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Ver día anteriorLunes 15 de marzo de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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México SA

Calderón y su base estadística

Desempleo: 49% de la PEA

Ya casi; uno de cada dos

L

as vueltas que da la vida. Hoy, ni de lejos, dice ni defiende lo mismo que 18 años atrás (de hecho utiliza las mismas justificaciones de los ex presidentes priístas que tanto criticó como opositor al régimen), pero si se aplica la medición propuesta por Felipe Calderón desde la tribuna de la Cámara de Diputados (5 de noviembre de 1992: ver México SA del pasado jueves), entonces él tendría que reconocer públicamente, como en aquel entonces lo hizo, que a estas alturas México no sólo ocupa uno de los primeros lugares internacionales en lo que a desempleo se refiere, sino que en este renglón la situación (social, económica y política) es verdaderamente explosiva, por mucho que el alegre cuan lamentable secretario del Trabajo, el pianista Javier Lozano Alarcón, asegure que ya estamos a punto de recuperar todo lo perdido (las plazas formales canceladas por la crisis).

Aquel 5 de noviembre de 1992 el actual inquilino de Los Pinos advirtió: “hoy se nos dice que el desempleo en México es de 2.9 por ciento, y sigue siendo la cifra ridícula e inverosímil. Cuando en economías más desarrolladas (…) las tasas de desempleo alcanzan 7 por ciento y, para no ir más lejos, cuando el propio (gobierno) en sus publicaciones señala un desempleo abierto de 14 por ciento, la tasa de 2.9 por ciento es, repito, ridícula. ¿Por qué? Porque no considera el desempleo en el sector rural; porque sólo se limita a muestreos en las principales zonas urbanas del país; porque considera como trabajador a quien trabaja sin remuneración; considera como empleado a quien trabaja a la semana por lo menos una hora; porque considera como empleado a quien tiene la certeza o la creencia de conseguir empleo en un mes. Aparte, esta cifra del 2.9 por ciento no considera el subempleo… Al iniciar la actual administración uno de cada ocho trabajadores estaba en el sector informal; tres años después uno de cada cuatro está en el sector informal. Otras cifras como esta del desempleo se manipulan al gusto de la autoridad y producen no sólo desinformación en la opinión pública, de suyo grave, sino incertidumbre económica… hay cierre de empresas, baja de producción y en todos los rubros de la industria (…) se refleja este año una reducción de la planta laboral; esto es, más despidos y más costo social”. Eso decía y defendía.

Pues bien, si se toman sus exigencias estadísticas y se integran en un solo renglón, el del desempleo, entonces debería reconocer que hoy, 18 años después de aquella perorata y con él sentado en Los Pinos, la situación laboral es verdaderamente dramática, porque muy lejos está México de reportar una tasa de desempleo de 5.87 por ciento, como oficialmente reconoce el Inegi al cierre de enero pasado. En efecto, si se incorporan todos los elementos citados por el diputado Calderón en noviembre de 1992, entonces el 49 por ciento de los mexicanos en edad y condición de laborar están totalmente fuera del mercado de trabajo, es decir, en el desempleo.

Lo anterior, porque es de suponer que la argumentación por él utilizada 18 años atrás en la tribuna de San Lázaro es igual de válida ahora que ya no es de oposición y mucho menos feroz crítico del sistema, de tal suerte que más allá del fatuo discurso de la recuperación de las plazas canceladas por la crisis, el hecho atroz, contundente y escalofriante es que uno de cada dos mexicanos en edad y condición de laborar está en el desempleo, de acuerdo con la mecánica de medición defendida por el ahora inquilino de Los Pinos.

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Cientos de personas asistieron a la 21 Feria del Empleo de la Ciudad de México en Santa Fe, el pasado 11 de marzoFoto Roberto García Ortiz

De acuerdo con la información oficial (Inegi), poco más de 47 millones de mexicanos dan cuerpo a la población económicamente activa; si se suman los renglones laborales citados por Calderón aquel 5 de noviembre de 1992, entonces 23 millones están en el desempleo (49 por ciento de la PEA), es decir, un monto más de ocho tantos superior al reconocido por lo que algunos llaman gobierno calderonista.

La tasa oficial de desempleo (5.87 por ciento, igual de ridícula e inverosímil que la de 1992) equivale, en números cerrados, a 2.8 millones de mexicanos; la de subempleo (9.3 por ciento) a 4.4 millones; la de trabajadores en el sector informal (27 por ciento) a 12.6 millones, y la de trabajadores que no reciben ingresos (6.8 por ciento, que se refiere a aquellos parientes que laboran en una empresa familiar) a 3.2 millones. Resultado: 23 millones de desempleados, 49 por ciento de la población económicamente activa, o si se prefiere uno de cada dos paisanos se encuentra en tan delicada circunstancia, sin considerar a los poco más de 10 millones de emprendedores (eufemismo por changarreros foxistas). Entonces, el recuento, a toda luces, está por demás alejado del balance que, con todo y ataque hepático, reconoce el presidente del empleo, no sin antes justificar que es una de las tasas más bajas para países con economías similares a la nacional.

En aquel noviembre de 1992 Felipe Calderón criticaba ferozmente que al iniciar la actual administración (la de Carlos Salinas de Gortari) uno de cada ocho trabajadores estaba en el sector informal; tres años después uno de cada cuatro estaba en el sector informal. Otras cifras, como esta del desempleo, se manipulan al gusto de la autoridad y producen no sólo desinformación en la opinión pública, de suyo grave, sino incertidumbre económica.

Pues bien, para beneplácito del otrora crítico feroz, a estas alturas el número de empleos –por llamarle de alguna forma– en el sector informal de la economía nacional resulta ligeramente superior a los registrados por el IMSS en el sector formal, de tal suerte que en este renglón la relación sería de uno de cada dos mexicanos. Así es: de uno de cada ocho en 1988 a uno de cada dos en 2010, un sostenido avance (aunque en sentido contrario) en 18 años y con el mismo que cuestionaba la medición laboral en el país ahora instalado en Los Pinos, desde donde descaradamente se manipulan al gusto de la autoridad las cifras del desempleo.

Las rebanadas del pastel

Mientras el tal Jelipe arrancó por enésima ocasión su campaña electoral, por mucho que esté en su cuarto año de estancia en Los Pinos, Javier Lozano Alarcón, el pobre Lozanito, es feliz con su política de corte y confección para acomodar el calendario, ajustar cifras y decir, sin sonrojarse, que estamos a punto, en tan sólo dos meses, de recuperar todo lo perdido en el peor año, en la peor caída del PIB en la historia moderna de México.