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Es un compositor que debe ser descubierto por los públicos no especializados, dice

Muchas obras de mi padre ni siquiera se han estrenado: Carlos Blas Galindo

Para combatir las neovanguardias, incluso experimentó con la música electrónica, indica

Fue una persona comprometida con su pueblo, subraya el artista visual a La Jornada

Foto
Blas Galindo en su casa, en imagen de 1992, durante una entrevista con La JornadaFoto Carlos Cisneros
 
Periódico La Jornada
Martes 2 de febrero de 2010, p. 5

Si bien la voz fue un instrumento muy importante para Blas Galindo, como lo demuestra el alto porcentaje que ésta ocupa entre las 197 obras que integran su catálogo, el compositor jalisciense nunca pudo cumplir su anhelo de escribir una ópera.

La razón no fue otra que la falta de un libreto que lograra convencerlo, según cuenta en entrevista su hijo Carlos: Mi padre era amigo de gente de literatura y de teatro de su época y nunca encontró un libretista; revisó un par de propuestas, pero no le agradaron y se tuvo que quedar con las ganas de hacer ópera, que fue lo único que le faltó para sentirse un compositor pleno.

Como custodio y promotor de la obra de quien es considerado uno de los más importantes compositores y personajes de la cultura en México, encomienda que heredó el año pasado junto con su hermano Luis, tras la muerte de su madre, Carlos Blas Galindo sostiene que, no obstante la fama que envuelve su padre, es un creador aún por ser descubierto por los públicos no especializados.

“¿Cómo poder apreciar su música si no se toca ni hay grabaciones? –no cuando menos una dedicada enteramente a su obra–. Él compuso alrededor de 200 obras, entre piezas corales, para solistas, ensambles pequeños, duetos, orquesta sinfónica, orquesta ampliada, y a la fecha hay varias que ni siquiera se han estrenado.”

Según su hijo, el artista visual, curador y docente, Blas Galindo fue un hombre siempre comprometido con su tiempo. De allí que cuando comenzó a componer profesionalmente, en la década de los 30 del siglo pasado, se insertara en la vertiente cultural de avanzada en esos momentos: los nacionalismos.

Sin embargo, no se estacionó allí y cuando ocurrió el embate de las neovanguardias, a principios de la segunda mitad de la centuria pasada, se interesó mucho por esos lenguajes y se adentró en el dodecafonismo y comenzó a experimentar, entre otros rubros, con la música electrónica.

Director del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas (Cenidiap), Carlos Blas Galindo accede a comentar aspectos poco conocidos e incluso íntimos de su padre.

Al respecto. lo recuerda como un hombre al que le aburría otro tipo de música que no fuera la de concierto, si bien resalta que no se cerraba a escuchar expresiones populares e incluso comerciales, entre ellas el rock. Reconocía en Agustín Lara una enorme valía en su capacidad de compositor.

Pero un aspecto que resulta aún más llamativo es que Blas Galindo, según su hijo, no escuchaba música grabada, en términos generales: Todo mundo supone que tenía una enorme discoteca, lo cual es falso. Lo que sí poseía era una enorme colección de partituras impresas y, cuando él quería escuchar una obra, lo que hacía era leerlas.

Entre los mitos y las leyendas en torno al compositor jalisciense hay uno muy conocido –fomentado por su maestro, colega y amigo Carlos Chávez– que lo describe como alguien que no sólo participó en la Revolución, sino que lo hizo con el fusil en una mano y en otra una guitarra.

Carlos Blas Galindo asume lo falso de ese hecho al recordar que su padre tenía sólo siete años cuando terminó ese conflicto armado. Empero, asegura que el compositor, en efecto, fue un combatiente, si bien él nunca confesó por qué y al lado de quién luchó.

Su hermano mayor fue cristero y eso me hizo pensar que él también defendió esa causa. Sin embargo, después de averiguar, me enteré que estuvo vinculado en la rebelión de De la Huerta, cuenta.

Formó parte del ala jalisciense de ese intento antiobregonista. De hecho, vino al Distrito Federal para estudiar leyes y poder regresar a su pueblo a defender a su gente de los caciques y los políticos; sin embargo, se apareció en su vida la música, como accidente.

Sobre la inclinación ideológica y política del compositor, el artista visual lo ubica como una persona comprometida con su pueblo y su gente, y como ejemplos cita que fue profesor en la escuela rural del Mexe, un lugar muy de izquierda, además de que en el movimiento de 1968 firmó varios manifiestos defendiendo a los estudiantes.

Para finalizar, Carlos Blas Galindo sostiene que si bien la obra de su padre contó con varias vertientes como fuente de inspiración, la mayor preocupación que éste tuvo en la composición fue la música per se.

El problema de la estructura musical, de lo musical, era algo que lo tenía especialmente ocupado; el ambiente sonoro, los efectos, los asuntos que hay que resolver dentro de la composición musical, eso era lo que lo animaba.