¿Quién quiere el “estallido social”

en México?

¿Busca el gobierno federal panista, con sus socios gobernadores del PRI y el PRD, exasperar a los movimientos y las resistencias sociales? La represión, mal disfrazada de “combate a la delincuencia”, está pudriendo la convivencia en las comunidades y genera un agudo estado de sitio en Chiapas, Guerrero y Oaxaca.
De origen, el gobierno calderonista (como antes el foxista y el zedillista) ha hecho difícil la paz, pero ahora, Felipe Calderón Hinojosa está dispuesto a hacerla imposible. Golpea a la clase trabajadora, extingue por decreto al Sindicato Mexicano de Electricistas que no se le plegó, del mismo modo que el gobierno de Juan Sabines Guerrero la emprende en Chiapas contra la OCEZ-Región Carranza, por no obedecer sus condiciones de “gobernabilidad”.
Por lo visto, un presunto “estallido social inminente” forma parte de los planes gubernamentales. Todas las experiencias autonómicas están bajo asedio. El municipio autónomo de San Juan Copala, en la región triqui de Oaxaca, es atacado a tiros por sicarios priístas directamente ligados al gobernador más asesino del país, Ulises Ruiz, el que no cayó. Allí también la intención es impedir los acuerdos de convivencia.
Resulta paradójico que lo que más “amenaza” a los actuales gobiernos es la paz. Pretenden gobernar en estado de guerra.
En Guerrero también es escandalosa la agresión sostenida y virulenta contra los pueblos, sus resistencias y los derechos humanos. En Suljaa’ (Xochistlahuaca), la siniestra cacique priísta Acaedeth Rocha Ramírez lleva adelante, impune y apoyada por el gobierno estatal perredista de Zeferino Torreblanca, una agresión a fondo contra Radio Ñomndaa, La Palabra de Agua, que no es sólo una estación de radio, sino todo un estandarte de la autodeterminación indígena y la construcción de ese otro mundo posible. También crece la hostilidad militar contra la Policía Comunitaria de la Montaña y la Costa Chica. Y en días pasados, en Puerto las Ollas, poblado fuertemente patrullado por el Ejército federal, los gatilleros del narcocacique Rogaciano Alva Álvarez ejecutaron a tres muchachos de la comunidad.
Los pueblos autónomos zapatistas en Chiapas viven un cotidiano sitio castrense, hoy aderezado con maliciosos rumores de presuntas agresiones en los Altos, la zona norte y la selva Lacandona. A la vez, se mantiene y agudiza la hostilidad paramilitar y policiaca contra las comunidades indígenas de la Otra Campaña, y se desata una tormenta de mentiras judiciales y mediáticas contra organizaciones afines al zapatismo como Las Abejas de Chenalhó, y contra los diáconos indígenas de la iglesia católica.

¿Quién quiere guerra en México? Sepultados por la nota roja, se acumulan asesinatos de indígenas, tortura, prisión, balaceras, secuestros, incursiones militares y policiacas, despojos de tierra y agua, acusaciones tan graves como falsas, impulso oficial a paramilitares. Pura provocación criminal. El gobierno de Calderón quiere la guerra. Eso da qué pensar.