Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 24 de enero de 2010 Num: 777

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

La utopía indígena de Ricardo Robles
LUIS HERNÁNDEZ NAVARRO

Ceniza azul y destello
HJALMAR FLAX

La desigualdad de México desde el True North
MIGUEL ÁNGEL AVILÉS

Nocturno de Charlottesville
CHARLES WRIGHT

Estados Unidos y los indocumentados mexicanos
RAÚL DORANTES Y FEBRONIO ZATARAIN

Una actriz de dos ciudades
RICARDO YAÑEZ entrevista con GABRIELA ARAUJO

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Columnas:
Señales en el camino
MARCO ANTONIO CAMPOS

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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Hugo Gutiérrez Vega

LA INFORMACIÓN (I DE X)

Con el desarrollo de la sociedad industrial, la información adquirió un carácter masivo. En las etapas históricas anteriores, el libro impreso y las hojas volantes de circulación reducida lograron, gracias al perfeccionamiento de los sistemas postales y del comercio, llevar noticias a un público compuesto casi exclusivamente por los miembros de las clases dominantes. En nuestro tiempo, la información es una necesidad cotidiana, una exigencia impuesta por el vertiginoso crecimiento de las actividades humanas. Poseer información oportuna y suficiente de lo que sucede en el mundo es una obligación que el hombre de la sociedad mercantil tiene para con la realidad, y un mecanismo de defensa que le permite planear sus actividades futuras y evadir los golpes de sus competidores. La sociedad mercantil y el poder político se alimentan con las noticias del día, proporcionan informaciones e influyen de una manera determinante en el proceso de elaboración de las noticias que llegarán al público y servirán para darle la conformación mental deseada por la ideología dominante.

Todo indica que el hombre moderno, servido por un aparato que le entrega todas las mañanas, junto al vaso de jugo de naranja, un conjunto de noticias, fotografías y artículos de opinión que le permiten ver cómo amaneció la cara del mundo, está más cerca que sus antepasados de la realidad total de lo humano. Y sin embargo, no es así. Nunca, como en nuestro tiempo, las apariencias habían sido tan engañosas. El lector de las numerosas y variadas informaciones rara vez se da cuenta de que detrás de su rito informativo cotidiano, se ocultan las manipulaciones realizadas por los especialistas del programa consistente en orientar de acuerdo con los intereses de la clase dominante, en fijar las dosis que les permitirán ejercer un control cada día más sutil sobre las posibles reacciones que los distintos públicos tienen frente a los estímulos creados por la información. De esta manera, el hombre contemporáneo es alejado del conocimiento de la realidad y limitado hasta el extremo de que sus posibilidades de pensamiento original son abolidas y su concepción del mundo circula, de modo casi exclusivo, a través de los estereotipos. La posibilidad de una personal forma de entender el mundo es reemplazada por los prejuicios sutilmente reforzados por los medios masivos.

El aparato orienta la atención a sus lectores hacia determinados temas, y los aparta de aquellos que pueden promover la organización de grupos sociales víctimas de la explotación. Su función, como afirma Mattelart, es desorganizadora y, por tanto, tiende a neutralizar la acción de las clases dominadas y a afianzar el mundo de valores de la clase dominante. En la sociedad capitalista, la información busca que el hombre acepte las características propias de un mundo regido por las leyes mercantiles. Para lograrlo, no vacila en difundir el programa que ha convertido el amor en una transacción comercial, el arte en una actividad sujeta a las leyes de la oferta y la demanda, y la religión en la defensora de un orden social injusto y antihumano.

Este programa hace que el aislamiento del hombre, paradójicamente rodeado de noticias de todo lo que pasa en el mundo, sea cada día más grande. En la selva actual, la actividad humana está regida por las leyes de la competencia y los medios se encargan de fomentar el espíritu competitivo que nos aísla de los demás, deshumanizándonos, convirtiéndonos en bestias de una voracidad inagotable.

Ante los fenómenos de la información actual, es conveniente recordar algunos aspectos del desarrollo histórico de la prensa informativa. Pienso que remontarnos al estudio de sus antecedentes no corresponde a las exigencias propias de este trabajo. Resultará más útil partir del momento en que el perfeccionamiento de los sistemas de impresión y de distribución permitió a la prensa incidir de una manera determinante en el medio social. Desde ese momento ha recorrido un largo camino de servicio al hombre, cuando ésta cumple con su verdadera misión, y de enajenación del hombre cuando se limita a cumplir el papel de una empresa mercantil, inserta en el cuadro general de la sociedad capitalista.

El año 1440 marca la iniciación de lo que Marshall McLuhan llama la “Galaxia gutembergiana.” Gracias al invento, las hojas manuscritas por los rapportisti ampliaron su esfera de circulación y de influencia. Las primeras hojas impresas tuvieron funciones diversas; algunas se limitaron a proporcionar noticias para enriquecer a sus impresores, mientras que otras buscaron difundir las nuevas ideas y proponer al público temas de reflexión sobre la realidad sociopolítica. Las ideas de reforma de Lutero encontraron en las hojas impresas un magnífico medio de difusión.

El perfeccionamiento de los sistemas postales permitió a los impresores recibir y transmitir noticias con una eficacia mayor. Las gazzette y los zeitung, unidos al correo, ampliaron sus servicios y lograron llegar a un público más amplio.

(Continuará)

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