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Se inicia el fmx Festival de México con ópera sobre Camelia La Tejana, de Gabriela Ortiz

Mi teatro es una epifanía individual del espectador: Romeo Castellucci

El director escénico italiano visita por primera vez México para presentar su obra Hey girl!

Las propuestas innovadoras del artista se caracterizan por una concepción visual y plástica

 
Periódico La Jornada
Jueves 11 de marzo de 2010, p. 3

Para el italiano Romeo Castellucci, el teatro contemporáneo es una experiencia más cercana a las artes visuales.

Esa situación responde a la realidad política y estética imperante hoy día, señala: “En esta época, en la cual predomina la imagen sobre la palabra, el teatro es una confrontación real con la sensación que el espectador tiene de su propia vida.

Todas las personas del mundo son continuamente los espectadores de sí mismos y están invadidos por información, sobre todo de imágenes (...) Hay una comunicación que está por encima del nivel cultural o conceptual, la cual se centra más en las sensaciones.

Lo anterior explica por qué las propuestas de este creador escénico son de concepción bastante visual y plástica, si bien él mismo se incluye dentro de la tendencia contemporánea en la que cada uno de los elementos teatrales (actuación, escenografía, vestuario) tiene la misma importancia.

De 50 años de edad, Romeo Castellucci visita por primera vez México al frente de su compañía, Societas Raffaello Sanzio, para presentar la obra de teatro Hey girl!

Ese montaje figura entre los espectáculos más relevantes del fmx Festival de México, el cual será inaugurado hoy con Únicamente la verdad: la verdadera historia de Camelia La Tejana, ópera de la mexicana Gabriela Ortiz, sobre la cual La Jornada dio cuenta pormenorizada en su edición del pasado lunes.

Retrato del corazón humano

En entrevista con este diario, Romeo Castellucci define a Hey girl como un retrato del corazón humano. Su naturaleza es abstracta e intimista, precisa, y señala que en ella el espectador se lanza a un viaje interior mediante vivencias que una mujer tiene a lo largo de un día común.

De Hey girl! se realizarán dos funciones: el 12 y el 13 de marzo, a las 20:30 horas, en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris (Donceles 36, Centro Histórico).

–¿Qué intenciones o preocupaciones hay detrás de Hey girl!?

–Es un espectáculo que, primero, quiere comunicar una emoción, una sensación entre los espectadores; es decir, no es una propuesta atada a la literatura teatral, sino se trata de una intención, una acción; su fin es el mismo de todo el teatro: provocar una emoción en el espíritu, en el corazón del espectador.

–¿Por qué lo define usted como un espectáculo abstracto?

–Es un espectáculo con dirección, por supuesto, pero abstracto en el sentido de que no tiene una narración propiamente dicha.

–¿Propone entonces un rompimiento con los cánones tradicionales?

–La forma de energía más evidente que ha concebido todo esto es la de alguien que busca la novedad o la diferencia respecto del teatro convencional; está, por ejemplo, la participación de un director sin la presencia de un escritor; es decir, no hay literatura.

“Ésta es una gran diferencia que aleja a este teatro del convencional, pero lo acerca, como experiencia, a las artes visuales.

Foto
Escena de Hey girl! que la compañía Societas Rafaello Sanzio presentará en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris (Donceles 36, Centro Histórico)Foto Cortesía del fmx Festival de México

“En esta época, en la cual predomina la imagen sobre la palabra, el teatro es una confrontación real con la sensación que el espectador tiene de su propia vida.

“El espectador, todas las personas del mundo son continuamente los espectadores de sí mismos y están invadidos por información, sobre todo de imágenes.

“Este teatro, el teatro contemporáneo –porque no sólo hablo del mío, sino del de una generación que lo concibe de esta misma manera– piensa el lenguaje de la escena a partir de las condiciones políticas y estéticas del ciudadano de hoy, las cuales son muy diferentes de las circunstancias en las cuales fueron producidos los textos teatrales hace 30 o 40 años; hoy es totalmente distinto.

Hay una comunicación que está por encima del nivel cultural o conceptual, la cual se centra más en las sensaciones. Ésta es una nueva condición típica del espectador de hoy; no le importa ser un estudioso para poder apreciar un espectáculo, como ocurría hace 50 años. No es necesario estudiar para ir a ver un espectáculo.

–¿El suyo, entonces, debe entenderse como un teatro más intuitivo, mucho más sensorial?

–Seguramente es muy sensorial, porque la clave de la interpretación es individual.

“Pero eso no significa que sea un espectáculo irracional; al contrario, hay muchas indicios, muchas claves de acceso que conducen a una geometría, a un diseño muy específico, aunque se trata de una geometría variable, porque cambia según el espectador.

Es decir, se trata de una epifanía individual del espectador, y eso tiene que ver con que cada espectador tiene su propia clave de acceso, pero no por eso es un espectáculo surrealista. Todas las imágenes, los problemas que nacen en el espectáculo son calculados, diseñados, queridos, en cierto sentido, de forma paradójica, conceptual.

Escenografía mínima

–¿Cómo concibe o qué papel desempeñan los elementos teatrales (actores, escenografía, vestuario...) en esta innovadora concepción del teatro?

–Los elementos del teatro siempre están presentes, no se trata de cambiarlos: están el vestuario, la música, los actores, la iluminación, la escenografía, los trucos, todo está allí.

“En el caso particular de Hey girl!, la escenografía está reducida al mínimo, pero ninguno de aquellos elementos es transformado; sin embargo, la relación que existe entre ellos es diferente.

“No hay más esa jerarquía del teatro convencional, que ve en primer lugar el texto; en segundo, el director; en tercero, los actores; en cuarto, la escenografía...

En el teatro contemporáneo esos elementos se encuentran en el mismo nivel y tienen la misma importancia. Una luz que se enciende no sirve sólo para iluminar una escena, pues a la vez es ella misma parte del lenguaje, un signo. Son elementos, todos, con la misma relevancia.