Sociedad y Justicia
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Graciela Bensunsán señala que en el país la crisis en la materia viene desde 2001

Flexibilizar normas laborales hará más precario el empleo: experta

En México no tenemos sindicatos; es una burla llamar así a lo que aquí existe, señala

 
Periódico La Jornada
Lunes 18 de enero de 2010, p. 35

La crisis de México en materia de empleo no inició el año pasado. Viene por lo menos desde 2001 cuando el gobierno no hizo nada ante la debacle, frente a China, del modelo maquilador de exportación. Hoy, el país que apostó a los salarios sumamente bajos como herramienta de competencia carece de un mercado interno, incluso la ocupación informal está llegando a un límite y la propuesta oficial de flexibilizar las normas laborales sólo conseguirá precarizar aún más los puestos de ocupación, establece la investigadora Graciela Bensunsán.

Calificada por especialistas y colegas como una de las mayores expertas en materia laboral, la doctora Bensunsán es tajante: flexibilizar no es la respuesta; esta crisis de empleo no es producto de la rigidez de las instituciones laborales sino consecuencia de la crisis de la economía.

Lamenta entonces que la concepción del presidente Felipe Calderón y la del secretario del Trabajo, Javier Lozano, respecto de las reformas a la Ley Federal del Trabajo sea tan desinformada, tan alejada de lo que se ha discutido y se conoce y sabe en el mundo: esto es, que modificar las normas no puede hacerse de manera separada.

Si se quiere flexibilizar la legislación, primero hay que crear un seguro de desempleo, otorgar derecho universal a la salud, crear pensiones para todos. Sólo así se puede pensar en una ley mucho más razonable y moderna, argumenta Bensunsán.

Enseguida, en tono vehemente, enuncia: sin sindicatos no construimos una clase media. Y el problema es ése, que no tenemos sindicatos. Es un abuso, una burla llamar así a lo que aquí existe. No hay país que haya podido hacer una política igualadora, un modelo social incluyente si no es con la presencia de sindicatos.

Una política social universal no puede crearse sin una fuerza social que la reclame. Y eso no va a venir porque las elites un día se levanten y se den cuenta de las estupideces que han hecho en este país con la desigualdad y lo inviable que se ha vuelto. ¡Eso no va a suceder!, las elites siempre lo van a postergar: hay que tener quién lo haga y eso supone movilización.

Para su análisis del momento nacional, Graciela Bensunsán compara la dramática caída en el producto interno bruto (PIB) durante 2009 con la situación en Argentina y Brasil, naciones mucho menos afectadas por la crisis económica mundial.

Es así, dice, porque en éstas, desde inicios de la década, los actores económicos y sociales que ejercen contrapesos (gobierno, empresarios y sindicatos) se sentaron a negociar, a pactar y mediante cierto desarrollismo con la intervención del Estado, marcaron un rumbo y una política económica orientada al crecimiento de ciertos sectores para ser competitivos.

El resultado es que hoy –por citar sólo algunos ejemplos– Argentina tiene niveles de salario mínimo cercanos a los que tenía a principios de los años 90, mientras en México está 80 por ciento debajo de los que había en 1982. Y Brasil deja para consumo interno 80 por ciento de su producción automotriz y exporta el 20 por ciento restante, aquí la proporción es exactamente a la inversa.

La política salarial es uno de los graves problemas nacionales, señala la investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana. Y de inmediato esgrime: ¿Cómo va crecer el mercado formal, el mercado interno, con un salario tan bajo? México es uno de los pocos países, quizá sólo junto a Nicaragua y Haití, y así lo documenta la Organización Internacional del Trabajo, donde los salarios mínimos están por debajo de la línea de la pobreza. Esa política viene desde comienzos de los años 80, y es totalmente errada”.

Señala que cuando México tuvo en 2001 las señales de la crisis de su modelo exportador, entre otras razones porque China paga aún menos que aquí e impulsó una política industrial muy agresiva, así como en ciencia y tecnología, el gobierno no supo entenderlas.

En 2001 por primera vez en la historial del país, se creó más empleo informal que formal y se vio que el Tratado de Libre Comercio no dio en términos de puestos de ocupación lo que se requería.