Portada
Presentación
Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA
El oráculo
NANOS VALAORITIS
Fiesta para Herta
ESTHER ANDRADI
Para un retrato
de Herta Müller
ESTHER ANDRADI
Herta Müller:
la patria es el lenguaje
RICARDO BADA
Las silenciosas
calles del poder
GABRIEL GÓMEZ LÓPEZ
Horizontes de la imagen
RICARDO VENEGAS entrevista con ENRIQUE CATTANEO
Leer
Columnas:
La Casa Sosegada
JAVIER SICILIA
Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA
Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA
Cinexcusas
LUIS TOVAR
Corporal
MANUEL STEPHENS
Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO
Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA
El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ
Cabezalcubo
JORGE MOCH
Directorio
Núm. anteriores
[email protected]
|
|
Pentagrama de Brennan
Vengo llegando de la tienda de quesos y encurtidos. Bueno, en realidad vengo llegando de tomar un café mañanero pero, como en el camino se me cruzó la mentada tienda y como en la mano traía el nuevo libro de Juan Arturo Brennan, Pentagrama de letras, decidí saber cuánto pesaba. 795 gramos (si es que el establecimiento no tiene truqueada la báscula, claro está). Así es. 585 páginas de notas musicales compuestas con tipografía Veljovic. O sea, alrededor de 120 escritos a propósito de muchos y diversos asuntos musicales. Aunque para ser precisos, se trata de 582 páginas sonoras, pues al final el autor se da permiso para regalarnos tres sobre su primer viaje a Buenos Aires, cuando además de asistir al teatro, el cine, el jazz y el emblemático Colón, tuvo a bien visitar la Bombonera para un partido de futbol entre el Boca Juniors y los Pumas de México. ¿Adelanto de un próximo volumen misceláneo que recoja sus textos sobre cine y otras aficiones? No lo sabemos. Lo deseamos. Por lo pronto, hablemos del presente.
Hace algunos meses reseñamos el magnífico libro Ópera, de Brennan y de la ilustradora Ericka Martínez. Por ello y para quienes no nos leyeron entonces, nos citamos brevemente: “¿Quién es Juan Arturo Brennan? Pregunta ociosa para los fieles de este periódico, vale la pena recordárselo a quienes nos visitan por accidente. Se trata, probablemente, del más erudito crítico musical de México. Abocado sobre todo al género clásico, a su talento debemos artículos, crónicas y reseñas en revistas como la emblemática Pauta o Letras Libres, textos de divulgación (Cómo acercarse a la música), discos (ElectroDos y A seis cuerdas), transmisiones radiales (Otros instrumentos, otros conciertos), exposiciones fotográficas, cuentos, guiones cinematográficos y televisivos, programas de mano, narraciones en vivo y otras actividades pedagógicas relacionadas con las artes en general y con el pensamiento musical en particular, lo que ha nutrido su curriculum en forma múltiple para él y valiosa para nosotros.”
Dicho lo anterior, podemos abrir al azar esta gigantesca sinfonía… Ahí está un comentario a propósito de la última transmisión de Estereomil, estación de música de concierto que en el año '94 dejaba su lugar a Morena FM, dedicada al género ranchero. Testigo herido, Juan Arturo se lanzaba en la revista Expansión contra quienes carecieron de arrestos para defender un proyecto necesario. ¿Qué ha cambiado desde entonces? Muy pocas cosas. “El panorama no es muy atractivo –decía en aquel momento– y no es probable que cambie, sobre todo en estos tiempos en que los medios de comunicación en México se manejan bajo criterios estrictamente mercantiles.”
De vuelta al juego de azar, nos detenemos cuando aparecen dos palabras: “Eduardo Mata.” Al final de un apartado dedicado al gran director, Brennan comparte lo que en 1995 escribió para el periódico Reforma: “No soy músico, nunca lo he sido y no lo seré, a pesar de lo cual he vivido los últimos veinticinco años en estrecho contacto con la música y su mundo, como una especie de curioso y gozoso parásito musical. En ese cuarto de siglo, gracias a la música, he conocido a personas entrañables, he tenido satisfacciones profesionales de importancia singular y he vivido experiencias indelebles. Todo ello se lo debo a Eduardo Mata. Nunca lo olvidaré.” En estas líneas se aprecia no sólo la sensibilidad de Juan Arturo, sino dos características que pueblan su mundo de letras: el buen escribir y la humildad necesaria para señalar y enjuiciar con decisión, pero manteniendo siempre una clara división entre la relación con los artistas y la relación con sus obras. Es así que nunca vemos su pluma sirviendo a poderes externos o a conveniencias personales.
Volvemos al paso de las hojas una y otra vez. De los grandes nombres del mundo clásico a Iannis Xenakis y Dizzy Gillespie pasando por Brouwer, Schifrin, Jarret y Lloyd Webber, sus entrevistas, coloquios y perfiles aportan continuamente algo que nos compete desde nuestro lugar en el mundo y en la Historia. Es decir que, además de un academicismo implacable, Brennan sabe tender puentes amables desde y hacia México, cumpliendo así una verdadera labor divulgadora. Yendo de lo solemne a lo relajado, este libro es la huella de más de treinta años amando la música con pasión e inteligencia, algo que melómanos y colegas debemos agradecerle y aplaudirle, sobre todo hoy cuando cualquiera se siente con el derecho y el conocimiento de “echar luz” a los lectores de una revista, periódico o suplemento cultural.
Está claro, en conclusión, que junto a las Notas sin música, de Juan Vicente Melo, La música por dentro, de Jorge Velazco, El pensamiento musical, de Carlos Chávez y unos pocos títulos más, el Pentagrama de letras, de Juan Arturo Brennan se sitúa en ese lugar de visita obligada para quien quiera comprender y aprender algo sobre el fenómeno musical mexicano que subsiste lejos del mundo popular. Enhorabuena.
|