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El libro es una pequeña diablura que me permití, dice la autora Guadalupe Rivera Marín

Plantea Los círculos de los dioses origen extraterrestre de culturas precolombinas

Aunque es una novela surge de una investigación de tres décadas, asegura la hija de Diego Rivera

 
Periódico La Jornada
Jueves 14 de enero de 2010, p. 7

Sonríe, con la mirada entre traviesa y cómplice de una niña de 85 años, y finaliza la charla: Digámoslo así: ésta es una pequeña diablura que me permití para dar a conocer una investigación en la que he trabajado desde hace ya más de tres décadas.

Desde el principio de la entrevista, Guadalupe Rivera Marín se muestra afable y dispuesta a contestar lo que se le pregunte.

El motivo de la conversación es nada sencillo: una novela, Los círculos de los dioses, la primera en su bibliografía, mediante la que ha buscado documentar la presencia extraterrestre en las culturas del México precolombino.

¿Cómo y por qué un personaje con amplios estudios académicos, que ha ejercido la docencia a nivel universitario, se aventura a una iniciativa tan resbalosa y controvertida; y más aún, sostiene que lo relatado en su libro es real, con excepción de los personajes y la historia que en él se cuenta?

Éste es un tema muy complejo y que se presta mucho a la charlatanería. Aclaro que ni quiero seguir los pasos de (Jaime) Mausán (un supuesto investigador del fenómeno ovni), ni avalo lo que él hace, y tampoco estoy loca; acabo de hacerme unos estudios clínicos y mi médico puede corroborarlo, comenta la hija del pintor Diego Rivera, para abrir la plática.

Publicado por Plaza y Janés, este primer título de lo que será una trilogía novelística tiene su origen en una experiencia que la autora cuenta que tuvo hace casi cuatro décadas, en la sierra Gorda de Querétaro.

Ésta ocurrió cerca de un poblado de esa zona, cuando el vehículo en el que viajaba se detuvo de manera inexplicable, al tiempo que las luces del lugar se apagaron, y de forma súbita pasaron al lado del auto dos bolas de fuego, que los lugareños conocen como bolas rojas, brujas o tzinziniles, en otomí.

Fue así como se interesó en investigar ese fenómeno del que, menciona, varios años antes fueron testigos su papá y el también pintor David Alfaro Siqueiros, cuando en 1921 regresaban de Europa a bordo de un buque.

Doctora en derecho, ex diputada y ex senadora, Rivera Marín ahora dice contar con información para asegurar que se trata de pequeñas naves espaciales, las cuales, agrega, en la época prehispánica fueron representadas como la serpiente emplumada.

Inclusive, sostiene asimismo que la famosa Piedra del Sol o Calendario Azteca –exhibida en el Museo Nacional de Antropología– es la representación de una nave espacial, una nave nodriza.

Foto
La autora Guadalupe Rivera Marín, durante la entrevista con La Jornada Foto Jesús Villaseca

He hecho todo esto con la idea de que los mexicanos sepamos, porque nadie lo quiere saber, que somos tan antiguos o más que los egipcios; formamos parte de un cinturón cultural alrededor del mundo, anterior al diluvio, afirma Rivera Marín al referirse a su investigación y su libro.

“Fuimos naciones poderosas, cultas, que desaparecieron también con el diluvio. El Popol Vuh no es más que el relato de cuando se recupera la tierra después del diluvio.”

–¿No tiene temor de que, por esta novela, se le tache a usted de poco seria o que su salud mental sea cuestionada?

–No me importa, porque fui a ver al neurólogo; tenía ruidos extraños en la cabeza y me hicieron resonancias magnéticas. Cuando le pregunté al doctor si me estaba volviendo loca, me dijo que estaba perfectamente sana. Le comenté mi preocupación de que la gente dijera que estoy loca por esta novela y, entonces, él dijo que me defendería.

Por otro lado, a la edad que tengo (85 años), cuento con varios libros técnicos, un doctorado, una carrera política muy distinguida, muy sana y limpia, entonces que haya escrito esta novela, pues...

–¿Por qué optar por el género de la novela y no presentar los datos como un texto técnico y científico, si dice que detrás de esta obra hay una investigación exhaustiva y seria?

–Para que no dijeran que estoy loca y no me atacaran los antropólogos y los arqueólogos de manera directa. Porque, si hago el estudio con todo lo que tengo y lo demuestro desde el punto de vista técnico, hubieran cuestionado mi salud mental. Un amigo me aconsejó hacer una novela, porque en ella todo mundo inventa y dice lo que quiere.

–¿Cuánto es ficción y cuánto realidad en esta obra?

–Para mí todo es realidad, con excepción de aquellos elementos que son básicos para toda novela. En ella debe haber personajes, amor, pasión, acción. Es invención total, por ejemplo, que haya situado la historia en la época cristera, así como que los protagonistas hayan encontrado la nave espacial. Pero es muy cierto, por ejemplo, que existe una de esas cabezas colosales olmecas en la misión de Bucareli (de la sierra Gorda), la cual casi nadie conoce.

–Y, en su opinión, ¿por qué romperían de tajo el contacto que mantuvieron con las culturas antiguas?

–Porque hemos traicionado a los dioses y nos hemos vuelto avaros, codiciosos, soberbios; en lugar de haber utilizado la ciencia para el bien, la hemos empleado en hacer el mal.