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La época del escritor como profeta ya pasó, declaró en la feria de Guadalajara

Carlos Monsiváis analiza el papel del académico en el terreno de la crítica

Dialogó con el autor peruano Julio Ortega durante la presentación del libro La conciencia imprescindible, ensayos sobre el cronista realizados por jóvenes escritores

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Carlos Monsiváis presentó dos libros en la Feria Internacional del Libro de GuadalajaraFoto Héctor Jesús Hernández
La Jornada Jalisco
Periódico La Jornada
Lunes 30 de noviembre de 2009, p. a12

Guadalajara, Jal., 29 de noviembre. En el terreno de la crítica, los escritores en México fueron sustituidos por los intelectuales y éstos, a su vez, por los académicos; sin embargo, hoy la crítica es ineficaz y no logra cambiar las cosas, señaló el escritor Carlos Monsiváis tras la presentación del libro La conciencia impescindible: ensayo sobre Carlos Monsiváis, editado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA) y escrito por 17 ensayistas menores de 35 años.

Para el autor de Los rituales del caos, es difícil que los escritores se hagan un sitio en la crítica de lo que ocurre, porque dejaron de ser la voz por excelencia de los países y maestros de las juventudes.

“Los intelectuales se reprodujeron y se convirtieron en el referente obligado; luego, el intelectual fue sustituido, no diré que abrupta, pero sí masivamente, por el académico. Este es un momento de académicos, y los académicos han ido tomando el espacio público interpretativo –estoy hablando de política e incluso de economía–; lo que ha habido es ese desplazamiento, esa concentración del poder interpretativo en los académicos, y en otro nivel en el periodismo, en las voces muy críticas de oposición”, señaló Monsiváis.

Aunque consideró que esta situación se replica en varios países, afirmó que existen variaciones, como en el caso de Cuba y la bloguera Yoani Sánchez, a quien consideró excepcional por su existencia crítica.

“Los escritores están siendo desplazados del panorama interpretativo, porque –no sé si Julio Ortega estará de acuerdo conmigo– en el lector de periódicos ya no hay el gusto por cómo se dice: todo tiene que ver con lo que se dice”, señaló Monsiváis al tiempo que provocaba un diálogo con el escritor peruano, quien se encontraba entre el público.

Análisis sin resonancia

Lo que se dice para llamar la atención es cada vez más acre, más agudo, a veces más chirriante, y lo que vemos es un duelo de estrépitos a propósito de circunstancias que a veces requerirían un poco más de serenidad. Hay más crítica que nunca, pero como nunca, la crítica no tiene resonancia. De hecho, la opinión pública es el conjunto, en gran medida, de impotencias que siguen a la impunidad. Sólo de vez en cuando se logra que la opinión pública modifique algo, que haya una caída o que detenga un proceso. En general, la opinión pública es un coro griego de otro drama. La época del escritor como profeta ya pasó, refirió antes de dar paso a Ortega.

El peruano consideró que el tiempo de los académicos también estaba pasando debido a su falta de rigor. Viene otra generación, agregó.

–En lo referente a la interpretación crítica, es ineficaz, y ser un brillante profesionista de la ineficacia no es buen destino. Se escribe para los que escriben –respondió el mexicano.

–En Estados Unidos los comediantes son los mayores críticos –continuó Ortega.

Pero Monsiváis fue lapidario: aquí los caricaturistas son portentosos y tampoco pasa nada. ¿Qué se puede decir de Calderón que no se haya dicho? La respuesta es nula, porque ya no hay un diálogo, se clausuró, y quién sabe qué lo sustituya. ¿Qué pasó con la opinión pública?