Sociedad y Justicia
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Aprender a morir

Hijos de... familia

S

egún las religiones, el erotismo envilece y la procreación engrandece, independientemente del nivel de conciencia de los procreadores, por lo que el bíblico creced y multiplicaos continúa a la alza, no para cumplir con una supuesta voluntad divina o con los designios de la naturaleza, sino para que ciertos sectores cuenten, por tiempo indefinido, con legiones de crédulos manipulables y con mano de obra barata e incluso gratuita. Matrimonio, indisolubilidad, divorcio y anulación siguen siendo un gran negocio para algunos, incluidos aquellos que condenan la simonía o comercialización de lo espiritual.

En el mejor de los casos los hijos responsabilizan; en la mayoría separan a la pareja, que desde su respectiva falta de preparación intentará darle lo mejor a la prole, lo que a la postre se ha traducido en aumento de neurosis en la sociedad. El mundo está como está –aquí ponga el adjetivo de su preferencia– precisamente gracias a la familia, pues mandatarios, eclesiásticos y banqueros, por decir, también son hijos de familia, entendida ésta como la mejor escuela donde se aprenden los valores que dignifican a la persona, al decir del pontífice en turno.

¿Por qué esta renuencia a cuestionar a la familia tradicional? Por el pánico a revisar el concepto de relación humana que se maneja desde siempre: los de arriba mandan, los de abajo obedecen y Dios, estando con los de arriba, se da tiempo para consolar a los de abajo a través de su verdadera religión (aquí ponga el nombre de la que mejor le haya convencido a costa de su propia conciencia). La nefasta postura que confunde costumbre con calidad de vida, sostiene que poligamia y adulterio atacan a la familia, siendo que la estructura monolítica de la familia normal, al desentenderse de la naturaleza humana y aferrarse a los dogmas, al privilegiar la productividad sobre la reflexión, se erigió en la mejor promotora de la satanizada infidelidad, no por jadeante menos extendida.

¿Un hombre y una mujer de veras están más capacitados para amar y formar seres humanos que una pareja homosexual? ¿Las neuronas son cuestión de género o se estimulan o inhiben por igual en individuos e individuas? Los mandatarios, eclesiásticos y banqueros, por decir, que ha padecido la humanidad, ¿mejorarían su percepción de sí mismos y de la vida si fuesen formados por parejas homosexuales? Ya es tiempo de probar, porque la familia normal de plano dejó mucho que desear.