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Su frágil salud le impide asistir a la prisión de Drakenstein a festejar 20 años de su liberación

Recibe Nelson Mandela ovación y homenaje en el Parlamento sudafricano

Varios de sus compañeros de lucha contra el apartheid se unen a la celebración en Ciudad del Cabo

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El ex presidente de Sudáfrica Nelson Mandela fue recibido con vivas y canciones en el Parlamento, en Ciudad del Cabo, en el vigésimo aniversario de su liberación tras 27 años de cárcel. Acompañado de su esposa, Graca Machel, el líder de la lucha contra el apartheid escuchó, desde la última fila de la galería de invitados, el informe de gobierno del mandatario Jacob ZumaFoto Reuters
 
Periódico La Jornada
Viernes 12 de febrero de 2010, p. 26

Ciudad del Cabo, 11 de febrero. El héroe de la lucha contra el apartheid, ex presidente sudafricano y Premio Nobel de la Paz, Nelson Mandela, acudió este jueves al Parlamento en Ciudad del Cabo, donde le rindieron un homenaje al cumplirse 20 años de su liberación, mientras por la mañana miles de personas celebraron frente a la prisión con gritos de: ¡Viva Mandela.

A su llegada al Parlamento el primer presidente negro de Sudáfrica fue recibido con una ovación y el cántico tradicional de Mandela, no hay nadie como tú. Estaba acompañado de su tercera esposa, Graca Machel, y un fuerte equipo de seguridad debido a su frágil estado de salud. Se le vio sentado en las tribunas de la sala de plenos.

De 91 años, Mandela ya había anticipado que no acudiría a las celebraciones en la prisión de Drakenstein, cerca de Ciudad del Cabo, aunque una enorme estatua de bronce que le representa saliendo de la cárcel con el puño en alto sobresale entre la multitud, de la misma manera que destaca u imagen en la sociedad política y sudafricana actual.

En ese sitio, entre la multitud de seguidores que ondeaba banderas negras, verdes y doradas del Congreso Nacional Africano (CNA) partido de Mandela, en su mayoría negros, estaban los compañeros de lucha presentes en aquel trascendental domingo de hace dos décadas. Celebraron que el ícono antiapartheid caminó hacia la libertad después de 27 años como prisionero político.

Legalizado sólo nueve días antes, a los líderes del CNA se les dio el aviso de la liberación con sólo 24 horas de antelación. Cuatro años después, Mandela se convirtió en el primer presidente negro de un país dominado durante 300 años por una minoría blanca. Pero este día los líderes como Cyril Ramaphosa estaban allí para arrancar las festividades y recorrer las verjas de la prisión.

Durante el acto conmemorativo el líder de las juventudes del CNA, Julius Malema, se refirió en duros términos al ex presidente Frederik Willem de Klerk, quien obtuvo junto con Mandela el Premio Nobel de la Paz por la transición pacífica que tuvo lugar en Sudáfrica.

En un polémico discurso, Malema acusó al último presidente del régimen del apartheid, que hace 20 años consiguió la liberación de Mandela y que proclamó el fin del racismo, de ser igual de responsable que todos los políticos blancos de la pobreza y la represión de las masas negras. “De Klerk es producto del apartheid. No debe ser aplaudido como Mandela”, dijo.

Con el desmantelamiento del sistema racista y el establecimiento de la democracia en la mayor economía del continente, Mandela dio un fuerte impulso hacia la reconciliación nacional durante su presidencia entre 1994 y 1999.

A pesar de 17 años de crecimiento económico hasta 2009, el desempleo ha seguido por encima de 20 por ciento y millones de negros siguen viviendo en guetos con poco acceso a agua potable y electricidad. A esto se suman problemas de criminalidad y un sistema educativo deplorable. La tasa de infección por VIH está entre las más altas del mundo.

Este año el país organiza el Mundial de Futbol como símbolo del aumento de la autoconfianza de la nueva Sudáfrica.

El objetivo del CNA, tal como Mandela afirmó el día de su liberación, era doble: emancipar a los sudafricanos negros política y económicamente.

Pero con el paso de los años, las credenciales de la lucha por la liberación se desvanecen mientras los negros pobres –muchos de los cuales no vivieron el apartheid– exigen calles y políticos limpios. Así, mientras se recuerda la liberación de Mandela, existe una sensación creciente de que Sudáfrica se encuentra, de nuevo, en una encrucijada.