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Ver día anteriorMartes 24 de noviembre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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La humedad de la Luna
L

a Luna, a la que por milenios hemos invocado y cantado, objeto de mil y un poemas, refugio de los enamorados; augurio, tesoro, belleza, regalo, madre; diosa generosa, terrible, tímida… muestra al fin sus humedades. ¿Cuántas lágrimas no han sido derramadas con tan sólo mirarte?

Un ser tan perfecto, difícilmente podría ser seco… El amor es agua. Una región sombreada de la Luna, a la que el Sol no ha tenido acceso por billones de años, es el sitio en el que nos ha revelado el maravilloso satélite de la Tierra, por primera vez en la historia humana, la presencia de este elemento.

Un experimento realizado en el cráter Cabeus, localizado cerca del Polo Sur del satélite, revela con muy poco margen de duda que hay agua en la Luna. Es el resultado de un sueño largamente acariciado. Las características de la superficie lunar fueron durante muchos años indicativas de la ausencia de este elemento, como si se tratara de un enorme desierto, aunque numerosos datos físicos y químicos acumulados desde el último año del siglo pasado, permitían dudar. Quizás algo se nos ocultaba. Era necesario preguntar más de cerca, acariciar la superficie, rasguñarla, para conocer la verdad.

Desde hace varios años crecía la sospecha sobre la presencia de agua en nuestro satélite natural. Algunas incursiones espaciales, como el proyecto Cassini (que pasó cerca de la Luna en 1999 en su viaje a Saturno), detectó señales que hacían probable la presencia de este importante compuesto en la superficie lunar, especialmente en las regiones polares. Luego la misión Impacto Profundo, orientada al estudio de cometas, detectó durante un ejercicio de calibración de sus equipos, señales sugerentes de la presencia de agua.

La detección se realiza por medio de instrumentos que permiten captar longitudes de onda reflejadas desde la Luna, que permiten conocer la composición química en diferentes regiones de su superficie. La presencia de hidrógeno y oxígeno son una fuerte sugerencia de la presencia de agua. La misión Impacto Profundo reveló en su momento un hecho maravilloso, pues, además de confirmarse que las señales más fuertes provenían de las regiones polares, se reveló que la concentración de estos elementos en toda la superficie cambiaba en distintos momentos del día lunar, en una especie de danza o ciclo acuoso.

En 2009 un proyecto de India, la misión Chandrayahaan-1, diseñada en colaboración con la NASA para explorar minuciosamente la composición química de nuestro satélite, permitió detectar con mayor precisión longitudes de onda que indicaban el enlace químico entre hidrógeno y oxígeno, especialmente en los polos, en los que las temperaturas están por debajo de los 170 grados Celsius, lo que confirmaba la presencia de hidroxilo (grupo funcional compuesto de un átomo de oxígeno y un átomo de hidrógeno) y agua (dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno).

Pero hasta ese momento se trataba de mediciones indirectas, provenientes de la superficie, aunque extraordinariamente útiles para encaminar en una dirección firme la búsqueda. Con estos datos, finalmente se emprendió la misión del Satélite de Observación y Detección de Cráter Lunar (LCROSS, por sus siglas en inglés), que consistió en provocar el impacto de un proyectil de 2 mil 305 kilogramos en la profundidad el cráter Cabeus, lo que provocó dos penachos de polvo y vapor, nubes que se elevaron sobre la superficie lunar. Un pequeño satélite que seguía al proyectil recogió las muestras y las transmitió a la Tierra, antes de impactarse también en la superficie del satélite. La presencia de hielo, vapor de agua, materiales hidratados e hidrocarbonos, fueron reportados. Si bien nos encontramos en la etapa inicial del análisis de los datos recabados, los resultados preliminares dejan pocas dudas sobre la presencia de agua en las entrañas de nuestro hermoso satélite.

Esto abre una nueva era en la exploración espacial. El descubrimiento ha creado gran entusiasmo, y hay quienes piensan ya en la instalación futura de bases habitadas por humanos. Pero más que nada, el hallazgo nos permite un mayor conocimiento acerca de la Luna y nos lleva a mirarla de otra manera, como quizá la habíamos imaginado siempre… con sus hermosas humedades.