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Surgen las redes sociales haitianas, pese al soslayo de organismos mundiales, dice Susy Castor

Para refundar Haití tenemos que pensar en grande: académica

Suben de nivel las críticas al presidente René Préval por su ausencia y falta de liderazgo

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Soldados estadunidenses de la 82 división aerotransportada, en un patrullaje por la capital haitiana para prevenir saqueos y disturbiosFoto Reuters
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Periódico La Jornada
Lunes 25 de enero de 2010, p. 25

Puerto Príncipe, 24 de enero. Reconstruir, o más bien reinventar Haití. Sí, pero qué tipo de país queremos refundar: una nación bajo tutela internacional o una donde los haitianos tomemos las decisiones. Esta es la disyuntiva hoy, reflexiona la historiadora Susy Castor, dirigente de la Organización Política en Lucha y fundadora del Cresfed, el think tank haitiano.

Pero no sólo ella le da vueltas al tema. Muchos viven estos días un proceso intenso de análisis y discusión: líderes políticos de oposición, intelectuales, profesionistas de todas las ramas, cuadros técnicos, todos sueñan en voz alta. Todos aportan ideas para darle forma al Haití que debe renacer de sus ruinas. La coalición Alternativa Patriótica para el Progreso y la Democracia prepara ya una propuesta, trabajando intensamente para consensuarla con el mayor número de fuerzas sociales y políticas del país.

Hasta ahora, la imagen que se transmite en el exterior invisibiliza la voz y la presencia de los haitianos en el escenario de la catástrofe. En la gigantesca operación de ayuda mundial la sociedad haitiana no es tomada en cuenta como interlocutora, nadie nos pide opinión sobre decisiones que están tomando desde sus centros de poder, lamenta la académica, que durante años vivió en México y trabajó en la UNAM.

El gran despliegue de agencias internacionales

Esta forma de ignorar a la sociedad haitiana en las estrategias de la emergencia es evidente en la ciudadela que se levantó desde hace días en un espacio de bodegas cerca del aeropuerto. Es el centro de operaciones de decenas de agencias internacionales; casetas con aire acondicionado, carpas de excelente factura, jeeps y miles de lap tops, teléfonos satelitales y todo tipo de gadgets de última generación. La Cruz Roja y la Media Luna, Unicef, el PNUD, Programa Mundial de Alimentos, y una larga lista de siglas más desplegaron aquí enormes contingentes.

Mientras, en las calles y callejones, en medio de los damnificados, las redes sociales que se conformaron espontáneamente desde el primer momento del terremoto se organizan un poco mejor cada día y luchan denonadamente por resolver problemas de logística, abasto, comunicación. La coordinación con los cooperantes internacionales es muy deficiente y no siempre es fácil reunir las piezas necesarias para hacer eficiente el esfuerzo humanitario. Un ejemplo: una donación importante de medicinas de la misión mexicana encuentra un transporte para ser movilizada. Pero el Ministerio de Salud no tiene capacidad para recibirla, almacenarla o distribuirla. Estos insumos tan urgentes siguen esperando en una bodega.

En ese medio suben cada día de nivel las críticas al presidente René Préval por su ausencia y falta de liderazgo.

Por eso, en un primer comunicado, la Alternativa saludó, en primer término, la sabiduría del pueblo haitiano, que supo mantenerse de pie mientras el Estado se hundía.

Una cocina que también es un war room

Susy Castor, que no para un minuto en su trabajo hormiga para unir los hilos de esta sociedad en marcha, destaca: Los primeros cuatro días después del terremoto este pueblo se movilizó. Como pudo, sin herramientas, rescató víctimas de los derrumbes. La comunidad internacional tardí días en reaccionar. Y sin embargo, los gobiernos y las instituciones de cooperación no consideran al pueblo como protagonista. Reconoce: Esto se debe, en parte, a que nosotros los haitianos todavía no somos protagonistas ni ante nosotros mismos. Todavía no logramos esa gran unidad de todos los sectores para hacer fuerza. Pero esto ya está ocurriendo, ya la estamos tejiendo. De ahí debe surgir nuestra propuesta para el futuro.

Por lo pronto, adelanta algunos trazos de su visión. Para refundar Haití tenemos que pensar en grande. No podemos, no debemos permitir una reconstrucción miserabilista. Lo que salga de aquí debe ser algo grandioso. Ésta es nuestra oportunidad. No hay que desaprovecharla.

La hospitalaria mesa de la cocina de Susy es un centro de trabajo y lluvia de ideas constante. A cualquier hora se dejan caer aquí importantes figuras de la vida diplomática, política y social de Haití. Se debate y piensa en colectivo. Se expresan opiniones muy críticas, no sólo por la falta de liderazgo del presidente René Préval, sino también por la responsabilidad que tienen las agencias internacionales en los cuellos de botella que impiden una acción más eficaz. Se comentan los incidentes que ponen en evidencia las fricciones entre los grupos, en particular los cuatro dominantes: Estados Unidos, Canadá, Francia y Brasil.

Castor no coincide con quienes consideran la participación de los militares estadunidenses como una ocupación. “No creo que se pueda definir así –puntualiza–, pero sí es verdad que su despliegue es innecesario.” Para para muchos haitianos de a pie esto es evidente ante el espectáculo de las unidades de marines moviéndose sin ton ni son en la ciudad, incluso estorbando.

Otras opiniones consideran que con el ejército estadunidense actuando en el terreno no habrá ninguna coordinación posible. El Pentágono, recuerdan, impone y controla, rara vez soluciona algo y nunca consensúa con nadie.

“En momentos así necesitamos de toda la ayuda posible y urge que todos se coordinen –insiste Castor–. Esto no puede ser un esfuerzo voluntarista, nosotros no tenemos los recursos materiales y técnicos que urgen.

No hay que olvidar que no sólo son los gobiernos los que están ayudando sino también los pueblos de todo el mundo. Sólo con una buena comunicación entre todos puede lograrse pasar lo más pronto posible de la etapa de la sobreviviencia a la aplicación de soluciones de fondo”.

Y destaca la forma como los gobiernos cubano y venezolano han trabajado al margen de las esferas de influencia de Estados Unidos, Canadá y Francia. A Cuba todos tendrían que reconocerle que su cooperación desde el principio marcó la diferencia.

A Castor, que también dirige la Fundación Gerard Pierre Charles y forma parte de la academia del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), le preocupa sobre todo el proceso de construcción de ciudadanía como un contrapeso a los actores políticos y militares en este operativo sin precedentes en el mundo. Por ahora, hay que decirlo, los sectores de la sociedad civil y de la clase política estamos dispersos. Y el Estado está ausente. Hay que empezar a reorganizar todo esto.

Concluye con una afirmación contundente: este pueblo tiene resortes para responder, levantarse y avanzar. No los ven desde afuera. Pero aquí están. Aquí estamos.