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Penultimátum

Beatificación blindada

U

no de los procesos de beatificación mejor guardados por las áreas responsables de esa tarea en la Iglesia católica es el de Maura Degollado Guízar, madre del fundador de la Legión de Cristo. Mamá Maurita, como la bautizaron de cariño los legionarios, nació en abril de 1885 en Cotija, Michoacán. Desde muy joven quiso ser monja, pero como afirman quienes promueven su beatificación le tocó vivir en una época en que la mujer no tenía voluntad propia. Sus padres y su tío, el hoy San Rafael Guízar, le indicaron que debía casarse, y entendiendo que esa era la voluntad de Dios lo hizo, y se entregó a su esposo y a sus hijos con el mismo amor que la había llevado a anhelar el consagrarse a nuestro Señor. Fue una esposa dócil. Se casó en 1912 y tuvo 19 hijos. Uno de ellos, Marcial.

Enviudó en 1950 y es entonces cuando se une espiritualmente a la orden fundada por su hijo. Hasta su muerte en 1977 es visitante distinguida de las casas de los legionarios y en sus fiestas más importantes, en la ordenación de sacerdotes de la legión, en las visitas al Vaticano. Según sus panegiristas, la fama de santidad y las virtudes de mamá Maurita cundieron por el mundo y se demostró por el interés que despertó su ejemplo en obispos, sacerdotes, familiares, legionarios y miembros del Regnum Christi. Uno de ellos, Enrique Ponce Díaz, afirma que el proceso de santificación reviste gran importancia, pues ella “se consagró a Dios en el Movimiento y porque muy unido al anterior, nos une a ella un lazo afectivo particular, pues fue la madre terrena de nuestro padre fundador y espiritualmente lo ha sido y lo es también de muchos sacerdotes legionarios, hombres y mujeres del Regnum Christi”.

El proceso para llevarla a los altares se inició en 1990, alentado por la santidad atribuida también a su hijo; la Santa Sede decretó en  2000 la validez del proceso y la declaró sierva de Dios. A partir de allí, la Congregación para la Causa de los Santos estudia los testimonios y pruebas que existen  para ver si procede seguir hacia la  beatificación y posterior declaración de santa. Para ello es necesario demostrar que, gracias a ella,  tuvo lugar un hecho por encima de las fuerzas de la naturaleza, realizado por Dios. Por ejemplo, una curación inexplicable según los conocimientos científicos. Un milagro. Y mamá Maurita los hace lo mismo en Chile que en México.

Sería conveniente que los legionarios de Cristo, hijos espirituales no sólo de Marcial Maciel sino, como han dicho, de mamá Maurita, insistan en el proceso de beatificación de la protosanta. Su hijo pudo haber cometido errores y delitos graves, pero su madre, como han insistido tanto los legionarios, no manchó su plumaje en el trato con el pantano: se elevó sobre él y ahora es la figura relevante del pensamiento legionario.