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Sin alianzas no nos alcanza para ser competitivos

Los políticos deben dar resultados, no sólo tener principios

“Qué bueno que Andrés Manuel esté en sus posiciones. Es sano. Si nosotros nos equivocamos (en las alianzas con el PAN), él podrá decir: ‘se los dije’. En cambio, si él se sumara y esto sale mal, nos hundimos todos. Y si esto sale bien no le vamos a decir: ‘te lo dijimos’”

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El punto no es el PRI ni Enrique Peña Nieto, sino cómo frenamos la restauración autoritaria, sostiene el ex regente de la ciudad de México, aquí en imagen de archivoFoto Luis Humberto Gonzélez
 
Periódico La Jornada
Viernes 12 de marzo de 2010, p. 9

La piñata de Pinocho y los mandarriazos entre los partidos Revolucionario Institucional (PRI) y Acción Nacional (PAN) en San Lázaro están inevitablemente a la mesa con Manuel Camacho Solís. Y con ellos la pregunta que suena en la calle: Y a ustedes, ¿cuándo los va a traicionar el PAN?

El coordinador de Diálogo para la Reconstrucción de México (Dia) ni jala aire: No sé. Pero sé que si ganamos estas elecciones vamos a estar mejor. Si gana Gabino (Cué, en Oaxaca) vamos a estar mejor que con Ulises (Ruiz); igual si gana Xóchitl (Gálvez) en Hidalgo.

Pero más que los eventuales triunfos en esas y otras entidades donde Dia (PRD-PT-Convergencia) irá en alianza con Acción Nacional, Camacho destaca un logro mayor:

–Van a cambiar las expectativas. La gente va a decir: ah, estos sí pueden ganar. Como ahora, en el juego inverso, en la cargada, ya empiezan a decir: aquí va a haber una competencia de tres fuerzas.

Porque luego de la elección de 2006, se explica el ex regente de la ciudad de México, nadie daba un peso por la izquierda en la disputa por la Presidencia. “Nadie cree, salvo personas de una voluntad política extraordinaria, como Andrés Manuel López Obrador, quien dice ‘de todas maneras vamos a competir y a ganar’”.

Las alianzas electorales con el PAN son, pues, en la idea de Camacho, la única manera posible de poner a navegar el barco electoral de los tres tercios. Si cambiamos las expectativas, entonces sí podemos hacer política.

Uno de los saldos inmediatos, sin embargo, es la cuerda tensa entre los dirigentes partidistas, incluyendo al propio Camacho, y López Obrador, de quien destaca su congruencia por rechazar negociaciones, en 2006 y ahora:

–Qué bueno que Andrés Manuel esté en sus posiciones. Es sano. Si nosotros nos equivocamos, él podrá decir: se los dije. En cambio, si él se sumara y esto sale mal, nos hundimos todos. Y si esto sale bien no le vamos a decir: te lo dijimos, sino le vamos a dar a la izquierda un estímulo que ya no tenía.

–¿Cuál fue el diagnóstico que los llevó a tejer las alianzas?

–La división que se dio entre 2006 y 2009 fue muy costosa para la izquierda. Se hicieron apuestas, por cada una de las partes, que al final no resultaron. Quedó un PRD muy dañado, un PT con un porcentaje de votos apenas un poco mayor y un partido Convergencia que apenas conservó el registro. Entonces, la primera parte del diagnóstico fue: si no nos unimos, simplemente no tenemos nada que hacer, vamos a terminar en 2012 con una candidatura de 6 por ciento, otra de 6 y una más de 4 por ciento.

Una vez rearmado el frente de los tres partidos, Camacho sacó cuentas y concluyó que con esas fuerzas no nos alcanzaba para ser competitivos. Y de ahí, a las alianzas.

Del robo a Weber

–¿Y cómo explicar a su electorado que van con el partido que les robó la Presidencia?

–Es lo que ha sido la historia de América Latina. Si no lo vemos así, no existiría el caso chileno: los socialistas se dieron cuenta de que sin una alianza con la Democracia Cristiana no podrían abrir el sistema. No sólo fueron en alianza, sino eligieron a un democristiano como primer presidente de la concertación. Si no, simplemente no hubieran ganado. Hay un propósito claro y ya son otras reglas, ya no se puede ver todo por lo que pasó (en 2006).

“Todo pasa por los votos. Si no podemos dar resultados en votos, lo demás puede ser muy puro, atractivo en términos doctrinarios, pero la verdad es que no están respondiendo a la gente, y la gente quiere un cambio. Si no le abrimos esa posibilidad, la gente no va a participar en la política. La única manera de cambiar este status quo político es, creo yo, en una elección presidencial y con alta participación.

“Si logramos los votos, la gente se va a entusiasmar. Si no, simplemente va a decir: ‘estos nos llevan de derrota en derrota’. La responsabilidad de los políticos es dar resultados, no sólo tener principios. En términos weberianos, la política es una ocasión de resultados.”

–Cuando refiere el caso chileno parece que estas alianzas podrían llegar a 2012.

–No están dadas las condiciones. El país está en una situación muy difícil, y si no ofrecemos un proyecto distinto y convincente, no va a ser suficiente con un arreglo electorero. Para que nos dé, necesitamos ir al fondo. Hay muchas diferencias con el PAN que no veo cómo se podrían zanjar.

–Hablando de votos, ¿por qué no ir en alianza en el tercer saco electoral del país, en Veracruz?

–Ahí tenemos un candidato con posibilidades, y en otros estados no. Dante Delgado quedó cerca de ganar, con cuatro puntos, en la elección anterior. En otros casos es 4 por ciento a secas; es imposible ganar. Donde ha habido la oportunidad de competir con nuestras propias fuerzas, claro que preferimos hacerlo, como en Veracruz y Tlaxcala.

–¿Son alianzas para frenar al PRI, o más bien a Enrique Peña Nieto?

–El punto no es el PRI ni Peña Nieto. El punto es cómo frenamos la restauración autoritaria: que en una mesa tomen la decisión de excluir a una de las fuerzas, a la izquierda. Es decir, ya el voto no cuenta, el voto y las negociaciones en el Congreso son escenografía.

El papelito y el talón de Peña Nieto

Papelito habla, afirma Peña Nieto. ¿Qué leyeron ustedes?

–Metieron todos los huevos en ese papelito. Es tal el exceso en el que incurrieron, que su propia gente les está diciendo que no le pidan cerrar el caso. Ese papelito está diciendo que hubo un acuerdo para limitar los derechos de asociación de los ciudadanos. Es yo le aumento los impuestos a la sociedad a cambio de que me garanticen que voy a ganar la elección del estado de México que me abre la puerta a Los Pinos. No es una cosa menor. No se dice directamente, pero cuando se habla de diferencias ideológicas lo que ese pacto está diciendo es saquemos de una vez a la izquierda de la competencia, pongámonos de una vez de acuerdo entre nosotros. Es decir, la restauración del pacto de 1989.

–Hecho por los mismos con los que ustedes irán aliados.

–Si no hacemos eso, vamos a validar lo que ellos quieren. Ya nos dimos cuenta que ése es su talón de Aquiles, cometeríamos un gran error si retiramos la presión.

–¿Peña Nieto ha dejado de ser electoralmente inalcanzable?

–Sus más cercanos ya establecen cierta distancia. Se ve muy feo que por una candidatura tengas que subir los impuestos. Y además el discurso de que no les importan las alianzas se ha venido abajo. No sólo les importan, sino que son su principal preocupación. Estuvieron dispuestos a pagar el costo de aumentar el IVA con tal de asegurarse que no iba a haber alianzas.

Estamos frente a la defensa de regímenes locales, clientelares, autoritarios, donde no hay control social que pueda abrir esos sistemas; entonces, no sólo es pierdo, es pierdo y temo.

He vivido muchas sucesiones

–¿Cómo van a mantener la unidad cuando llegue la hora de definir el candidato a la Presidencia?

–Ya he visto muchas sucesiones. Las he vivido muy cerca. Y sé que las sucesiones y las ambiciones personales tienen enorme probabilidad de echar a perder los procesos. Es la máxima de Porfirio Díaz: si quieres gobernar, administra las ambiciones.

“No tenemos derecho, quienes buscamos el cambio, de ir a un proceso de a ver quién se queda con la silla presidencial. Hay que ofrecer algo diferente, y eso no sólo está en un programa, sino también en un proceso político diferente. Y eso va a requerir un ejercicio de racionalidad y responsabilidad muy grande para decir realmente quién puede ganar. Y además una negociación sincera y muy seria, que no se limita a quién está mejor en una encuesta. Ni Marcelo Ebrard ni Andrés Manuel son políticos ratoneros. Ambos tienen la suficiente grandeza para negociar un programa, la estrategia económica, los contenidos de justicia y de libertades.

Si lo vemos como un pleito de personas, vamos otra vez a echar a perder todo. Todos estamos obligados a no estar haciendo ese juego adulatorio, ese juego cortesano de los grupitos que rodean siempre a los candidatos, y que lo único que hacen es alimentar su vanidad y madrear a sus enemigos, un juego muy irresponsable. Tenemos que ayudar a evitar un conflicto y dar garantías de que va a haber un proceso responsable.