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Ver día anteriorMiércoles 3 de febrero de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Premio innoble de economía
E

l Premio Nobel de economía no existe. En sentido estricto, la Fundación Nobel otorgó su consentimiento para que cada año se entregue el premio Sveriges Riksbank de economía a la memoria de Alfred Nobel. Pero ése no es uno de los cinco premios Nobel auténticos: física, química, medicina, paz y literatura.

Poco importa esta acotación, lo cierto es que desde 1969 el público y la academia se acostumbraron a escuchar hablar del premio Nobel de economía. Desde entonces, cada 10 de diciembre (aniversario de la muerte de Nobel) el rey de Suecia entrega el premio a una o más personas que han hecho una aportación importante en esta disciplina. La mayor parte de los economistas se han creído esta faramalla, como si todo este ceremonial le confiriera a la teoría económica un estatuto científico y un rigor comparable al de las llamadas ciencias exactas.

El premio fue acaparado por economistas neoclásicos, a cual más conservador. Ninguno vio venir la crisis de 2008 ni la de 2000, ni las crisis financieras de los años noventa. Así que ahora, para nivelar un poco el terreno, la asociación de economistas Real-World Economics estableció el premio innoble de economía para los tres economistas que más contribuyeron al colapso financiero global. A diferencia de los procedimientos de los premios Nobel, usted puede votar por su candidato y la lista de nominados aparece en el sitio rwe.wordpress.com. A continuación una breve semblanza de mis favoritos para recibir el premio este año.

Assar Lindbeck es un economista neoliberal, ultraconservador, cuyas credenciales académicas son modestas. Pero él es quien urdió la trama: convenció a los miembros de la Fundación Nobel para aprobar el proyecto de que la Sveriges Riksbank entregara la plata para los premio Nobel de economía. Y como ese premio ha sido un factor ideológico clave para mantener el prestigio de la teoría neoclásica, a pesar de tratarse de un programa de investigación decadente, Lindbeck merece el premio de economía innoble por encima de muchos otros economistas neoliberales que son más conocidos.

Robert Lucas es autor de la teoría de las expectativas racionales y contribuyó al surgimiento de la nueva macroeconomía clásica, recuperando los principios del pensamiento macroeconómico anterior a Keynes. En su teoría, los agentes económicos forman expectativas sobre las variables que influyen en sus decisiones de manera racional. Las fluctuaciones cíclicas sólo se producen cuando los agentes reaccionan a cambios no anticipados en las variables que afectan sus decisiones.

La conclusión de todo esto es que las medidas de política macroeconómica perfectamente anticipadas por los agentes no tienen efectos sobre los agregados de producción y empleo, ni siquiera a corto plazo. El corolario es que hay que dejar a los mercados en paz. ¿Le suena familiar?

A finales de noviembre de 1994 y a sugerencia de Hugo Sonnenschein, Bob Lucas (quien era director del Departamento de Economía) me invitó a comer en el Quadrangle Club de la Universidad de Chicago. Recuerdo que hacia el final de la comida, hablamos sobre economía mexicana y le comenté que el déficit en la cuenta corriente era insostenible y que pronto estallaría una crisis. Lucas respondió que le parecía una opinión muy pesimista. El presidente Salinas sabe bien lo que está haciendo, me dijo al despedirnos. Tres semanas después estaba explotando la crisis de los errores de diciembre.

Al siguiente diciembre, en 1995, Lucas recibió el premio Nobel de economía. Su ex esposa, Rita, había insistido en insertar una cláusula en su contrato de divorcio en 1988, estipulando que en caso de que su ex marido recibiera el premio Nobel dentro de los siguientes siete años, a ella le tocaría la mitad del dinero. ¡Vaya que si sabía de expectativas racionales!

Mis otros candidatos son Fischer Black y Myron Scholes. Ambos desarrollaron el modelo Black-Scholes para determinar precios de títulos financieros como resultado de un proceso estocástico. Black murió en 1995, pero puede recibir el premio innoble de economía a título póstumo. El modelo Black-Scholes se hizo célebre cuando el fondo de coberturas Long Term Capital Management (LTCM) cayó en bancarrota en 1998. Este fondo recurrió a técnicas de arbitrajes y fuerte apalancamiento para operar en mercados financieros. El modelo B-S fue uno de sus instrumentos más importantes, aunque no pudo prever los efectos de las crisis financieras de Asia en 1997, y la rusa en 1998. Como resultado, el LTCM se desangró y tuvo que liquidar posiciones en una coyuntura negativa. Cuando el fondo quebró, muchos bancos importantes quedaron expuestos y la Reserva federal de Nueva York tuvo que entrar al rescate con 3 mil 600 millones de dólares. No fue un final feliz.

La subcultura de los premios, la fama y el éxito es algo enfermiza. Por eso cuando se observa el alcance que ha tenido el premio Nobel de economía en la campaña ideológica del neoliberalismo viene a la memoria aquella frase clave de Pier Paolo Pasolini: el éxito es la otra cara de la persecución.