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Cardenal fuera de Solentiname
E

n julio pasado, el sacerdote y poeta Ernesto Cardenal recibió de manos de la presidenta chilena Michelle Bachelet el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, otorgado por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de Chile.

En ese acto de merecido reconocimiento, el político y escritor dijo –una vez más– que el régimen nicaragüense no es la revolución, no es izquierda ni sandinismo, sino una dictadura. Esta vez Daniel Ortega estalló furioso públicamente diciendo que Cardenal estaba infamando la revolución sandinista en el mundo. El poeta sabe de qué habla: lo ha vivido día a día en una Nicaragua que no logra formar un gobierno digno de tal nombre.

Ernesto Cardenal ha sido acosado, desde hace muchos años por Daniel Ortega, porque el anciano sacerdote nacido en 1925 ha sido un crítico implacable y permanente del orteguismo. El 27 de noviembre la policía de Ortega desalojó al personal y los enseres de la Asociación para el Desarrollo de Solentiname (APDS), ubicada en la isla de Mancarrón, en el archipiélago de Solentiname. Ahí reside Cardenal; hay ahí un inmueble, un hotel con el mismo nombre de la isla, donde se aloja la APDS. Ortega pretende despojar al poeta de ese inmueble e impedir el funcionamiento de la asociación.

El autor de Epigramas creó la conciencia revolucionaria y sandinista de una parte significativa de los hombres y mujeres que organizados en el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) terminaron echando a Somoza de Nicaragua. En una acción en la que, por cierto, no participó Ortega: en la insurrección de 1978 y 1979 no combatió contra la Guardia Nacional porque estaba en Costa Rica. En julio de 1979 Somoza huyó de Nicaragua y, posteriormente, Ortega llegó de Costa Rica a unirse a la Junta de Reconstrucción Nacional. No pasó mucho tiempo antes de que acabara convirtiéndose en el jefe de Estado de facto.

Inevitablemente, Cardenal terminó rompiendo con él desde 1994. En 1990 Daniel Ortega había perdido la presidencia debido al acoso de la contra (apoyada por el gobierno estadunidense), y debido, principalmente, a una pésima gestión de gobierno. salió del gobierno, pero se volvió el propietario del partido (del FSLN). El autoritarismo orteguista fue la causa que llevó a Cardenal a dejar el Frente.

Cardenal y la APDS fundaron en Mancarrón una institución formadora de nivel de bachillerato, en la que se ensayan métodos educativos innovadores, apoyados por Carlos Tünnermann, quien es miembro del Consejo de Administración de la Universidad de Naciones Unidas y del Club de Roma, subdirector de la Academia Nicaragüense de la Lengua y presidente del Centro Nicaragüense de Escritores. Ha sido secretario general del Consejo Superior Universitario Centroamericano, rector de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, ministro de Educación de Nicaragua, embajador de su país ante el gobierno de Estados Unidos y la OEA, miembro del consejo ejecutivo de la UNESCO y consejero especial de ese organismo para la educación superior en América Latina y el Caribe. Pero Solentiname es mucho más que un centro educativo.

Cardenal es sin duda un sacerdote peculiar. Ha sido un ideólogo formador de conciencias, ha sido un poeta que escribe poemas al amor y a las muchachas, incluida Marilyn Monroe; ha sido un revolucionario combatiente, un educador…; con estos horrores encima no es extraño que en 1983, Juan Pablo II al visitar Nicaragua, frente a cámaras de televisión que transmitían a todo el mundo, amonestó e increpó severamente a Ernesto Cardenal, arrodillado ante él en la misma pista del aeropuerto, por propagar doctrinas apóstatas (según la fe católica) y formar parte del gobierno sandinista.

Al denunciar los hechos de Solentiname, el poeta dijo que los policías jamás mostraron una orden de desalojo. Pese a la persecución política no temo de nada ni de nadie y no dejaré de denunciar al mundo la dictadura que se vive en Nicaragua y la persecución política que estoy sufriendo por la familia de Daniel Ortega, dijo al preguntársele si temía por su vida.

Ante estos hechos, escritores y escritoras, miembros del Centro Nicaragüense de Escritores expresaron: “dejamos sentada nuestra protesta ante este atropello a la cultura de nuestro país. Esta acción responde a intereses políticos, que si bien por una parte dicen promover la paz y la reconciliación, por otra polarizan cada vez más la vida del país (…) en última instancia, la comunidad de Solentiname es la que pierde. Ernesto Cardenal se defiende solo; lo defiende su renombre, su quehacer magnífico en el que van de la mano creación y compromiso social. Demandamos del Instituto Nicaragüense de Cultura y del Instituto de Turismo que cumplan su mandato, y que sus personeros hagan ver al presidente Ortega y a su esposa, la escritora Rosario Murillo, el revés e impacto político negativo que puede tener su gestión a escala internacional por este nuevo atropello a la cultura. ‘Ahí está la paz’, dijo Julio Cortázar, divisando desde el aire a Solentiname ‘bajo un cielo dorado de atardecer’, ya superado su Apocalipsis sufrido en la época somocista, y feliz en su retorno a ese jardín ecológico donde animales y plantas son esculpidos por una comunidad de artistas y pintados por manos ingenuas que ahora recorren el mundo”.