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Ver día anteriorViernes 11 de diciembre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Bataille y el erotismo
H

eidegger dijo acerca de Georges Bataille que podía ser considerado como la mejor cabeza pensante de Francia en el siglo XX.

Calificado de genial y contradictorio, Bataille fue un apasionado escritor y un profundo filósofo que vivió y escribió hechizado y seducido por los enigmas del erotismo y la muerte.

Su vasta producción incluye novela, crítica, ensayo y poesía. En ella queda patente que, para Bataille, el placer y el dolor están siempre inexorablemente unidos y que el erotismo es la aprobación de la vida hasta la muerte.

En palabras de Jacques Derrida: “Bataille a veces le opone al ‘discurso significativo’ la palabra poética, extática, sagrada; pero esta palabra soberana no es otro discurso, otra cadena que se despliega al lado del discurso significativo”.

Influenciado por Sade y Rimbaud (transgresión y poética), como vemos en su ensayo sobre el erotismo, se percata de la encrucijada de estas violencias fundamentales sobre las que llegará a afirmar que representan la disolución de las formas.

Bataille se aparta de Sade, ya que esta disolución de las formas lo convence de la imposibilidad de representar. Mientras Sade toma como punto de apoyo la criminalidad del deseo para representar a partir del cuerpo lo que se antoja imposible de representar, Bataille, piensa, a partir del terreno de lo indiferenciado, en la desaparición del cuerpo debido a la fascinación por la muerte.

Según Le Brun “la prueba de equivalencia entre la muerte y el erotismo está en el hecho de que ambos conducen a la apertura, la continuidad ininteligible, incognoscible, es decir, a lo irrepresentable.

Bataille, imbuido por estos pensamientos, reflexiona en profundidad sobre el erotismo. Enuncia al respecto: Con mucha frecuencia, los arrebatos a los que vinculamos el nombre de Eros tienen un sentido trágico.

Para poder comprender las vicisitudes del erotismo el filósofo nos conmina a remontarnos a los periodos intermedios del mesolítico, donde encontramos los primeros testimonios de combates donde los hombres se mataban entre sí hace aproximadamente 10 mil años.

Desde entonces la guerra ha sido una práctica común en las sociedades humanas. La vida humana, al salir de la simplicidad de los primeros tiempos eligió el camino maldito de la guerra.

Al principio, los vencidos (prisioneros y mujeres) eran masacrados en tanto los niños eran adoptados por los vencedores. Con el paso del tiempo esta circunstancia da un giro crucial. Los vencidos conservarán la vida, pero perderán la libertad. Es así como nace la esclavitud. Mientras los esclavos son explotados haciendo labores agrícolas y ganaderas, los jefes y los guerreros gozan de la ociosidad. Dicho sea de paso las cosas han cambiado muy poco.

En pleno siglo XXI el maltrato y desprecio por las clases trabajadoras es una constante, y aunque en la aldea global las cadenas sean virtuales, no dejan de ser cadenas.

Si bien señala Bataille que el erotismo precedió a la división de la humanidad en hombres libres y esclavos, la riqueza de los poderosos, lograda a expensas de la guerra y la esclavitud (compulsión a la repetición enunciada por Freud) dio un vuelco brutal hacia un proceso de degradación.

En palabras de Bataille: Los privilegios hicieron de la prostitución el cauce normal del erotismo, colocándolo bajo la dependencia de la fuerza o de la riqueza individual, condenándolo finalmente a la mentira. No debemos equivocarnos: desde la Prehistoria hasta la Antigüedad clásica, la vida sexual se descarrió, la guerra y la esclavitud la anquilosaron.

Guerra y degradación, la historia continúa.