Opinión
Ver día anteriorLunes 4 de enero de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Los bosques y el ciclo del agua
I

niciemos el año recordando una promesa: con motivo del asesinato del activista ambiental Aldo Zamora hace casi tres años, las autoridades encabezadas por el licenciado Calderón ofrecieron dar con el paradero de los responsables del crimen y poner fin a la acción de los talamontes que diezman los bosques que enmarcan las lagunas de Zempoala. Prometieron sellar la región de tal forma que los enemigos de la naturaleza no pudieran actuar con la impunidad acostumbrada. Como en tantas ocasiones lo han expresado reconocidos especialistas, es necesario garantizar la existencia de esos bosques, pues son básicos para producir el agua que luego utilizan diversas poblaciones.

Lo anterior se aplica también a un área mucho más amplia: el corredor biológico Chichinautzin, de enorme importancia por su diversidad biológica (se encuentran allí, clasificadas, más de mil especies animales y vegetales) y por ser la fábrica de agua que consumen quienes viven en Cuernavaca, Huitzilac, Ocuilán y otras poblaciones ubicadas en los estados de México y Morelos. La integridad de dicho corredor ha sido durante años defendida por pobladores, científicos y grupos ambientalistas cada que alguna dependencia oficial anuncia planes para afectarlo con obras de la más diversa índole.

Pero lo que no destruyen las autoridades lo hacen los talamontes que siguen activos en las lagunas de Zempoala y áreas aledañas. Pese al gran esfuerzo de los comuneros para cuidar el bosque y volver a cubrir de vida vegetal y animal las áreas deforestadas, se continúa restando superficie arbolada, en muy buena parte gracias al respaldo de autoridades corruptas.

No está por demás insistir en que el bosque es clave para que haya agua. Y muchísimo más cuando las variaciones ocasionadas por el cambio climático elevan las temperaturas y llueve menos de lo normal. Como resultado, y no únicamente por el efecto de El Niño, presente ahora en América, se redujo notablemente el volumen del agua almacenada en las lagunas. Mientras en ellas hay menos líquido del normal, como en tantos otros sitios del país, continúa la deforestación. Miguel Valdepeña, quien trabaja para la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), denunció hace cinco meses que los delincuentes no sólo diezman los recursos naturales, sino que cometen otros delitos, como el robo de autos. Y algo más: la amplia red de cómplices con que cuentan y que los alerta de la presencia de la fuerza pública que intenta capturarlos. De esa red forman parte lo mismo taxistas que pobladores involucrados en la tala. Ello explica por qué en zonas como Ocuilán y Huitzilac se deforesta con técnicas avanzadas, de efecto rápido; por qué los aserraderos funcionan con tomas clandestinas de energía eléctrica o motores a combustión. Valdepeña señaló que 95 por ciento de los árboles talados los transforman en aserraderos locales en vigas, polines y tablones que luego se envían al Distrito Federal. Exactamente lo mismo ocurre en otras áreas del país: desde la región donde cada año inverna la mariposa Monarca hasta Guerrero, Oaxaca, Chiapas o Durango.

Y hablando de la mariposa, se denuncia que la delincuencia está presente en su reserva natural (más de 55 mil hectáreas ubicadas en los estados de Michoacán y México), que no es un lugar seguro para los visitantes. De diciembre a febrero, miles acuden a los santuarios para contemplar los millones de ejemplares de la hermosa viajera, símbolo de la cooperación ambiental de América del Norte. Las poblaciones ubicadas dentro de la reserva reciben por los diversos servicios que brindan a los turistas ingresos importantes, en la época de mayor escasez de trabajo.

El narco y la delincuencia organizada existen en Michoacán, pero muy poco se manifiestan en la reserva de la mariposa, que destaca por la pobreza de sus habitantes. Los lugareños hacen frente común para impedir que a los talamontes se sumen otros delincuentes. Lo lograrán si cuentan con el apoyo de las autoridades y éstas cumplen con la ley, de tal forma que la reserva sea, como hoy, un atractivo turístico seguro para los amantes de la naturaleza.