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En el SME, aventura del colectivismo creativo

El mural Retrato de la burguesía fue pintado codo a codo por Josep Renau y David Alfaro Siqueiros

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Detalle de un boceto del mural La electrificación de México acabará con la miseria del pueblo, que se planeó para el vestíbulo del SME, pero que no se concretóFoto tomada del catálogo
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Josep Renau y David Alfaro Siqueiros formaron parte de un colectivo de artistas para la realización del mural del SME (en la imagen), que finalmente concluyó el valenciano en solitarioFoto Yazmín Ortega Cortés
 
Periódico La Jornada
Lunes 28 de diciembre de 2009, p. a32

Sin duda, la empresa más ambiciosa de cuantas Renau acometió en México fue la del muralismo, actividad que se concretó primeramente en la escalera de la sede del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), Retrato de la burguesía, señala Jaime Brihuega en su ensayo Zum sobre el periodo mexicano (1939-1957), incluido en el catálogo adicional homónimo de Josep Renau (1907-1982); compromiso y cultura, exposición itinerante montada en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco.

La realización del mural con piroxilina sobre aplanado de cemento, del edificio de Antonio Caso 45 –entre julio de 1939 y julio de 1940–, empezó como una aventura de colectivismo creativo, cuyo trabajo fue continuado por Renau ya en solitario, con el proyecto de un mural para el vestíbulo de dicho sindicato, que no llegó a materializarse.

De acuerdo con Brihuega, el trabajo del SME fue intenso y apasionante. La posibilidad de pintar codo a codo con David Alfaro Siqueiros, integrado en un colectivo de artistas mexicanos (Siqueiros, Luis Arenal y Antonio Pujol) y españoles (Antonio Rodríguez Luna, Miguel Prieto y él mismo), simbolizó para Renau el verdadero punto de encuentro con la vida cultural y social mexicana.

Orlando S. Suárez, en Inventario del muralismo mexicano, menciona a Roberto Berdecio y Fanny Rabel también como parte del equipo.

Renau había conocido a Siqueiros en 1937, en Valencia. En el artículo Mi experiencia con Siqueiros, publicado en el número 25 de Revista de Bellas Artes (primero de febrero de 1976), Renau cuenta las muchas vicisitudes de dicha composición mural.

Además de las complicaciones derivadas del espacio arquitectónico destinado al mural, una estrecha caja de escalera, y de las que engendraba el intento de articular un verdadero sistema colectivo de creación, se unieron otras circunstancias muy precisas, como la renuncia de Rodríguez Luna y de Prieto por diferencias de criterio en el desarrollo de los trabajos, y el forzado abandono de Siqueiros y los otros artistas mexicanos a causa de la implicación de éste en un atentado contra Trotsky.

El 24 de mayo Siqueiros intentó asesinar, junto con un grupo de camaradas estalinistas, a León Trotsky, pero fracasó y fue detenido y encarcelado.

Como consecuencia, Renau tuvo que acabar el trabajo en solitario, asistido por su mujer, la también pintora Manuela Ballester.

A pesar de todos estos inconvenientes, Brihuega asegura que los murales del SME lograron cifrar dos claves fundamentales, identificadas en su tiempo como auténticos ejes vertebradores del compromiso político y social del arte.

En primer lugar, la “colectivización del acto creativo, asumido como una matriz productiva capaz de transmitir su esencia revolucionaria incluso al hemisferio de la recepción artística, fundiendo así, en un mismo crisol antindividualista, los perfiles materiales y semióticos del arte.

“Y, segundo, “diseño y ejecución de los murales partiendo de una concepción científica del hecho perceptivo, entendido como plasmación estereotípica del factor común a los múltiples procesos de la lectura físicamente extendidos en el espacio y el tiempo (o sea, a la suma de los de cada uno de los espectadores posibles).

“En estos procesos, tanto el movimiento del sujeto que mira desplazándose por el cubo de escalera que alberga los murales, como el comportamiento dinámicamente variable de sus ejercicios de lectura visual y mental, incorporaban a dicho sujeto como integrante activo y de pleno derecho de esa concepción colectiva del hecho artístico, concebido tal ‘hecho artístico’ como la suma del proceso de producción y del de recepción.”

Meses después de acabado Retrato de la burguesía, Renau presentó en el SME los bocetos y esquemas compositivos para un nuevo mural, destinado a ocupar cuatro de las paredes del gran vestíbulo de entrada en la misma sede: La electrificación de México acabará con la miseria del pueblo. Según Brihuega, aunque dicho mural no llegó a realizarse, tanto sus esquemas de composición como los bocetos realizados con base en fotomontajes que se han conservado, recuerdan la sintaxis visual utilizada en la serie de fotomontajes en color Los trece puntos de Negrín (1938), realizada para la Feria Internacional de Nueva York de 2009.

Consultada al respecto, Lucía García Noriega, titular de la Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble, del Instituto Nacional de Bellas Artes, señaló que la última restauración del mural se realizó en octubre de 2007.