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El caricaturista habla de su libro más reciente, 2010: ni Independencia, ni Revolución

Nada hay que celebrar cuando tenemos 60 millones de pobres, reclama Rius
Foto
Eduardo del Río, Rius, ayer, durante la entrevistaFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Miércoles 24 de febrero de 2010, p. 4

Para el caricaturista Eduardo del Río, Rius, en el centenario y bicentenario de la Revolución y la Independencia, respectivamente, no hay nada que celebrar cuando la situación de los indios es la misma, cuando hay 60 millones de pobres, cuando la educación está hecha un desastre.

Las conquistas que hubo tras la Revolución, sólo refrendadas por el gobierno de Lázaro Cárdenas, se han ido al bote de la basura a partir del sexenio de Miguel Alemán. “La Revolución dejó de existir y empezó la Robolución, por eso se me hace absurdo celebrar”.

Rius habla en entrevista a propósito de la publicación de su libro más reciente, cuyo título lo dice todo: 2010: ni Independencia, ni Revolución (Planeta).

Luego de hacer un repaso –fiel a su celebrado estilo– por la historia de México, desde el inicio del movimiento de Independencia, pasando por la Revolución y los gobiernos posrevolucionarios, Rius ofrece en su libro un argumento inapelable para demostrar que las cosas no han cambiado: los indios del presente (EZLN), cuando México estaba por ingresar al primera mundo, agarraron sus fusiles de madera y gritaron: ¡Queremos pan, queremos salud, justicia, agua, luz, vivienda digna! ¡Queremos nuestra tierra! ¡Queremos educación y trabajo justo!

Lo mismo que Hidalgo en su momento, o Zapata. Y concluye: Si no... ¿qué chingaos festejamos?

Tanto en el libro como en la entrevista, las palabras de Rius denotan desesperanza: o si acaso tengo una esperanza pesimista, pero lo veo muy difícil; la luz al final del túnel está muy lejos: ¿cómo le hacemos?, ¿por donde empezamos?

–¿Por la educación?

–Pero si la educación es un desastre; primero habría que educar a los educadores.

–¿Y izquierda?

–La izquierda llegó al poder y se corrompió; fui militante del Partido Comunista y nunca nos planteamos llegar al poder, cumplíamos una función de agitación y de organización, pero nunca funcionó realmente. Luego vino la caída del Muro de Berlín, nos agarró desprotegidos, muchos creyeron que no tenía caso. Bueno, a mí no, porque yo deseaba y esperaba algo así, como la Perestroika de Gorbachov, pero le ganó el tiempo y le ganaron las masas.

–Mucha gente de izquierda se formó con sus libros. ¿Ha pensado que no sirvió de nada toda esa labor?

–A veces me he preguntado eso, cuando veo que el país está cada vez peor: mucha gente considera que fui su maestro de politización, pero no de la izquierda de ahora; hoy me da vergüenza lo que está pasando en el PRD, un partido que ayudé a fundar.

–¿Cuándo empezó sus desesperanza?

–Yo tenía una gran admiración por Fidel Castro y la revolución cubana; mi desencanto empezó cuando apoyó la invasión de la Unión Soviética a Checoslovaquia, en 1968; otra parte empezó cuando me quité los lentes del partido y vi cómo era ese falso socialismo.

Fue ese año de 1968 cuando, en el contexto del movimiento estudiantil y la matanza de Tlatelolco, me secuestró el ejército y trataron de matarme; fui el único que se les fue vivo. Me salvó la vida la intervención de Lázaro Cárdenas, quien era mi tío lejano.

No obstante, Rius asegura que no le da pena confesar que sigo siendo un hombre de izquierda, aunque ahora ya no piensa cosas que pensó en otro momento, como matar a todos los hijos de puta que nos han estado viendo la cara.

–¿Cómo se puede hacer humor de la catástrofe?

–Es la única manera de sobrevivir a la catástrofe nacional. Sin humor es muy difícil no sumirse en la depresión; no sólo a mí, sino a buena parte del pueblo, eso lo ha salvado, reírse de los que los oprimen; es una especie de venganza.

(2010: ni Independencia, ni Revolución será presentado el sábado a las 18 horas en la feria del libro del Palacio de Minería, con los comentarios de Paco Ignacio Taibo II.)