Opinión
Ver día anteriorLunes 21 de diciembre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Toros
¿La fiesta en paz?

Catalanes ganapanes

L

eo en un encabezado tan deseoso como precipitado: Prohíbe el Parlamento de Cataluña las corridas de toros, si bien el contenido de la nota se encarga de desmentir dicha afirmación, ya que únicamente ha sido aprobada una iniciativa, según esto impulsada por 180 mil ciudadanos, que abre las puertas para prohibir las corridas de toros de manera definitiva, por considerarlas un maltrato y tortura animal evitable.

Aquí, en Barcelona y en China, una cosa es aprobar una iniciativa, una propuesta en una asamblea legislativa, y otra muy diferente su aprobación como ley, por lo que, siempre según la nota, Dicha propuesta continuará el debate a principios de 2010 y, de mantener el respaldo con el que actualmente cuenta, podría convertirse en un delito la práctica del toreo en Cataluña.

Por otra parte, ganapán se le dice al individuo rudo y tosco que se gana la vida llevando y trayendo recados o transportando bultos. Una especie de mensajero sin idea o de cargador medido de juicio. Y precisamente así han actuado los seudomodernos políticos catalanes y los animalistas y ambientalistas que les hacen coro, embarullados todos con ideas tan confusas como irreflexivas y con una demagogia de campeonato escolar de oratoria.

Ojalá el problema se redujera a la lucha contra el maltrato de los animales, pero el trasfondo de esta nueva embestida antitaurina tiene que ver más con factores políticos que con la comodona reivindicación animal –reivindicar seres humanos ya es más complicado, y si no que le pregunten a los migrantes que mendigan trabajo en los países desarrollados. Aquí, ya ni pa’ donde hacerse.

Afanes electoreros, clientelismo oportunista, europeísmo acomplejado y un afán casi patológico de desvinculación de algunas expresiones que los identifiquen con tradiciones españolas arcaicas –religión sí, toros no–, estos catalanes ganapanes, como todo correveidile que se respete, nomás no entienden las contradicciones de un modernismo de cartón que les impide actuar como individuos pensantes.

Invocan la postura fascista que otorga al Estado poder absoluto para prohibir lo que a su conveniencia resulte nocivo para el pueblo, así se trate de tradiciones milenarias, atentando contra las garantías individuales y colectivas de las personas. ¿Qué son 180 mil firmas contra 7.5 millones de habitantes en Cataluña? El porcentaje es tan ridículo como tolerar la prostitución infantil con migrantes y prohibir la tauromaquia por cruel.