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Sólo 1% de la población entre 18 y 24 años está inscrita en alguna universidad

La tragedia en Haití relega el tema de la educación superior a segundo plano

Aproximadamente 80 por ciento de edificios y facultades del sector quedaron destruidos

Ips
Periódico La Jornada
Lunes 15 de febrero de 2010, p. 31

Puerto Príncipe, 14 de febrero. Astride Auguste llegó tarde a un examen en la Universidad de Quiskeya aquel fatídico martes 12 de enero, cuando un terremoto de siete grados en la escala de Richter sacudió la capital de Haití.

Auguste, estudiante de Relaciones Internacionales y Gerencia, estaba cerca del campus cuando sintió que la tierra se sacudía bajo sus pies. Dio un par de saltos y logró recuperar la compostura. A pocos kilómetros de allí, muchos de sus compañeros habían fallecido al colapsar la mayor parte de los edificios.

No puedo creerlo, dijo Auguste, conmocionada, días después del desastre. Esto es una pesadilla. El año escolar se perdió.

Para Auguste y miles de estudiantes en Puerto Príncipe, asistir a la facultad era apostar al sueño de una vida mejor. En menos de 45 segundos, su mundo se derrumbó.

Mientras el gobierno haitiano y la comunidad internacional se esfuerzan por dar refugio y alimentos a los sin techo y los heridos, por ahora la educación superior parece ser tema secundario.

Quiskeya y otros cientos de universidades y facultades en la capital fueron destruidas en el terremoto. Pero ninguna resultó más afectada que ésa, que poco antes había sido objeto de reformas que costaron dos millones de dólares.

La Universidad Estatal de Haití cuenta con apenas una fracción de los bachilleres egresados de las escuelas secundarias. En otros tiempos, el sistema era considerado el mejor del Caribe.

Pero en los últimos años, en medio de la crisis política, el sistema se rezagó y las universidades privadas florecieron en torno a la capital para cubrir a un estudiantado que no puede ser admitido en escuelas públicas de educación superior.

Se debe reconstruir a la clase educada: Bohan

Conor Bohan, quien dirige un programa que otorga becas a estudiantes pobres, señaló: la educación superior es una de las mejores inversiones que Haití puede hacer en este momento. Haití necesita reconstruir su clase educada, ancla de toda economía y sociedad estables, dijo.

Hasta 1986, la Universidad Estatal, fundada al cambiar el siglo, era la única con licencia para funcionar en Haití, y la controlaba el dictador en turno.

Sin embargo, en los últimos 20 años surgieron decenas de lugares que se autodenominan universidades. Los más prestigiosos son miembros de la asociación de universidades francófonas. Hay ocho miembros, entre ellos la Universidad Estatal, la católica (Notre Dame d’Haiti-UNDH) y la de Quisqueya, que es la mayor universidad privada.

Es difícil determinar la cantidad de estudiantes inscritos en estas universidades. Pero solamente uno por ciento de los haitianos de entre 18 y 24 años lo están. Esta proporción es la más baja del hemisferio.

La Universidad Estatal es la más grande de todas, pero la administración es débil. Ahí funcionan 11 facultades de modo casi independiente, lo que la vuelve una institución fracturada.

Con cerca de 80 por ciento de los edificios universitarios destruidos, el gobierno convocó la semana pasada a una reunión para planear una estrategia de reconstrucción. Algunas de las ideas propuestas fueron viviendas prefabricadas que puedan instalarse en menos de una semana.

El Programa Haitiano de Educación y Liderazgo, que otorga becas en una universidad local, intenta aprovechar esta oportunidad para crear asociaciones entre universidades haitianas acreditadas y otras en el exterior, según su director ejecutivo y fundador, Bohan.

Según varios educadores, las escuelas públicas de Haití cubren apenas 10 por ciento de la población en edad escolar. La educación universal, gratuita y patrocinada por el Estado es esencial para el desarrollo de Haití. Está consagrada en la Constitución, pero ha sido ignorada por gobierno y donantes en igual medida.

* Especial para Ips de The Haitian Times