Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 31 de enero de 2010 Num: 778

Portada

Presentación

Haití en el epicentro
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

“Me quedo en Haití”
BLANCHE PETRICH

Corazón atado
ARTURO OREA TEJEDA

Del amarillismo como motor de ayuda
JORGE MOCH

¡Oh infelices mortales!
ANDREAS KURZ

Sonidos de y para Haití
ALONSO ARREOLA

El infierno de este mundo
ROBERTO GARZA ITURBIDE

Haití, año cero
JEAN-RENÉ LEMOINE

Toda tierra es prisión
GARY KLANG

Cuatro poetas haitianos

Haití y la brutalidad del silencio
NAIEF YEHYA

Columnas:
Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGÜELLES

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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Enrique López Aguilar
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Sábado

Pareciera un asunto de meras preferencias culturales: para algunos, la semana comienza con el lunes; para otros, con el domingo. Según la cuenta, el domingo puede ser el primer día o el séptimo de la semana. Si la semana laboral (o la llamada “semana inglesa”) comienza el lunes para concluir los viernes, ¿por qué no suponer que sábado y domingo son los dos últimos días, los del descanso? Sin embargo, si se considera que el domingo es el día del Señor (dentro de los calendarios cristianos), ¿por qué descartar que podría tratarse del primer día de la semana? Falta la opinión hebrea: el sábado es el día de descanso del Señor, de manera que ése debe ser el séptimo. El libro del Génesis es rotundo al respecto y no tolera la menor duda: al cabo de seis días de arduo trabajo, Yahvé decidió que todo estaba bien hecho y se retiró a descansar. Ese día de descanso es el sabbat. Vaya complicaciones. ¿El séptimo día es el sábado o el domingo? Ya lo decía sor Juana: “todo el mundo es opiniones/ de pareceres tan varios,/ que lo que el uno que es negro/ el otro piensa que es blanco”.

¿Y está bien hecho el Mundo? ¿No hubiera sido bueno que Yahvé dedicara un poquito más de tiempo durante los demás días para apretar aquí, pulir allá y dejar fuera a los demonios y sus amenazas? No me refiero sólo a la existencia de políticos, narcotraficantes, banqueros, especuladores, empresarios inescrupulosos y demás opresores de la gente (causa de incontables daños generalizados y mundiales), sino a sismos, epidemias, inundaciones, sequías y el resto de las innumerables violencias naturales que son el pesar de los inocentes… Pero, bueno, Yahvé decidió que el sábado era su día para descansar. Descansó y ya sabemos lo ocurrido en el paraíso durante el diálogo entre Eva y la Serpiente, entre Eva y Adán.

Los días occidentales tienen nombres de origen grecolatino, relacionados con dioses o personajes relevantes, menos el sábado, ubicado entre el dedicado a Venus (el viernes) y al Señor (el domingo). Visto así, el Señor cristiano y el Señor judío cuentan cada uno con su respectivo día, pero eso ya se vuelve un curioso galimatías, porque dentro de la genealogía de las religiones resulta que ambos Señores son el mismo, pues Dios Padre y Yahvé tienden a ser la misma divinidad.

Así, el “sabadito alegre”, día de descanso que viene luego del viernes venéreo, ha perdido su condición sagrada para convertirse en un día profano, pues el descanso deja de santificarse con el pensamiento de la creación. En su origen, el término hebreo para “descansar” también incluye el de “holgar” (asociado con la holganza, pero también con el pecaminoso folgar medieval). Ese reposo sería hinnafech: “recobrar el alma”. La persona que observa el sabbat evoca el recuerdo de la creación, pero también la salida de Egipto, pues sólo los hombres libres descansan. Durante el sábado se abandona todo trabajo y se destierran del espíritu las angustias y trabajos interiores: el cuerpo descansa y también debe haber un reposo liberador para el alma.

Sin embargo, en la misma tradición judía, profetas como Isaías y Oseas maldijeron los sábados y las fiestas ligadas a los ciclos lunares por considerarlos fiestas alegres, sin relación con “el día del Señor” (donde ya puede rastrearse la idea explorada por Eco en El nombre de la rosa: la comedia y la risa perturban el conocimiento de Dios). Si el sabbat es la fiesta de la luna llena, ésta se habría extendido posteriormente a cada una de las cuatro fases del ciclo lunar, uniéndose a la que era propia del séptimo día (pues shabater es el día en que la luna deja de crecer): esta vieja tradición estaría mucho más cercana al origen del sabbat de las brujas. Según las leyendas medievales, éstas partían sobre una escoba para reunirse en un claro del bosque, donde formaban un gran tumulto para librarse a escenas delirantes y espantosas presididas por Baalzebuth. Desde esta perspectiva “lunar”, el sábado representa el aspecto nocturno del séptimo día: cuando Dios descansa, se agitan los demonios.

Según Éxodo 2, 8, debe recordarse el sábado para santificarlo. Como es un día consagrado a Dios, el descanso no sólo concierne al hombre, sino también a los animales: el buey y el asno tampoco deben trabajar. De la idea del sábado sobreviene la del año sabático, el año de “descanso” académico que llega cada siete, en el que los profesores “descansan” de dar clases, pero no de investigar: el sabbat universitario consiste, entonces, en un peculiar descanso donde se siguen haciendo adobes.