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Es una mierda; se le pone a uno la carne de gallina, asevera

Causan asco e indignación los nuevos testimonios de abusos, señala víctima
 
Periódico La Jornada
Viernes 5 de marzo de 2010, p. 12

Desde Querétaro, el ex integrante de la Legión de Cristo José Antonio Pérez Olvera dijo sentir asco e indignación al enterarse de nuevos testimonios de abusos sexuales cometidos por el fundador de la congregación, Marcial Maciel, esta vez contra sus propios hijos. ¡Esto es una mierda; se le pone a uno la carne de gallina!, revienta el abogado.

Él y su hermano Fernando forman parte del grupo original de ocho ex legionarios que denunciaron en 1997 las vejaciones que les infligió su mentor espiritual. “Este tipo –Maciel– engañó a medio mundo. Pero estas nuevas revelaciones afectan también a Juan Pablo II, porque él, como todos los que lo arroparon, tienen la culpa de lo que hizo.”

Enseguida, y como si sus recuerdos movieran de inmediato sus palabras, José Antonio ubica múltiples comparaciones entre los hechos narrados por los hijos de Marcial Maciel en una entrevista radiofónica el miércoles pasado y aquello que les tocó padecer a él y otros ex legionarios. Se indigna también con el lenguaje que mantienen los actuales jerarcas de la congregación.

Maciel dejó clones. Ellos siguen hablando en términos esotéricos, en nombre de Dios; están mintiendo.

Todo esto es una tragedia que no sé adónde irá a conducir, pues realmente no le tengo confianza al papa Benedicto XVI. Creo que no sabe gobernar.

De entrada, retrata al fundador de los legionarios como un depravado sexual que agarraba parejo y era adicto a la morfina.

Pérez Olvera refiere además que el pasado 20 de febrero él y su hermano, así como Saúl Barrales, José de Jesús Barba, Alejandro Espinosa y Arturo Jurado, entre otras víctimas del fallecido fundador de los legionarios, se reunieron con el obispo de Tepic, Nayarit, Ricardo Watty, quien forma parte del equipo de investigación designado por el Vaticano para practicar una auditoría a la congregación.

El encuentro fue en El Altillo, de los Misioneros del Espíritu Santo, que se ubica en la avenida Miguel Ángel de Quevedo. Watty y Carlos Briseño, el obispo auxiliar de la Arquidiócesis de México que lo acompañaba, pensaron que iban a un día de campo. Pero no fue así, hablamos durante tres horas. Ya no nos impresionan las autoridades de la Iglesia.

Quedó con la impresión de que mientras Watty es un hombre espiritual y merecedor de respeto, Briseño mostró una actitud desdeñosa. “Incluso, frente a sus señalamientos le dijimos claramente: ‘déjense de que estamos atacando a la Iglesia: estamos señalando a quienes nos hacen sentir vergüenza de ser católicos’.”

Regresa entonces a las recientes revelaciones sobre la conducta de Maciel: es inconcebible en un señor que nos hizo esperar algo mejor. ¡Inspira asco!