Política
Ver día anteriorViernes 11 de diciembre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Obama = Bush
E

l primero de diciembre pasado, en la academia militar de West Point, Barack Obama pronunció un discurso que podría significar el fin de su administración de la esperanza, una muestra más de la vocación intervencionista de Estados Unidos y la confirmación de que el premio Nobel de la Paz fue precipitado. (En cuanto al Nobel, resulta claro que el premio ha tenido peores galardonados: miren que otorgárselo a Henry Kissinger, arquitecto del golpe de Estado que desató la barbarie de Augusto Pinochet y destructor de Laos y Camboya: ¡cuánta destrucción y muerte causaron esas decisiones!)

Cuando la popularidad de Obama va en descenso, y la economía se tambalea entre los buenos deseos y la clara perspectiva de volver a caer; cuando la ultraderecha continúa empeñada, hoy más que nunca, en una campaña (qué digo campaña: guerra) para impedir su relección, Obama envió 30 mil soldados adicionales a pelear una guerra que ninguna potencia internacional ha ganado en las escarpadas montañas de Afganistán.

Hasta hoy, la de Estados Unidos había sido una guerra de baja intensidad, conteniendo al talibán para apuntalar al régimen corrupto de Hamid Karzai y esperando, cada vez con menores probabilidades, toparse con el fantasma de Osama Bin Laden en las impenetrables cuevas de Tora Bora.

La de Obama, con 100 mil soldados comprometidos, se confirma como una guerra en toda la extensión de la palabra. Así lo dijo en la comparecencia legislativa del secretario de la Defensa, el poderoso representante por Nueva York Gary Ackerman: ¿cuándo van a reconocer que esta es una nueva guerra? Una más –diría yo– sin autorización del Congreso y por decisión del presidente en turno: primero George W. Bush en Irak, y ahora Obama.

Es obvio que el nuevo presidente se topó con el nefasto complejo militar industrial denunciado en los últimos días de su administración por el general Eisenhower (el gobierno debe protegerse contra la influencia indebida del complejo militar industrial. Existirá siempre el riesgo de que ese enorme poder caiga en manos equivocadas: como las de Bush en Irak, ¿y ahora Obama?).

En su declaración de guerra Obama recurrió a los mismos puntos de referencia de Bush: el 11 de septiembre de 2001, el terrorismo internacional y la seguridad del mundo. Y esgrimió idénticas justificaciones: asegurar la instalación de un gobierno democrático y permitir que en un tiempo perentorio los afganos puedan enfrentarse al talibán. ¡Qué desilusión! ¿Obama, Nobel de la Paz, construyendo naciones por la fuerza de las armas? Como Bush en Irak, como Reagan en Nicaragua, como Kennedy en Vietnam.

Además de caer en la tentación conocida como nation building, Obama cayó en el juego inevitable de la relección: prometió regresar los soldados en julio de 2011: ¡justo antes de las elecciones de 2012! Con su decisión recuperó una buena parte de la derecha, que lo consideraba caballo de Troya del Islam, y al regresar las tropas antes de la relección volverá a ser el héroe que ganó por un amplio margen en 2008. ¿Cinismo? No, política.

Las semejanzas con Bush son alarmantes: la estrategia de éste al final de su mandato, conocida en inglés como “surge”, se convirtió en el “push” de Obama. La idea viene seguramente del complejo militar industrial (sobre todo en esta época de desempleo masivo) y consiste en avasallar al enemigo con dinero, tropas y armas. No funcionó en Irak. ¿Por qué habría de funcionar en Afganistán?

Durante la presentación en West Point una joven espectadora sacudía la cabeza en desacuerdo: era Kori Schake, maestra de seguridad internacional en West Point. Al ser entrevistada después del acto, Schake lanzó tres críticas fundamentales al plan del presidente: la decisión de continuar apoyando incondicionalmente al régimen corrupto e ineficiente de Hamid Karzai, la ausencia de un plan de ayuda económica y social, y la ilusoria creencia de que los afganos podrán asumir su propia defensa en 18 meses. Obama está cometiendo los mismos errores de Bush, evaluó Schake, que en septiembre de este año, desilusionada por la ausencia de un plan de ayuda humanitaria, publicó en The Wall Street Journal (25/09/09) un artículo titulado Comprométase en Afganistán o sálgase.

Existe la posibilidad de que Obama no tenga como único objetivo derrotar al talibán, sino extender la guerra al otro lado de la frontera para controlar Pakistán, al que los expertos militares consideran un Estado fallido sentado en un arsenal nuclear. La retórica de Obama, mejor expresada y con más claridad que la de Bush, recordó los argumentos de éste en el caso de Irak: esta guerra será una prueba de nuestra determinación y liderazgo en el mundo. Después, en forma increíble concluyó: de la misma manera que lo hicimos en Irak, ejecutaremos esta transición en forma responsable. ¿Bush actuó en forma responsable en Irak? ¿Se puede hablar de ”transición” democrática en Irak? No sería extraño que, junto con la campaña para revocarle el Nobel a Gore, por exagerar las cifras del cambio climático, se inicie una más para anular el que recibió Obama esta semana.