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Ver día anteriorDomingo 20 de diciembre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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El Caribe en la espiral migratoria
H

asta la década del 50 Cuba era un país de inmigración. La Habana era una ciudad moderna, ruidosa y noctámbula, que atraía tanto turistas como inmigrantes. Muchos españoles llegaron a sus costas, especialmente jóvenes que querían escapar del servicio militar, tan estricto en aquellas épocas.

La revolución cubana terminó con ese proceso, el país dejó de ser atractivo para los inmigrantes pobres que buscaban futuro en esas tierras, se cerraron las puertas al turismo y el país se volcó hacia adentro, para poner en marcha un proyecto económico, político y social totalmente inédito en la región.

Ahora Cuba se ha convertido en un país de emigrantes. El 11.5 por ciento de su población radica fuera, mayoritariamente en Estados Unidos. Se trata de una emigración masiva, que deja una huella muy pronunciada en la vida económica, política y cultural de la isla. Paradójicamente este mismo proceso se ha dado en toda América Latina, aunque por razones diferentes. Sin ir más lejos, México tiene a 12 por ciento de su población viviendo y trabajando fuera del país.

No obstante, para ser justos, la comparación habría que hacerla entre Cuba y sus vecinos caribeños, donde la situación parece ser mucho peor. En efecto, los países caribeños con más de la mitad de su población nativa fuera del suelo patrio son: Grenada (69.4 por ciento), Dominica (54 por ciento) y Puerto Rico (51 por ciento). Se trata, por decir lo menos, de una situación catastrófica, donde no hay mínimas oportunidades de empleo y desarrollo, donde el futuro ha quedado cancelado. Causas hay muchas, pero sin duda se puede apreciar el impacto de la intervención estadunidense en Grenada, la postración en la que quedaron las excolonias inglesas del Caribe, como Dominica, y el callejón sin salida de ser un país libre asociado como Puerto Rico. En el mismo contexto regional Barbados tiene un índice emigratorio de 42.2 por ciento; Jamaica, 39.1; Bermudas, 37.8; Trinidad y Tobago, 27.7; Bahamas, 12; Dominicana, 12; Aruba, 11.7, y Haití, 9.8 por ciento. Ya en el continente, pero finalmente caribeños, cabe señalar los casos de Belice, con un índice de 21.9, y Guyana, con 55.6 por ciento.

En este contexto, se podría decir que Cuba sale bien parado, con un modesto 12 por ciento en términos comparativos. Aunque en realidad se trata de migración masiva. Pero sin duda el caso de Cuba es especial, más de algún lector podría especular acerca de cuántos cubanos quedarían en la isla si hubiera libertad de tránsito. En los dos momentos históricos que Cuba abrió sus puertas, mejor dicho sus puertos, en Camarioca (1965) salieron cerca de 300 mil cubanos, tanto por mar, como en el puente aéreo que se estableció en ese mes. Luego en 1980 se abrió el puerto de Mariel y nuevamente emigraron unos 150 mil cubanos, de todos los colores, profesiones y condiciones sociales. Luego, han salido cientos de miles de cubanos a cuenta gotas, unos en balsas, otros han desertado en algún viaje y muchos no han regresado.

La condición de insularidad de Cuba facilita el control emigratorio y no se puede eludir el hecho objetivo de que el sistema político cubano se ha caracterizado por limitar la libertad de tránsito. Pero si planteamos el peor de los escenarios, que 50 por ciento de la población nacida en Cuba estuviera viviendo fuera, estaría en la misma situación que Puerto Rico, que goza de todas las ventajas de ser un socio menor del imperio pero que tiene un índice de bienestar por debajo de Alabama, el estado más pobre de la Unión Americana.

Aunque parezca extraño uno de los principales indicadores del desarrollo y del progreso es la inmigración. Los países que reciben inmigrantes suelen ser prósperos, atractivos, con futuro. Los que expulsan a su población nativa suelen ser subdesarrollados, opresivos, sin oportunidades. Un ejemplo patente de este dilema es España, que durante los 40 años de dictadura franquista expulsó a cientos de miles de sus nacionales y durante la democracia y la recuperación económica ha recibido a 5.3 millones de inmigrantes, 12 por ciento de la población total. Sí, inmigrantes que contribuyeron en gran medida al desarrollo y crecimiento económico de España.

La emigración masiva es un mal síntoma y el Caribe parece estar sumido en una espiral migratoria muy profunda, consecuencia directa de la explotación colonial (inglesa, francesa y holandesa), del sistema neocolonial americano y del experimento fallido del socialismo cubano. Ni colonialismo, ni capitalismo, ni socialismo parecen haber dado resultado en el Caribe. La gente se va, abandona sus playas y bohíos para sumirse en la profundidad de los guetos urbanos, fríos y violentos. Y esta opción parece ser mejor que el paraíso tropical, la linda Borinquen o la Quisqueya añorada. Paradójicamente, el país caribeño que tiene el menor índice emigratorio es Haití, son tan pobres que no tienen recursos ni siquiera para emigrar.