DIRECTORA GENERAL: CARMEN LIRA SAADE
DIRECTOR FUNDADOR: CARLOS PAYAN VELVER
SUPLEMENTO MENSUAL  DIRECTOR: IVAN RESTREPO  
EDICIÓN: LAURA ANGULO   LUNES 7 DE DICIEMBRE 2009 
NUMERO ESPECIAL


Portada

Presentación

Introducción al congreso. Rectángulo redondeado

Un llamado para proteger la mitad del planeta

Anuncian cooperación entre México, Canadá y Estados Unidos para conservación de áreas silvestres

Nuevas recomendaciones para el desarrollo de políticas para la conservación con énfasis en la economía

Los bosques boreales almacenan más carbono que los tropicales

Jóvenes de 144 países, en la lucha por un mundo mejor
Valentina Martínez Valdés

Sanando las heridas, el caso del territorio Sinkyone
Valentina Martínez Valdés

Larry Merculieff, el aleuta que recorre el mundo
Valentina Martínez Valdés

Patrimonio cultural y ecológico ahora protegidos en Canadá
Valentina Martínez Valdés

Cuando los Yawanawa volvieron a ser yawanawas
Valentina Martínez Valdés


Correo electrónico:

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Nuevas recomendaciones para el desarrollo de políticas para la conservación con énfasis en la economía


Manglar mexicano

Aquellos encargados de la implementación de políticas y que han integrado a sus estrategias nacionales e internacionales de inversión el sistema “valorado en trillones de dólares” de los servicios ofrecidos por los ecosistemas en el mundo tienen más posibilidades de obtener altas tasas de retorno y economías más sólidas en el siglo XXI, estableció el nuevo reporte publicado por la Economía de los Ecosistemas y la Biodiversidad (EEB).

La EBB se ha encargado de estudiar las consecuencias económicas de la pérdida de la biodiversidad y el deterioro de los ecosistemas. También las ganancias de la conservación. Así, algunos países han realizado esta correlación y ahora están vislumbrando algunos de los beneficios que se han traducido en empleos, modos de vida y retornos económicos que superan a aquellos relacionados con los viejos modelos económicos del siglo pasado.

En Venezuela, la inversión en el sistema de áreas nacionales protegidas está previniendo la sedimentación que, de otra manera, reduciría los ingresos agrícolas en cerca de 3.5 millones de dólares al año (Pabon-Zamora et al., 2008).

Reforestar y proteger cerca de 12 mil hectáreas de manglares en Vietnam costó un poco más de 1 millón, pero evitó gastos anuales relacionados con el mantenimiento de presas en un estimado de 7 millones de dólares (Tallis et al., 2008).

En Europa, uno de cada 40 empleos está relacionados con los servicios ambientales y de ecosistemas, que van desde las tecnologías limpias “eco-industrias”, hasta agricultura orgánica, las forestas sustentables y el ecoturismo.

La inversión en la protección de la Reserva de la Biosfera Mayara, en Guatemala, está generando un ingreso anual cercano a los $50 millones al año, además de haber generado 7 mil empleos e incrementado los ingresos de las familias locales (CBD, 2008).

Este nuevo reporte, preparado por la EEB, y que se origina como una iniciativa del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, hace un llamado a los generadores de políticas para acelerar, escalar e insertar inversiones en el manejo y restauración de los ecosistemas. También hace énfasis en la necesidad de realizar análisis de costo-beneficio antes de que las decisiones políticas se realicen. El reporte cita a un estudio de manglares en el sur de Tailandia, en donde estas áreas fueron convertidas en granjas de camarones.

Las granjas de camarones subsidiadas comercialmente pueden generar retornos de cerca de $1,220 por hectárea al talar bosques de mangle. Sin embargo, esto no toma en cuenta las pérdidas de las comunidades locales que han sido estimadas en $12,000 por hectárea, en donde se encuentran productos forestales y no maderables, pesquerías y la protección de servicios costeros (Barbier, 2007).


Humedales guatemaltecos

Tampoco las utilidades generadas por los operadores comerciales toman en cuenta los costos de rehabilitar los sitios abandonados después de cinco años de explotación, estimados arriba de $9,000 por hectárea.

El reporte resume un plan de diez puntos enfocado a catalizar la transición a ecosistemas económicamente más sustentables que puedan cubrir los desafíos y al mismo tiempo sean capaces de entregar varias oportunidades a un planeta de 6 billones de personas y que serán, probablemente, 9 billones en el 2050.

Pavan Sukhdev, líder del estudio EEB comentó: “Los valores complejos y múltiples de la naturaleza tienen un impacto económico directo en el bienestar humano y en el gasto público y privado. El reconocer y recompensar el valor entregado del ambiente natural a la sociedad debe convertirse en una política prioritaria”.

La invisibilidad económica de los ecosistemas y la biodiversidad se incrementa por nuestro modelo económico dominante, el cual es basado en el consumo, la producción y los porcentajes del producto interno bruto. Este modelo está en necesidad de ser reformado significativamente. Las múltiples crisis que se están experimentando –combustible, alimentación, finanzas y economía– sirven como recordatorios para el cambio que se necesita.

Es ahora tarea de los gobiernos el proveer de incentivos fiscales u otros para trasladarse de un oportunismo a corto plazo hacia una administración de largo plazo. Las políticas correctas pueden ayudar a establecer una economía de recursos eficientes.

El reporte se publica con anterioridad a la reunión de las Naciones Unidas sobre el cambio climático que hoy comienza en Copenhague, donde los gobiernos esperan dar luz verde al financiamiento de países en desarrollo para mantener los bosques y selvas.

Cerca del 20 por ciento de las emisiones de efecto invernadero en el mundo están relacionadas con la deforestación. La Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación (REDD) pretende contrarrestar esta situación mientras que al mismo tiempo genera flujos financieros del Norte al Sur.

La REDD y la REDD+, que incluyen no solamente el mantenimiento de los bosques sino también la reforestación y la recuperación de sistemas forestales, aseguraron un respaldo de 15 presidentes y primeros ministros quienes se reunieron en una sesión especial auspiciado por la Secretaría de las Naciones Unidas y el secretario general Ban Ki-Moon.

Achim Steiner, director ejecutivo de la UNEP, comentó: “El pagar a los países en desarrollo bajo el esquema REDD establece una paso fundamental en términos de transferir una gran importancia financiera a los ecosistemas y la biodiversidad como el centro de la actividad económica”.

El reporte tiene un número de recomendaciones importantes a tomar en cuenta para el desarrollo de políticas.

1. Invertir en infraestructura ecológica: Esto puede proporcionar oportunidades con costo-efecto para incrementar la resiliencia del cambio climático, reducir riesgos derivados de amenazas naturales, mejorar la seguridad alimentaria y del agua, y contribuir al combate de la pobreza. Las inversiones directas al mantenimiento y la conservación son casi siempre menos costosas que intentar restaurar ecosistemas dañados. El reporte preliminar EEB contiene estimados que sugieren que las tasas potenciales de retorno pueden llegar a alcanzar el 40 por ciento para los humedales, 50 por ciento para las selvas tropicales y el 79 para los pastizales, esto cuando los servicios múltiples de los ecosistemas son considerados.

2. Recompensar beneficios a través de pagos y mercados: pagos por servicios ambientales desde el nivel local (aprovisionamiento de agua) hasta el global (la propuesta REDD, así como la reforestación y la conservación efectiva).

3. Reformar los subsidios ambientales dañinos: reformar aquellos subsidios que son ineficientes, fuera de uso o que dañan en tiempos de crisis ecológica y económica. Afrontar pérdidas a través de la regulación y los precios: los costos derivados de la pérdida de la biodiversidad y los servicios ambientales deben ser afrontados a través de marcos regulatorios que establezcan estándares ambientales. El diseñar un marco de mercado robusto e instrumental para confrontar a los usuarios de los recursos con estos costos es una prioridad dentro del desarrollo de políticas.

4. Reconocer que las áreas protegidas son la base para las políticas de conservación además de que proveen de varios beneficios. La red global de áreas protegidas cubre cerca del 13.9 por ciento de la superficie terrestre y el 5.9 de territorios marítimos. Cerca de una sexta parte de la población del planeta depende de estas áreas como medio de vida. El invertir $45 billones en áreas protegidas podría asegurar servicios naturales por más de $5 trillones al año, incluyendo captación de carbono, la protección y mejoramiento de los recursos hídricos y protección contra inundaciones (Balmford et al., 2002). Existen también incentivos para el empleo. Por ejemplo, en Bolivia el turismo en áreas protegidas genera cerca de 20 mil empleos e indirectamente beneficia a más de 100 mil personas (Pabon-Zamora et al., 2009).

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