Opinión
Ver día anteriorJueves 19 de noviembre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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México SA

Presupuesto y educación superior

De lo perdido, lo que aparezca

Sucesión en el IPN

E

l resultado pudo ser mucho peor –como lo planeó el inquilino de Los Pinos–, aunque en los hechos tampoco fue el mejor. No se sabe si la decisión fue para tapar el ojo al macho, o porque en el limbo cronológico que vivieron los diputados (el ya famoso reloj legislativo) alguna neurona funcionó en el momento preciso, pero al final de cuentas lo rescatable es que evitose el descarado tijeretazo calderonista en el presupuesto federal a universidades e institutos públicos de enseñanza superior, si bien los enjundiosos muchachos de San Lázaro no autorizaron los aumentos, más que espectaculares, necesarios para el crecimiento y desarrollo de este estratégico sector educativo.

De sobra es conocido que los panistas en general, y el inquilino de Los Pinos, en particular, no son precisamente admiradores de las universidades públicas. De allí su insistencia –de Fox a Calderón– en adecuar y acotar (léase recortar) sus presupuestos y destinar los recursos públicos no a la educación científica y tecnológica que beneficie al país, sino a obras más pías y menos críticas con el régimen, como en el caso del gran capital. El gobierno, entre otros tantos dineros, destina anualmente –desde 2001– cerca de 4 mil 500 millones de pesos en subsidios fiscales para estimular la investigación y el desarrollo de tecnología en beneficio de los grandes consorcios (nacionales y extranjeros).

A contrapelo de la intentona calderonista de recortar (léase asfixiar) el presupuesto de las universidades públicas, los diputados incrementaron en 9 mil 300 millones de pesos las asignaciones para la educación superior, pero al mismo tiempo dejaron manos libres al inquilino de Los Pinos para que en 2010 mantenga su generoso programa de subsidios fiscales a los grandes consorcios para que desarrollen su propia tecnología, a costillas del erario, sin beneficio alguno para el país. Entonces, 9 mil 300 millones adicionales a la educación superior y en beneficio de los mexicanos, contra 4 mil 500 millones para los proyectos tecnológicos del gran capital, que sólo a él favorecen, no parece ser la mejor de las salidas.

Aun así, e inmerso en la filosofía de lo perdido, lo que aparezca, el rector de la UNAM, José Narro, aplaudió la sensibilidad de los diputados por asignar esos 9 mil 300 millones adicionales a la educación superior, de los que sólo 630 millones se canalizarán a la máxima casa de estudios, monto que si bien canceló el pretendido recorte calderonista, a todas luces es insuficiente. Por ello, el puma mayor subrayó que México tiene que dar un paso muy grande, a escala global, en favor del crecimiento de la cobertura y de la educación superior, y ahora se debe pensar en la próxima década, por lo que es necesario elaborar un proyecto para el sector que incluya presupuestos multianuales.

Algo similar sucedió con el director general del Instituto Politécnico Nacional, Enrique Villa Rivera, quien en un tono más dulce dijo que el Congreso decidió apoyar con 447 millones de pesos al IPN; es un incremento importante, y hay que reconocer a los diputados y a la gestoría hecha por diferentes entidades del gobierno federal. Con todo, detalló que no atendieron la solicitud original, siempre en el entendido de que en este tipo de instituciones los dineros “nunca van a ser suficientes… Hubiera deseado tener los 850 millones para que la próxima administración comenzara con mayores posibilidades de fortalecimiento”.

Y mayor fortaleza es lo que requiere el IPN, toda vez que Enrique Villa Rivera vive una coyuntura distinta a la del rector Narro, en pleno ejercicio del cargo, pues le restan poco más de tres semanas al frente de la oficina principal del Poli, al término de las cuales (12 de diciembre) su remplazo tomará posesión como nueva cabeza del Instituto Politécnico Nacional para el periodo 2009-2012, designación que corresponde al inquilino de Los Pinos. Así, no es lo mismo que lo mesmo, y además de contar con un estrecho presupuesto, el IPN está en pleno proceso de relevo en su dirección general, tras dos periodos consecutivos de Enrique Villa Rivera al frente.

Como acontece en estos casos, hay muchos tiradores, pero muy pocos con que responder a las necesidades académico-administrativas de la institución fundada por Lázaro Cárdenas. Así, por ilógico que parezca, uno de los aspirantes es Jaime Domingo López Buitrón, quien desde la Subsecretaría del Trabajo en tiempos de Fox presumía que el gobierno del cambio generaba un empleo cada 15 segundos. Tiene dos sellos indelebles que lo descalifican para ocupar la dirección general del Poli: ex director del Cisen en tiempos foxistas, y uno de los más ligados al desaparecido monseñor Carlos Abascal y su pía obra en las secretarías del Trabajo y de Gobernación (donde también fue subsecretario de Población, Migración y Asuntos Religiosos). Ya en el calderonato, regresó a la subsecretaría del Trabajo, con el porro Lozano.

En un contexto distinto aparece Marco Antonio Flores Sánchez, egresado de la ESCA del IPN. Su participación en el sector educativo ha sido amplia. Entre otros cargos, oficial mayor de la SEP; en Conacyt, director de administración y finanzas, contralor interno y coordinador de asesores del director general; en la misma institución integró el primer consejo asesor de Conacyt, con los científicos más prominentes del país, que posteriormente pasó a ser el consejo consultivo de ciencias de la Presidencia de la República; coordinador del proyecto Conversión a organismo descentralizado, en la dirección general del Instituto Politécnico Nacional; profesor titular en el IPN y la UIA. Es coordinador de asesores del oficial mayor de la Secretaría de Economía.

También Oscar Escárcega, médico por la ESM, y director de área en la SEP. En 2003 fue secretario de servicios educativos en el IPN, designado con el apoyo del ex secretario particular de Fox, Alfonso Durazo, pero renunció y su lugar fue ocupado por Enrique Villa Rivera, quien terminó en la dirección general del instituto. Además se menciona a Luis Eduardo Zedillo Ponce de León, hermano del ex presidente; Efrén Parada Arias, secretario general del Politécnico; Yoloxóchitl Bustamante, secretaria académica; Mario Alberto Rodríguez Casas, secretario de administración; Raúl González Apaolaza, ex director de la ESIME, y Víctor Alcerreca, egresado de la ESIQIE y ex diputado priísta.

Las rebanadas del pastel

Mientras llega el día de la madre Tonatzin, cuando se sabrá quién es el nuevo director del Poli, el Premio Nobel de Economía 2001, Joseph Stiglitz, descubrió el caldo de habas: ante la crisis, el desempeño del gobierno mexicano fue deficiente... uno de los peores en el mundo.