Foto: Graciela Iturbide

La importancia
de saber escuchar

María Elena Hope

¿Estamos escuchando siempre que oímos?; siempre que miramos atentamente al que habla, ¿lo estamos escuchando? Si aceptamos que escuchar es oír con la disposición de entender lo que se está diciendo desde la perspectiva de quien lo dice, podríamos decir que no todos sabemos escuchar y que de ahí se deriva buena parte de los problemas de comunicación y, por tanto, de relación. Porque al interpretar lo que oímos desde las propias ideas cuando, a pesar de parecer atentos estamos pensando en lo que quisiéramos decir, no estamos realmente abiertos a entender lo que el otro dice, no escuchamos.

En los distintos ámbitos de nuestra vida, la escuela, las amistades, la familia, el trabajo, no solemos pensar en cuánto nuestras relaciones dependen de las formas de comunicación que establecemos con los demás, y poco pensamos en la facilidad con que nuestros intercambios dan lugar a algo más grave que la no comunicación, es decir, a los malentendidos, descalificaciones y otros juicios que afectan profundamente el rumbo de nuestras relaciones y realizaciones.

Por eso es importante reflexionar sobre cómo escuchamos, si efectivamente tratamos de dar sentido a lo que oímos considerando la perspectiva del que habla, si nos damos cuenta de que para poder discutir ideas, sentimientos y posturas, para poder disentir sin descalificar al hablante, es indispensable tratar de entender lo que quiere decir, guardarnos de adelantar juicios y de atribuirle intenciones o sentidos que no ha expresado.

En ámbitos terapéuticos y en muchas escuelas se busca llevar esta postura aún más lejos: usar la escucha para ayudar al otro a dilucidar sus propios juicios y razonamientos y encontrar sus propias soluciones. Se trata de la ”escucha activa”, que pone en juego la habilidad de recibir y entender con empatía las palabras del otro, las creencias, valoraciones, emociones e ideas que subyacen a lo que está diciendo. Es una técnica por la cual el escucha no expresa juicios ni descalifica, pero interviene con preguntas y comentarios que ayuden al otro a pensar en torno a las situaciones que le inquietan, a considerar otras perspectivas y encontrar sus propias soluciones.

Atender para entender lo que el otro dice, verificar con él si estamos infiriendo correctamente lo que busca expresar, comunicarnos con él desde su perspectiva, no es lo más usual. Tampoco es fácil el esfuerzo que implica abrirnos a sus ideas y apoyarlo para que pueda clarificarlas y tomar decisiones propias. No obstante, se trata de habilidades que podemos desarrollar si lo que queremos es enriquecer nuestras formas de relacionarnos y ser con los demás. No sirven, desde luego, cuando no hay intención de buscar soluciones, cuando uno o ambos participantes se fijan en posiciones de descalificación; pero son esenciales en los diálogos para intercambiar ideas, ampliar conocimientos y perspectivas, afrontar problemas y llegar a acuerdos, sobre todo cuando a las partes les importa compartir la realización de un proyecto común, que puede ser desde llevar a buen término un trabajo académico hasta conservar y enriquecer sus relaciones con respeto, solidaridad y libertad.

En este sentido, la escucha activa es una herramienta educativa tan indispensable en la escuela como en todos los ámbitos de la vida.

Para saber más

http://www.ilvem.com.ar

http://humanismoyconectividad.wordpress.com/2009/07/13/saber-escuchar/

meh, psicologoa y terapeuta

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