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No era hipocresía cuando dije que ya estaba satisfecho con el Reina Sofía, indicó

JEP tiene una sensación de irrealidad absoluta con el nuevo galardón

Para ganar el Nobel se tiene que comenzar desde chiquito y yo no lo hice, bromeó

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José Emilio Pacheco es felicitado por Sergio Pitol, también premiado con el Cervantes en 2005, ayer en GuadalajaraFoto Arturo Campos Cedillo
Enviada
Periódico La Jornada
Martes 1º de diciembre de 2009, p. 5

Guadalajara, Jal., 30 de noviembre. José Emilio Pacheco (JEP) recibió la noticia de ser el galardonado con el Premio Cervantes en el hotel en el que se hospeda en Guadalajara.

Eran las 6:50 de la mañana y desde ese momento no paró de responder llamadas y recibir felicitaciones de sus amigos.

Me siento sorimbo, turulato y patidifuso. No era hipocresía cuando les dije que yo ya estaba satisfecho con el Reina Sofía; imagínense qué sorpresa para mí la noticia, dijo el poeta en una conferencia de prensa que comenzó después de las 11 de la mañana. A esa hora Pacheco todavía no conocía el acta del jurado ni había recibido la felicitación de Felipe Calderón, de la que se enteró por los medios de comunicación.

Apenas este domingo, José Emilio había rechazado cualquier posibilidad de obtener el Cervantes, considerado el Nobel de las letras castellanas. Me llamaron (en la mañana) y me dijeron que tenía el Cervantes y me quedé mudo. Ayer no tenía ninguna idea y me cayó de sorpresa y aún no me repongo. Es como los golpes que no duelen inmediatamente. Tengo una sensación de irrealidad absoluta, dijo minutos después de que en el lobby del hotel fue felicitado por Sergio Pitol y Hugo Gutiérrez Vega.

Tranquilo, risueño, con un leve temblor en las manos causado por la emoción, sí rechazó de plano la posibilidad de obtener el Nobel de Literatura, porque para eso se tiene que comenzar desde chiquito y yo no lo hice.

Este año obtuvo el Premio Reina Sofía y ahora el Cervantes, además de muchos otros a lo largo de su carrera tanto en México como en el extranjero, pero cuando tenía 20 años era imposible pensar en premios, a lo más que podíamos aspirar los aspirantes a escritores era tener la beca del Centro Mexicano de Escritores, que era de mil pesos, o ganar los Juegos Florales, que era un premio de mil o dos mil pesos y coronar a la reina. José Carlos Becerra y yo mandábamos poemas, pero nunca sacamos ni una mención honorífica.

Descanso postergado

Ahora el deseo de JEP de descansar se verá frenado, pues de nuevo tendrá que atender todos los compromisos que vienen con el Premio Cervantes, y uno de ellos es la escritura de un discurso que, adelantó, versará sobre su descubrimiento de Cervantes: primero de niño, cuando vio una puesta en escena de una adaptación que hizo Salvador Novo, y después como traductor y adaptador de El cerco de Numancia, en 1974, para la que tuvo que descervantizar a Cervantes, porque sonaba demasiado mexicano.

“Tardé bastante en leer El Quijote y creo que lo he leído unas tres veces, pero no me atrevería a hablar realmente de El Quijote. Otras cosas que me gustan mucho, como son Los trabajos de Persiles y Segismunda y Novelas ejemplares. En mi libro Irás y no volverás tengo un epígrafe de la poesía de Cervantes; son los versos que están en la segunda parte de Don Quijote en el capítulo 18 y dice: ‘Corre el tiempo vuela, y va/ ligero y no volverá’”.

Este año ha sido de largo festejo y estos dos premios me dejan un agradecimiento muy grande y una satisfacción muy profunda, pero siempre pienso si me dan un premio que no le han dado a tales y tales escritores que lo merecían amplísimanente mucho más que yo. Pero eso no lo voy a decir porque parece ofensivo para el jurado que me hizo el favor de escogerme. Concretamente pienso en una gran escritora española que no ha tenido el Cervantes, que es Ana María Matute; quisiera que se lo dieran.

Reiteró que la poesía también es una forma de luchar contra el empobrecimiento del español. Lo que me parece maravilloso es cómo se ha conservado el mismo idioma y podemos ir a través de 20 países hablando nuestra lengua materna. Habrá ajustes, pero mínimos; eso se ve muy bien cuando a uno lo invitan a un festival de poesía.