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Ver día anteriorSábado 20 de febrero de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Romper la parálisis
L

a parálisis política es producto de tres fuerzas principales que han creído posible construir por sí solas mayorías para gobernar sin otros aliados políticos y, en el límite, sin ciudadanos. El desarreglo en las reglas institucionales es el resultado de lo primero.

Dejado a su libre juego, el mercado político únicamente ha producido gobiernos divididos. La única forma de que no produzca ese resultado es, como en los mercados imperfectos, con intervenciones. Hasta ahora han sido intervenciones indebidas, basadas en clientelismo y patrimonialismo.

El presidente Felipe Calderón busca romper esa parálisis lanzando una propuesta de reforma política que ha sido ampliamente debatida en muchos foros. Todas esas propuestas han sido discutidas desde hace tiempo. Hubo acercamientos con intelectuales y ciudadanos organizados, pero no una búsqueda explícita de acuerdo legislativo.

Al mismo tiempo, se lanza otra importante iniciativa entre los partidos de izquierda agrupados en el Dia (Diálogo para la reconstrucción de México) y el PAN para construir alianzas electorales en varios estados que tendrán elecciones este año.

Por su parte, el blanquiazul decide lanzar una amplia campaña contra los matrimonios entre personas del mismo sexo, aprobados por la mayoría perredista en la Asamblea legislativa del DF, y el gobierno panista la acompaña con la impugnación de la PGR ante la Suprema Corte.

En todos los casos hay agravios y confrontación. También falta de sincronización o simplemente dislexia política.

La reforma política puede llevarse adelante a partir de que se construya una verdadera coalición entres las fuerzas políticas y entre éstas y las diversas organizaciones ciudadanas. Requiere comprensión que saltarse las instancias republicanas no es la mejor manera de alcanzar acuerdos legislativos.

Las alianzas estatales entre los partidos de izquierda y el PAN pueden contribuir a desarticular los nudos autoritarios que se aposentan en los ámbitos regionales y locales. Pero es necesario responder directamente a la pregunta que muchos se hacen: ¿Por qué después de tres años de denostarse en este sexenio han decidido aliarse en algunos estados? ¿Cómo quedan las discrepancias en temas centrales como la política económica y los temas valóricos (aborto, matrimonios gay)? Frente a los militantes de los partidos coaligados y, particularmente, en el caso de las izquierdas es indispensable responder a otra interrogante: ¿Qué papel desempeñan estas alianzas en la estrategia general de los partidos? Finalmente, a los ciudadanos de las entidades donde se vaya en coalición es crucial responder a esta pregunta: ¿En qué sentido mejorarán las cosas para los ciudadanos con la coalición y frente a los anteriores regímenes?

En ambos aspectos se necesita sentido del tiempo político, paciencia para discutir y escuchar, y tomar en serio los reclamos ciudadanos.

Se requiere, sobre todo, comprensión del sufrimiento ajeno. La muerte de 15 estudiantes en Ciudad Juárez, el dolor que genera, la rabia contenida y la impunidad que se sospecha terminará imponiéndose. La guardería ABC: 49 niños, ocho meses desde que ocurrió. Otro grupo de padres que sufren las barreras del olvido para diluir el castigo a los responsables. La lista no acaba.

Ahí, en el dolor inconmensurable de perder hijos hay rostros y deudos. La rabia se traduce en manifestaciones. Se puede medir incluso la distancia entre el reclamo ciudadano y la sordera gubernamental. Hay otros reclamos que se diluyen ante los medios, pero que están muy presentes en el desempleo, en el agravio, ante la presencia de privilegios indebidos.

Es necesario, sobre todo, romper la parálisis política rechazando la degradación lingüística de quienes desde las prácticas más abominables intentan lanzar excomuniones a diestra y siniestra. Lo único contra natura es negarse a dialogar y construir acuerdos.