Cultura
Ver día anteriorSábado 27 de febrero de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Inusitado encuentro del reportero avezado en el problema con jóvenes y policías

El narcotráfico encierra y le hemos cedido la calle, asegura Javier Valdez
Foto
Javier Valdez, acompañado del comandante Alfonso Quijas, durante la charla con egresados y alumnos del Centro de Formación Policial, para acercar a los guardianes del orden a la lecturaFoto Guillermo Sologuren
 
Periódico La Jornada
Sábado 27 de febrero de 2010, p. 6

Fue un encuentro inusitado: por un lado, un reportero curtido en la cobertura de asuntos relacionados con el narcotráfico en Sinaloa; por el otro, un grupo de jóvenes policías o aspirantes a policía, escuchando con interés y asombro las experiencias y reflexiones sobre lo que significa vivir siempre con el culo en la mano. Para el caso, no hubo mejor forma de describir el miedo.

Javier Valdez, corresponsal de La Jornada en Sinaloa, autor de los libros Miss Narco y Malayerba, es el reportero en cuestión. Los policías son egresados o alumnos del Centro de Formación Policial (Policía Auxiliar).

El encuentro forma parte del programa Letras en Guardia, instituido por la Secretaría de Cultura del Gobierno del DF para acercar a los llamados guardianes del orden con la lectura.

Javier Valdez –al fin norteño– fue directo y claridoso: “Vivir en Culiacán en este momento es vivir en la paranoia; todo el tiempo sientes que alguien te está apuntando por la espalda, que ni en tu casa estás seguro, andas con los esfínteres apretados, sabes que aquella frase de que el que nada debe nada teme allá no tiene vigencia.

“Cualquiera está en peligro, los niños, las mujeres, el cartero, la vecina, no sólo los periodistas, los policías o los involucrados; si no mueres por una bala perdida en un tiroteo, mueres poquito a poco en tu casa, porque el narco te encierra, les hemos cedido la calle.”

No obstante la inevitable crudeza de los temas tratados, el reportero fundador del semanario sinaloense Riodoce salpicó su exposición de humor y bromas frecuentes.

Una joven alumna del CFP manifestó su asombro ante la afirmación de Valdez en el sentido de que el combate al narcotráfico no es una lucha entre buenos y malos, que la situación era compleja y los factores, múltiples: sociales, económicos, políticos.

Fue algo que aprendió sobre la marcha: Me jacto de ser sensible y observador, por otro lado leer novela o poesía me ha ayudado a mirar con otros ojos, entender que atrás de cada muerto hubo un ser humano; soy un reportero que piensa.

Hipocresía de la sociedad

Los policías –mujeres y hombres–, jóvenes en su mayoría, se mostraron muy interesados y participativos, varios de ellos contaron sus propias historias.

Uno le preguntó a Javier Valdez por qué había elegido el narcotráfico como tema periodístico. El autor de Malayerba no le dio vueltas: “La otra opción era hacerme pendejo, voltear la cara y dejar de ver lo que está pasando; pero el narco te atropella, está por todos lados, entonces decidí dar un abono de realidad, aunque no ha servido para que esta sociedad cambie”.

–¿Estaría en favor de la legalización de las drogas como una forma de acabar con el narco? –preguntó otro asistente a la charla.

–La legalización de la mariguana podría quitarle un poco de violencia al asunto, pero hay otros negocios con muchos intereses de por medio como el tráfico de anfetaminas o de armas que no se acabarían con la legalización de las drogas ni con una política puramente punitiva.

Otro obstáculo –sostuvo Valdez– es la hipocresía de la propia sociedad: “Hay gente que crítica al narco, pero estira la mano; además faltan genitales, valor civil, ciudadanía”.

Al respecto, señaló la relación entre algunos sectores de la Iglesia católica con el narco: “Hay templos construidos con dinero del narco, casas de sacerdotes con sillas chapeadas en oro y obispos que reciben costosos regalos”.

Admitió que en sus crónicas y reportajes a menudo suprime o cambia los nombres de los involucrados: es una forma de administrar los riesgos, las cosas que cuento son reales, pero cambio los nombres para poder seguir escribiendo.

Por la misma razón –reconoció el escritor– la mayor parte de la información que obtiene no se publica: más de 90 por ciento.

Con todo –aseguró Valdez– el hecho de que Culiacán sea controlada por un solo cártel, que no sea plaza en disputa, es una relativa ventaja para el trabajo periodístico: los reporteros no se ven entre dos fuegos.

Al final de la prolongada charla, varios policías –mujeres y hombres– dijeron que habían aprendido otra forma de ver las cosas y expresaron agradecimiento al reportero, quien a su vez se dijo maravillado: Me encanta que los policías discutan, lean, revisen, este tipo de temas, es una manera de construir ciudadanía.