudo abrir totalmente porque entonces no había ley Helms-Burton, que es lo que obliga ahora a que sea necesaria una acción legislativa.