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Es tan lógico como decir que la publicidad del vodka lleva al alcoholismo, según sociólogo

Desmiente estudio vínculo entre pornografía y violencia sexual

Las hipótesis del espejo y de catarsis, nulas, asegura el director de la investigación, Simón Louis Lajeunesse

Las personas separan claramente sus fantasías de la vida real, concluye

 
Periódico La Jornada
Viernes 4 de diciembre de 2009, p. 2

Montreal, Canadá, 3 de diciembre. Prácticamente todos los hombres miran videos pornográficos, pero eso no afecta sus relaciones con las mujeres o su comportamiento sexual, afirma un investigador canadiense, Simón Louis Lajeunesse, luego de dos años de investigar el tema.

Profesor asociado de la Universidad de Montreal, Lajeunesse desmintió la idea extendida de que los amantes de la pornografía buscan reproducir en su vida real los comportamientos vistos en la pantalla; o sea, que habría un vínculo entre la pornografía y la violencia sexual contra las mujeres.

Sería tan lógico como decir que la publicidad del vodka Smirnoff lleva al alcoholismo, indicó el sociólogo.

Para la gran mayoría se trata, según él, de satisfacer una fantasía marginal debido a su monosexualidad (expresión usada por el filósofo francés Michel Foucault), y sería abusivo extrapolar casos patológicos.

A Lajeunesse le costó mucho hacer su investigación posdoctoral, ya que sitios como videoclubes y sex shops se negaron a colocar su anuncio invitando a hombres a ser entrevistados sobre pornografía.

Sólo las universidades le permitieron dirigirse a sus estudiantes: dos mil personas (sobre todo mujeres) en total, de las cuales 20, todos heterosexuales, aceptaron hablar ampliamente con él.

La solicitada red

El primer hallazgo fue que todos los entrevistados indicaron que buscaban pornografía en Internet. Una diferencia significativa, no sorprendente, es que los solteros consumían dos veces más pornografía –tres sesiones de 42 minutos por semana en promedio– que quienes vivían en pareja, con 1.7 sesiones de 27 minutos.

La segunda constatación fue que, solteros o no, casi todos navegan en solitario, precisando que no quieren compartir ese momento íntimo con otra persona, ni siquiera con su pareja. Algunos integran la pornografía en un programa más amplio, según un entrevistado por Lajeunesse: Una buena cena, una buena película y una masturbación.

Otro comportamiento frecuente: los hombres seleccionan las escenas que les gustan y aprietan el botón de avance rápido en las que les disgustan. Se trata a menudo de escenas de violencia, pero también, por ejemplo, de eyaculaciones colectivas, que los encuestados consideraron muchas veces repugnantes.

Según el investigador, los hombres buscan en la pornografía fantasías que ya tenían cuando tuvieron su primer encuentro sexual, en general hacia los 12 años. Pero su guión luego se deshace al chocar con la realidad.

Un estudiante confió al investigador que de joven fantaseó estar en una orgía, pero que perdió todo su impulso cuando finalmente tuvo la oportunidad.

Lajeunesse critica la hipótesis del espejo, según la cual los amantes de películas porno buscan imitar en su vida lo que ven en la pantalla. Y también la inversa, de la catarsis, que indicaría que la pornografía libra de algunas pulsiones y purifica al espectador.

Las dos tesis son nulas, indicó el investigador. Para él, los hombres separan claramente sus fantasías de la vida real. Como uno de sus interlocutores, que le dijo que no soñaba con salir con una bella actriz de películas porno. No podría presentársela a mis padres, explicó simplemente.