jornada
letraese

Número 164
Jueves 4 de marzo
de 2010



Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus

pruebate


Lipodistrofia: sobrevivir
al VIH con el estigma corporal

Óscar Salvador



Hace diez años que Pedro toma antirretrovirales para tratar su infección por VIH, pero hace cinco que empezó a cambiar su cuerpo: se le adelgazaron las piernas, los glúteos y perdió grasa en la cara. Al principio esto era imperceptible, pero después su familia y sus compañeros de trabajo le decían “te ves diferente… ¡qué flaco estás!”.

Uno de los efectos secundarios más severos de la terapia antirretroviral de gran actividad (TARGA) es la lipodistrofia, que es la redistribución anormal de la grasa corporal. Puede presentarse en dos formas: lipoatrofia o pérdida de grasa en rostro, extremidades y glúteos; y lipohipertrofia, o acumulación excesiva de grasa en el abdomen, la zona cervical y en el pecho. Una persona bajo tratamiento antirretroviral puede presentar lipoatrofia, lipohipertrofia o ninguna de las dos.

Especialistas en VIH/sida creen que la lipodistrofia no sólo se debe a la TARGA, sino también a características específicas de la persona (como sexo, edad, etnia, índice de masa corporal) y del virus: algunas hipótesis plantean que la infección por VIH altera el metabolismo de las grasas. Sin embargo, antes de la aparición de los inhibidores de la proteasa (primeros medicamentos anti sida) en 1996, la lipodistrofia no era tan común como ahora.

Esta afección también se relaciona con el aumento de los niveles de colesterol y triglicéridos en la sangre, los cuales pueden provocar diabetes, hipertensión, daño hepático y problemas cardíacos, explicó a Letra S la nutrióloga Adriana Aguilar Vargas, del Centro de Investigación en Enfermedades Infecciosas (CIENI).

La especialista lamentó que en México todavía haya instituciones de salud que concentran el tratamiento del VIH sólo en los fármacos, sin tomar en cuenta aspectos sicólogicos y alimentarios. Pedro, quien se atiende en el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), platica con un médico cada seis meses, aun cuando va por medicamento cada treinta días.

“El doctor rara vez me revisa. Cuando voy por mis medicinas (Abacavir, Kaletra y lamivudina), entrego a la enfermera la receta y me la canjea por una nueva. Esto me tiene muy preocupado porque no he podido consultar al médico sobre nutrición o lipodistrofia”, comenta Pedro.

Las personas con VIH se preocupan por las modificaciones anatómicas, que afectan su autoestima y sus relaciones interpersonales. La lipodistrofia se vuelve un tema central para quienes desean ocultar que viven con el virus. “Siento que mi apariencia me delata. Incluso, puedo identificar quien tiene el virus con sólo mirarle el rostro o el cuerpo. He pensado en suicidarme, y cada vez se me complica más relacionarme con otras personas. Cuando me miro al espejo me siento inválido y no me gusta nada mi imagen”, relata a su vez Alberto.

Omar vive con VIH desde hace diez años. Comenzó a tomar Truvada y Reyataz en enero de 2009. “Todavía no he visto ningún cambio, pero cada vez que voy a consulta y me encuentro con los otros pacientes, veo cómo se han deformado sus cuerpos. Eso me da miedo… No quiero verme así”.

¿Cirugía o más fármacos?
Los tratamientos contra la lipodistrofia están enfocados a mejorar la apariencia corporal. Uno de ellos es la bioplastía, consistente en reponer el volumen de las áreas afectadas por medio de implantes de diversos biomateriales. El polimetilmetacrilano (PMMA) es la sustancia más usada. Luis Casavantes, dermatólogo mexicano dedicado a la cirugía estética hace más de veinte años, asevera que el PMMA es un relleno permanente que no causa daños secundarios como intoxicación, rechazo o cáncer. “Además, la intervención no es invasiva (es mediante inyecciones) y no genera cicatrices”.

La liposucción puede ayudar a disminuir la lipohipertrofia en el abdomen y detrás del cuello. Sin embargo, los médicos consideran que ésta debe practicarse con cuidado porque, al extirpar grasa cercana a las vísceras, se corre el riesgo de dañarlas.

Para disminuir los niveles de colesterol y triglicéridos en la sangre, a las personas con VIH se les dan los medicamentos que se recetan comúnmente.

Aunque no existen estándares definitivos sobre cómo hacerlo debido a que cada persona reacciona de forma distinta, cambiar el tratamiento antirretroviral es otra opción, regularmente la primera, pues los médicos insisten en que la lipodistrofia es, en gran parte, ocasionada por los fármacos. De hecho, en la mayoría de las guías que acompañan los embalajes de los inhibidores de la proteasa y de la transcriptasa reversa, se señala que “pueden producir lipodistrofia” porque aún no se sabe con certeza quiénes podrán presentarla.

Los esteroides son efectivos para disminuir la grasa y aumentar la masa muscular, y podrían funcionar contra la lipodistrofia, pero su uso conlleva riesgos para la salud.

La hormona de crecimiento es una muestra. Según el sitio web www.thebody.com, especializado en información sobre estudios y tratamientos contra el VIH/sida, ha sido utilizada para combatir el síndrome de desgaste en personas que viven con el virus. Ahora, se investiga si puede mejorar la lipodistrofia.

La hormona de crecimiento produce efectos secundarios como incremento en los niveles de glucosa, dolores en los músculos y articulaciones, entre otros. También puede estimular el crecimiento de tumores. Se ha observado que ésta aumenta la replicación del VIH in vitro. Por eso, sólo un médico especializado puede determinar la conveniencia del uso de esteroides para combatir la lipodistrofia.

S U B I R