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Lágrimas y preocupación, la constante en el albergue instalado en la secundaria 66

¿Por qué no nos avisaron por megáfono o por la tv?: damnificados de El Arenal

Avísenle a mi hija, que vive en Ecatepec, aunque ella también perdió todo: don Alfonso Arzave

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En viviendas de la colonia El Arenal, la situación es aún crítica. Muchos de sus habitantes han tenido que recurrir a los albergues instalados ante las condiciones de insalubridad en sus domiciliosFoto Jesús VIllaseca
 
Periódico La Jornada
Lunes 8 de febrero de 2010, p. 36

Sólo 24 horas soportaron la pestilencia que desprendían las aguas negras en sus hogares, y ante la falta de ayuda, con un palo de escoba para tocar la banqueta y no caer en una coladera, habitantes del fraccionamiento Aeropuerto Arenal, conocido como Las Casitas, salieron caminando de sus casas en busca de un albergue.

El temor de contraer una infección los motivó a salir. Reconocen que por agua y comida no hay queja, pero a cuatro días de la tragedia lo que nos apura son nuestras pertenencias. Ya estamos desesperados, queremos ver qué podemos rescatar, relató una de las afectadas, cuya vivienda aún se encuentra anegada.

Instalados en la secundaria técnica número 66 Francisco J. Mújica –en la primera sección de El Arenal–, habilitada por el DIF-DF como refugio temporal, Pedro, Lucía y Patricia detallan que en los corredores del fraccionamiento con casas de dos niveles el agua llega a la pantorrilla, pero dentro de las viviendas el nivel es aún mayor. Todo es un lodazal.

En este refugio se atiende a 140 personas, que cuentan con tres alimentos al día, artículos de limpieza básicos y atención médica.

Alfonso Arzave Calvillo, de 70 años de edad, viudo desde hace cinco años y enfermo de angina de pecho, se encuentra solo en el albergue.

Hace tres días elementos de la Marina lo rescataron cuando tenía el agua hasta la cintura y desde desde entonces no se ha podido comunicar con sus familiares. Pide que lo contacten con su hija adoptiva María Elena Utrilla Ruiz, que vive en Ecatepec. Aunque, entre sollozos, comenta que los dos perdimos todo, estamos en las mismas condiciones, porque también resultó afectada.

Otra situación es la que enfrenta Teresita Guillermo López. Llegó al refugio con los 18 integrantes de su familia, la mitad de ellos niños, que corretean entre los camastros instalados en una carpa, ajenos a la angustia de la que es presa. Ojalá que nos aguanten por unos días más, porque de plano nos quedamos sin nada, apunta.

Llorar por sus muebles y enseres domésticos es una constante. Tal es el caso de Laura Alfaro, vendedora de ropa en un tianguis, quien lamenta la pérdida de su cocina integral, refrigerador, sala y comedor, mismos que ha pagado en abonos durante largo tiempo.

Habitante de la calle de Xochipilli, manzana B5 Lote 39, dijo que dio sus datos a las autoridades locales y ahora esperara el recorrido que éstas harán casa por casa para verificar los daños.

Yo espero en Dios, soy comerciante, vendo ropa dice a La Jornada, mientras narra que el día de la inundación fue presa de una crisis de pánico, pero después de que su familia se puso a salvo, pensó: mi cocina integral que compré con tantos sacrificios, en tantos años de mi trabajo como comerciante. Y pregunta ¿por qué no nos avisaron con megáfono o por medio de la televisión?