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Ese sector empieza a perder lo poco que tenía, señala

Protagonizaría la clase media el próximo estallido social: Payán

Intereses empresariales en los medios deforman y erosionan la información

Foto
Carlos Payán durante su conferenciaFoto Leopoldo Ramos
Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 28 de noviembre de 2009, p. 9

Saltillo, Coah., 27 de noviembre. El poder de facto que mantiene en México la asociación entre las principales cadenas de televisión y los grandes empresarios impide el desarrollo de acciones importantes para cerrar el abanico de la desigualdad, lo cual podría ocasionar un estallido social que esta vez no protagonizarían los pobres, sino la clase media, que empieza a perder lo poco que tenía, consideró el periodista Carlos Payán Velver.

Estamos viviendo uno de los momentos más difíciles para el país, una situación económica muy grave, el aumento de la pobreza, la falta de decisiones de los últimos gobiernos para avanzar en una línea más correcta, para tratar de cerrar el abanico de desigualdad que padece el país, y esa crisis abarca todo, al periodismo también, consideró ante universitarios, dentro del coloquio Situación del México actual, que organizó la Universidad Autónoma de Coahuila.

Consideró que México se ha incorporado a la constante mundial de que los medios de comunicación dejen de ser operados por periodistas para pasar al control empresarial, lo cual deforma y erosiona la información y cualquier intento de objetividad.

Señaló que salvo los casos de La Jornada y Proceso, en México el resto de los medios informativos están controlados por empresarios que los utilizan para defender sus intereses de empresa, y aseguró que el ejemplo más claro de esto se encuentra en las cadenas de televisión, las cuales se han convertido en el poder que todo lo decide, que todo lo transforma y contra el cual, hasta la fecha, es imposible estar buscando la transformación del país.

Anotó que el dominio del duopolio televisivo –en referencia a Televisa y Televisión Azteca– es tan grande que alcanza a corromper a los partidos políticos.

–Ante esta realidad que reseña, ¿qué le queda al pueblo por hacer? –se le preguntó.

–Uno a veces piensa que el país, como está, no tiene remedio, pero se requiere un cambio de gobierno, desde luego, que tenga otros propósitos y un cambio de las estructuras en el Congreso. El problema es cómo demonios desprenderse de toda la corrupción que está inmersa en esto.

Dijo que la cada vez más difícil situación económica en el país ocasionaría estallidos sociales donde los protagonistas serían clasemedieros informados que protestarían por la pérdida de su patrimonio.

Cuando la clase media empieza a perder lo poco que tenía, empieza a protestar, porque tiene más conocimiento y ahí pueden surgir movimientos importantes. No serían los pobres (los que iniciarían movilizaciones), porque los pobres aguantan todo, carajo, señaló.

–¿La rebelión sería inminente?, se le preguntó.

–No lo sé, porque nadie quiere la violencia, no es deseable, pero a veces pasa como lo que decían los apristas (partidarios de Alianza Popular Revolucionaria Americana, de Perú), cuando las puertas de la legalidad se cierran, hay que abrirlas a patadas.