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Rindieron homenaje al compositor por su centenario, en el Centro Nacional de las Artes

Llaman a ensanchar la figura de Blas Galindo más allá de Sones de mariachi

El autor sostenía la idea de progreso paulatino desde la música popular a la sinfónica, dijo experta

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Aaron Copland y Blas Galindo, en Massachusetts, en 1941, en imagen tomada del libro Blas Galindo: biografía, antología de textos y catálogo, de Xochiquetzal Ruiz Ortiz, publicado por el Cenidim
 
Periódico La Jornada
Viernes 5 de febrero de 2010, p. 6

El año del centenario de la Revolución es también el de los cien años del nacimiento de Blas Galindo, uno de los compositores mexicanos más importantes, no sólo por sus aportes a la música nacionalista. Por ello, la noche del 3 de febrero, día que coincidió con su llegada al mundo en 1910, en el pueblo jalisciense de San Gabriel, se le rindió un homenaje en dos tiempos: una mesa redonda y un concierto.

La primera se realizó en el Aula Magna José Vasconcelos y, el segundo, minutos después, en el auditorio Blas Galindo, ambos en el Centro Nacional de las Artes, en una noche con lluvia que a su hijo Carlos Blas Galindo, artista visual, no extrañó, porque, como dijo, las precipitaciones pluviales siempre acompañaron los estrenos de las obras de su padre.

Durante la mesa, Carlos Blas, director del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas (Cenidiap), recordó, en referencia a las políticas culturales de aquella época, que Galindo comenzó a insertarse en el medio musical mexicano desde los 21 años.

“Carlos Chávez vio en él a alguien con quien demostrar que el nacionalismo musical mexicano podía ser hecho por personas con algún componente o ingrediente racial más vinculado a lo indígena que los que habían venido pregonando los nacionalismos, que eran básicamente más mestizos, algunos incluso criollos.

“Eso le sirvió al sistema, que se aprovechó del caso de Galindo, pero éste también pudo insertarse al mismo. Es decir, Galindo fue útil al sistema, pero él aprendió a moverse en el sistema, merced a su maestro Carlos Chávez, quien le enseñó mucho de composición musical, de armonía, de contrapunto, de forma y análisis musical, y de grilla.”

Recordó que Sones de mariachi le fue encomendada a Galindo como un arreglo de tres sones para ejecutarse en Estados Unidos, y fue al regreso que a Chávez se le ocurrió que si tuvo tanto éxito allá, bien podría grabarse en un disco, cuya portada de la primera versión, por cierto, hizo Andy Warhol.

Y más aún, Chávez vio que ese arreglo podría convertirse en una obra más amplia, dijo Carlos Blas Galindo. Es decir, es esta manera de ir construyendo el poder y de ejercer el poder cultural en su momento, señaló.

Catálogo de casi 200 obras

Xochiquetzal Ruiz, especialista del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información (Cenidim) Carlos Chávez, dijo que debe hacerse la defensa de toda la música de Blas Galindo, pues ha quedado la imagen de que sólo fue un arreglista de canciones tradicionales. Su figura, agregó, ha quedado muy reducida con las obras famosas, como Sones de mariachi.

Comentó que al llegar a la ciudad de México procedente de San Gabriel, Jalisco, Galindo ya traía consigo un amplio conocimiento y gusto por la música popular tradicional, mientras otros músicos y compositores sufrían para comprenderla y aprenderla.

A los 30 años, recordó, Galindo ya era un compositor conocido, al igual que otros creadores amigos suyos, como José Pablo Moncayo, autor de Huapango. Ruiz también coincidió en señalar que Chávez explotó la imagen mítica de un indígena componiendo música nacionalista, aunque los estereotipos y la fama han provocado que sólo se conozca parte de su catálogo, de casi 200 obras.

Blas Galindo, explicó, también tuvo incursiones sólidas en otros lenguajes, como la música electrónica, fue un estudioso de primera línea y sostenía la idea de progreso paulatino en la creación musical, desde los arreglos basados en la vertiente popular hasta obras sinfónicas. Él transitó por todas, dijo.

Al declive del nacionalismo, abundó, Galindo exploró nuevos lenguajes, y su importancia más amplia comenzó a ser redescubierta por el músico y especialista José Antonio Alcaraz, en los años 90 del siglo pasado.

Por eso, dijo Ruiz, en este aniversario de la Revolución y de Galindo, celebremos ambos centenarios. En ese sentido, Juan José Escorza, quien moderó la mesa, comentó que se requiere de un poco de curiosidad para redescubrir la música de este autor.

El antropólogo Jesús Jáuregui dijo que Galindo fue uno de los principales estudiosos del mariachi como música regional, no sólo de Jalisco sino de Nayarit, Colima, Michoacán y otros estados.

Jáuregui confesó que le da tristeza, porque comentaristas y críticos se refieren a Sones de mariachi desde lugares comunes, y tras destacar las cualidades musicales de esa obra, dijo que ellos ni siquiera han oído la versión original.

Rufino Montero, quien se ha abocado a grabar diversas obras de Galindo, incluido casi todo su quehacer coral a capela, recordó que el mariachi tradicional original incluía instrumentos como violines, guitarra, vihuela y, cuando se podía, arpa. Después se echó a perder con la inclusión de trompetas.

Mencionó la importancia de muchas obras de Galindo, como La montaña, obra coral que dura más de 11 minutos y donde se percibe su aspecto alegre y emotivo, y Dos corazones, que con sólo 58 segundos la considera una joya de la música coral.

Propuso además que, en el contexto de las celebraciones del bicentenario, se debería promover la interpretación de otra obra poco conocida de Galindo: La cantata para la Independencia de México.

Al final el tenor Gustavo Cuautli y el pianista Erick Fernández interpretaron varias canciones de Galindo.

Y al concluir casi todos se trasladaron al auditorio Blas Galindo para gozar de un concierto-homenaje de la Sinfónica Juvenil Carlos Chávez, que interpretó Obertura mexicana No. 2, Nocturno, Homenaje a Cervantes y Sones de mariachi.

En el intermedio, otro hijo de Galindo, Luis, compartió imágenes familiares e hizo una semblanza de su padre.