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Los problemas eléctricos y el racionamiento, caballos de batalla de los antichavistas

La batalla de Chávez, contra la crisis, no con la oposición, dice encuestador

El jefe del Ejecutivo es mejor candidato que presidente: Luis Vicente León, director de Datanálisis

También la criminalidad y las protestas estudiantiles juegan contra el mandatario, aseguran medios

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Protesta izquierdista en apoyo a los palestinos en Beirut, con mantas alusivas y un cartel de Hugo Chávez, frente a la legación egipcia en LíbanoFoto Ap
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Periódico La Jornada
Domingo 14 de febrero de 2010, p. 19

Caracas, 13 de febrero. La batalla que se libra en Venezuela tendrá su punto culminante en las elecciones legislativas de septiembre venidero. Pero no enfrenta a Hugo Chávez y su oposición política, sino a Chávez contra una crisis que su gobierno debe sortear sin aparecer como principal responsable: la emergencia eléctrica.

Chávez tiene la maquinaria gobierno-partido-fuerzas armadas, un voto duro superior a 30 por ciento, altos índices de aprobación pese a sus 11 años en el poder (o precisamente por ellos), el doble de bolívares fuertes tras una devaluación de 100 por ciento y, por si algo le faltara, el precio del petróleo le favorece (hace un año, por estas fechas, andaba en 34 dólares por barril y hoy ronda los 74). Y eso, en Venezuela, quiere decir casi todo.

¿Viniste a ver qué tan cerca está la caída de Chávez?, preguntan, con cierta sorna, agudos amigos venezolanos de uno u otro bando. La prensa opositora venezolana especuló durante una semana sobre la visita de Ramiro Valdés, alto funcionario cubano. Que venía a censurar Internet, que no venía a espiar a la oposición sino a los propios chavistas. Finalmente, después de mucho darle vueltas, la prensa antichavista concluyó que había venido, enviado directamente por Fidel Castro, a ver qué tan mal andaba Chávez (lo supo pronto, porque su visita sólo duró un día).

Los chavistas saben, claro, que la percepción afuera es que el presidente venezolano enfrenta una crisis sin precedentes que lo llevará a la derrota electoral en septiembre: que la sociedad está harta de la crisis eléctrica y de los homicidios sin freno en los barrios y que, para colmo, tiene a miles de estudiantes en las calles, al grito de libertad y democracia.

Pero el blanco y negro sólo sirve para que las agencias internacionales refieran en un párrafo la realidad venezolana, más enredada que los callejones abigarrados de casitas de ladrillo que pueblan los cerros de Caracas.

Para empezar, pese a la percepción internacional, en la gran Caracas sólo hubo apagón un día, y fue de dos horas. Han padecido más los habitantes de muchas zonas de la ciudad de México, tras el tiro de gracia a la Compañía de Luz y Fuerza del Centro.

No que los problemas no existan. Pero en el gobierno existe la convicción de que sortearán la crisis eléctrica y que hacia abril o mayo, cuando el agua del embalse El Guri llegue a su nivel de colapso, si no llueve, no ocurrirá el apocalipsis que han anunciado los dirigentes opositores.

Clamor a Dios

A pesar de que el ministro de Energía Eléctrica, Alí Rodríguez, anunció un plan comunicacional para explicar a la población la realidad del sector y las medidas para enfrentar la crisis, el presidente de Electrificación del Caroní C. A., Igor Gavidia León, una de las mayores empresas eléctricas estatales, tuvo la brillante iniciativa de convocar el viernes a los trabajadores a una ceremonia llamada Clamor a Dios por el sector eléctrico nacional.

Y mientras los empleados que deben enfrentar la crisis rezaban, el racionamiento eléctrico seguía en varios estados, lejos de los reflectores de los medios internacionales. No es cosa nueva. Hay estados donde tienen dos o tres años los apagones programados de varias horas, explica un mexicano-venezolano, desde el Club Táchira, que ofrece una vista singular de la Caracas de noche, con el Monte Ávila como un enorme telón negro y toda iluminada (a partir del jueves, sin embargo, se comenzaron a apagar los anuncios luminosos).

Pasado el racionamiento de dos horas en Caracas, el gobierno decretó la semana anterior una emergencia eléctrica que, en pocas palabras, significa dos cosas: el ministro Alí Rodríguez tendrá manga ancha para comprar lo necesario rápidamente y evitar el colapso, y dos, que los usuarios (con consumos superiores a 500 kilovatios hora por mes) que no disminuyan su gasto de electricidad verán un incremento en sus recibos de 75 a 200 por ciento (sobre tarifas, conviene decirlo, que están congeladas desde hace casi ocho años). Quienes reduzcan su consumo, en cambio, tendrán descuentos de hasta 50 por ciento.

El programa de reducción de consumo de electricidad sólo ocurre en la gran Caracas (la capital y su zona conurbada) y está dirigido a los altos consumidores, pero solamente contempla cortes de electricidad para comercios, industrias y oficinas gubernamentales que no reduzcan su consumo en al menos 20 por ciento.

Chávez y sus ministros culpan a los gobiernos anteriores y a la naturaleza (El Niño) de la actual crisis eléctrica, aunque entre líneas reconocen ineficiencia y aun corrupción en el sector. Cada vez que llega un nuevo ministro trae un equipo de 20 o 30 personas que sólo hacen el cálculo de cuánto se pueden llevar mientras duren en el cargo, cuenta un ejecutivo de una empresa que ha trabajado para la estatal de la electricidad venezolana. Firman contratos y pasan los años y no pagan, se queja.

La delegación brasileña que vino a asesorar a los venezolanos halló, según una fuente del Ministerio de Energía Eléctrica, que simplemente realizando las tareas de mantenimiento en el embalse El Guri (que genera 70 por ciento de la energía del país) el gobierno puede ganar 40 días.

Ni siquiera la Madre Teresa

En el gobierno existe la confianza de que podrán sortear la crisis con mantenimiento y la instalación de nuevos equipos de generación y distribución, pero todos los días en los diarios se publican opiniones expertas que afirman que no hay tiempo.

No va a haber apagón general. Y como la oposición ha anunciado el apocalipsis, se le va a revertir, dice un funcionario del sector eléctrico. Claro, si los planes del gobierno no resultan, en mayo el país va a ser otro, acepta el encuestador Germán Campos, cercano al gobierno.

La primera medida de Chávez fue despedir al ministro de Energía Eléctrica y colocar en su puesto a Alí Rodríguez, un funcionario con fama de eficaz y honesto.

Si no hay luz, no importa que ponga ahí a la Madre Teresa, dice Luis Vicente León, director de la encuestadora Datanálisis.

Aun si se asume que no habrá colapso eléctrico, sigue León, las medidas de ahorro de energía tienen un impacto político que le pega a Chávez. Este es un país que no está acostumbrado al racionamiento, es la primera vez en la historia que ocurre, dice.

“Supongamos que Chávez tiene éxito en culpar a El Niño, a los acaparadores del desabasto, y al imperio de que el gobierno no resuelva algunos problemas. Todo eso no va a importar si no hay luz”, dice el encuestador.

A la crisis eléctrica, León suma los problemas de inseguridad pública, desabasto de algunos productos básicos (su empresa mide el desabasto semana por semana y siempre encuentra que el principal problema sigue siendo el azúcar) y un impacto negativo de la devaluación del bolívar en los bolsillos de los trabajadores.

Con todos esos ingredientes a la mano, sin embargo, no aventura una proyección de los resultados electorales de septiembre.

Sobre todo porque, al entrar en campaña electoral, Chávez se crece. Hay un desbalance de fuerzas: Chávez tiene plata, carisma, control, institucionalidad, todo a su favor, dice el experto.

El voto de los pobres

La devaluación del bolívar y la mejora de los precios del petróleo le permitirán al presidente relanzar las misiones, los programas sociales que en buena medida le han dato a Chávez el voto de los pobres. El gasto público que se mete en el bolsillo de esa población es muy potente en términos de reconexión popular.

Finalmente, sigue León, está el uso del nacionalismo, que no ha explotado lo suficiente (el conflicto con Colombia).

Chávez es mejor candidato que presidente, dice el encuestador. De hecho, la única derrota en una elección nacional que ha sufrido Chávez ocurrió en noviembre de 2007, cuando cientos de miles de chavistas se quedaron en sus casas el día del referendo de una enmienda constitucional, que sus asesores hicieron mal y que los diputados empeoraron. O sea que Chávez fue derrotado por los mismos chavistas.

Ahora el pleito no es contra sus votantes, sino contra su gestión: La batalla no es la oposición versus el gobierno. Sino de los factores que le ayudan a Chávez (plata, campaña, nacionalismo) versus la crisis (el impacto negativo en el bolsillo, la ineficiencia de la gestión, la percepción de la crisis eléctrica). Esa es la batalla, resume Luis Vicente León.

Chávez contra sí mismo, vaya.