Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 24 de enero de 2010 Num: 777

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

La utopía indígena de Ricardo Robles
LUIS HERNÁNDEZ NAVARRO

Ceniza azul y destello
HJALMAR FLAX

La desigualdad de México desde el True North
MIGUEL ÁNGEL AVILÉS

Nocturno de Charlottesville
CHARLES WRIGHT

Estados Unidos y los indocumentados mexicanos
RAÚL DORANTES Y FEBRONIO ZATARAIN

Una actriz de dos ciudades
RICARDO YAÑEZ entrevista con GABRIELA ARAUJO

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Columnas:
Señales en el camino
MARCO ANTONIO CAMPOS

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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Una actriz de dos ciudades

Ricardo Yañez entrevista con Gabriela Araujo

Araujo, actriz de diversos medios, maestra, directora y productora de teatro, se inició en el oficio en 1960 y ha trabajado en Ciudad de México y su natal Guadalajara, donde radica. Estudió en el INBA y ha obtenido, entre otros reconocimientos, la Medalla Virginia Fábregas, los premios Rey de España y, por su actuación en Falsa crónica de Juana la Loca, Lo mejor del teatro en México; asimismo un Ariel por su coestelar en El signo de Tánatos, filme dirigido por Cristian González. Fue candidata a la Diosa de Plata como revelación femenina por La Generala, donde trabajó al lado de María Félix, y postulada como mejor actriz por Lástima que sea puta, bajo la célebre dirección de Juan José Gurrola. Tiene un disco con el poema Muerte sin fin, producción en la que participó José Gorostiza Ortega, hijo del poeta, y varios como cantante, el más reciente de los cuales dedicado a la Revolución mexicana.

–¿En qué proyecto trabajas?

–Escribo una obra sobre la Independencia y la Revolución mexicanas que esperamos sea puesta por la Compañía Estatal de Teatro de Jalisco, y estoy preparándome para celebrar el año que entra cincuenta años como actriz.

–¿Por qué grabar Muerte sin fin?

–Es un texto del que me enamoré, probablemente por ser a veces tan inalcanzables sus esencias. Hay ciertas partes que atrapo siempre de diferente manera. Lo analizamos cuando Salvador Garcini lo dirigió en el '87 y éramos parte de la Compañía del Cervantino. Me dolió no participar en el espectáculo por hacer la telenovela El vuelo secreto, que dirigió Martha Luna. No obstante estar grabado, a veces lo leo-digo en algunos espacios. El disco lo produjo La Universidad de Guadalajara y el sistema Jalisciense de Radio y Televisión. Además, tengo un gran afecto por José Gorostiza hijo, quien también intervino en la producción.

–De compañeros como Gurrola, Argüelles, Ebergengy, Sabido, ¿qué me dices?

Con Gurrola pude ver y sentir el espacio escénico cuando trabajamos en Lástima que sea puta, de Ford. Magnífico reparto. Esa puesta hizo época. El gordo Gurrola, de negro, con capa y bastón, sus ojos grandes y sus dientes chicos, alerta, sensual y con un sentido del humor ácido a veces. Airado, lo vi alzar la voz verdaderamente y ofender a alguien. Buen pintor. Después de la función nos reuníamos en su casa, nos poníamos a bailar y me pedía que le cantara al oído. También me dirigió en Espejos. Mauricio Davison era su actor favorito. Con Lástima que sea puta representamos a México en Estados Unidos en el '79. Convivimos con gente de todo el continente. Nos presentamos en Nueva York y Washington. En Connecticut, en un desfile bajo la lluvia, todos bailábamos y reíamos. Volteé alegre la cabeza y tuve una maravillosa sensación al ver artistas de toda América. Fuimos Vera Larrosa, José Ángel García, Mauricio Davison, Hugo Gutiérrez Vega, Ofelia Medina, Justo Martínez, Alejandro Luna, Fiona Alexander, Emilio Carballido, Martha Luna y Hugo Argüelles. Hugo parecía duro, pero era dulce. Gran dramaturgo y maestro de escritores. Nos conocimos por el '70. Nunca me metí en su casa porque me daban miedo los perros. Nos juntábamos en el Toks, a una cuadra, doña Manuela Puga, mi esposo, alguien más y yo. Mela lo adoraba, era como su hijo. Hacia 1982 lo invité a que personificara a Guadalupe Posada para En busca de México de Televisa, donde conduje un buen número de programas. Estaba encantado y actuó muy bien. Varias veces estuvo a punto de morir y doña Mela ofrecía su vida por él en sus oraciones. Esa mujer, mucho mayor que yo, fue mi mejor amiga. A Ebergenyi ¿quién no lo recuerda? Varias veces grabé audiovisuales con él. Nos llamaba el querido Emilio Cárdenas. Eber genyi también era actor, le encantaba. Radio Educación era su casa. Como siempre me la vivo alternando México-Guadalajara, me sorprendió mucho lo de su muerte. Recuerdo su risa, el hambre con la que después de la grabación buscábamos alguna comida corrida por ahí. Y la profesionalidad y lo acertado de sus grabaciones. Yo había fingido ser una sirvienta por pura diversión en casa de María Amparo Soto, actriz española y Sabido me dijo, de coche a coche: “Tenemos que trabajar algún día.” Era 1967. Estábamos haciendo Almanaque de Juárez, de Carballido. Óscar Chávez dirigía a gente muy talentosa. Tuve contacto con Miguel algunas veces en años. Y luego vino Falsa crónica de Juana la Loca, su obra, que no pude hacer en el inicio y que hizo famosa a Alma Muriel y luego otras estupendas actrices. Al fin me tocó a mí, en el '95. Miguel sabía perfectamente lo que quería. La voz a usar, los acentos, etcétera. Recuerdo sus puestas en el Foro Isabelino. Ahí escuchó con su vozarrón a Martha Ofelia Galindo, a Lourdes Canale… No me perdía las pastorelas en Tepotzotlán. Miguel y su amor por México, por los indígenas de quienes él procede. Me contó que los primeros años de su vida no sabía español. Se enojaba conmigo en Juana la Loca, porque siempre me ha avergonzado que después de que uno la goza tanto actuando, todavía hay que recibir aplausos… Me daba pena.

–¿Y tu experiencia como maestra, como directora, como actriz?

–Siempre es bello ayudar a los actores a encontrar los hilos de la motivación. Eso también me fascina como actriz. Ver cómo cada uno somos nuestro propio laboratorio, y la interrelación con los demás nos enriquece y nos abre puertas a cosas que no sabíamos podían salir de nosotros.

–Con tantas cosas como haces…

Actriz es lo que soy. Me hubiera gustado ser bailarina de ballet, pintora, pianista, pero nunca tuve el tiempo. El teatro me atrapó a través de un manto griego que se deslizaba por el espacio escénico cuando yo tenía cuatro años de edad, y ya nunca pude tomar otro camino. Hago muchas cosas, pero sobre todo soy actriz.

–¿Por qué Guadalajara?

–Estamos luchando por ideales que ya casi cuajan: la profesionalización de los actores y una tradición teatral, para lo que se requiere calidad, continuidad y la colaboración real entre instituciones con el fin de llegar dignamente a una comunidad que lo requiere.