Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 28 de marzo de 2010 Num: 786

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

La Waina
FEBRONIO ZATARAIN

Tres poemas
KLITOS KYROU

Gala Narezo: las grandes pequeñas cosas
ELENA PONIATOWSKA

Simone Weil: una heroína romántica
AUGUSTO ISLA

La poesía sabe hacerese cargo de sí misma
RODRIGO GARCIA LOPES entrevista con MICHAEL McCLURE

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Columnas:
Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGÜELLES

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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Hugo Gutiérrez Vega

LA INFORMACIÓN (X Y ÚLTIMA)

Para llevar adelante su proyecto, Lenin tuvo que enfrentarse a las influyentes gacetas Rabóchaya Mysl (El pensamiento Obrero), órgano de los llamados economistas y Rabócheie Dielo (La Causa Obrera), revista oficial de la unión de socialdemócratas rusos en el extranjero. Iskra fue objeto de múltiples represiones, así como de ataques violentos por parte de algunos grupos de la izquierda rusa. Su primer número fue impreso en Leipzig, en 1890. Más tarde se editó en Munich, Londres y Ginebra. Su tiraje era muy reducido y su circulación corría a cargo de los activistas del Partido Marxista Revolucionario de la Clase Obrera. Algunos estudiosos de los temas periodísticos opinan que Iskra fue un elemento determinante en la formación y consolidación del partido de los trabajadores rusos. Es indudable que cumplió su misión de “organizador colectivo”, de “plomada” capaz de dar coherencia a los esfuerzos de los técnicos y de los albañiles para crear una organización política. Dentro de este programa, el periódico rompía con todas las premisas de la prensa burguesa, refutaba el valor de las noticias dadas al público como anécdotas separadas del contexto sociopolítico y, por lo mismo, privadas de contenido y de significado, y buscaba que en las informaciones, artículos, crónicas, etcétera, “se hiciera el balance, tanto de las condiciones sociopolíticas de Rusia como de las actividades del Partido”. De esta manera el periódico se constituía en “el vínculo efectivo” entre los distintos grupos del Partido y su distribución en una tarea común de gran utilidad para la formación de la solidaridad indispensable en todas las organizaciones revolucionarias.

Otro de los propósitos fundamentales de Iskra era sujetar a todos los casos concretos y a las explosiones sociales que se registraban en las distintas regiones de Rusia a un análisis y a un enjuiciamiento que provocaría las discusiones y la exposición de los puntos de vista de los lectores militantes. Este sistema abierto permitía una mayor participación de los agremiados en los trabajos de programación y elaboración del periódico.

Es indudable que Iskra tenía características singulares; cumplía el papel de organizador de un partido y sus mensajes se dirigían primordialmente a lectores ya convencidos del programa partidista, que encontraban en la publicación un auxiliar importantísimo para sus trabajos de análisis de la realidad vista a la luz de un programa político concreto. Sin embargo, Iskra buscaba, también, aunque de modo secundario, ganar adeptos para el Partido y proporcionar al público algunos criterios de interpretación de la realidad sociopolítica.

Lenin resumía en su obra citada sus ideas en torno al periódico organizador de la siguiente manera: “El plan de un periódico político para toda Rusia, lejos de ser el fruto de un trabajo de gabinete realizado por personas contaminadas de doctrinarismo y literaturismo es, por el contrario, el plan más práctico para empezar a prepararse en todas partes e inmediatamente para la insurrección, sin olvidar al mismo tiempo ni un instante la labor ordinaria de todos los días.”

No hay que olvidar, por otra parte, que la burguesía rusa y el gobierno zarista poseían un aparato muy rudimentario de control de la información y de divulgación de las pautas de conducta reforzadoras del sistema autoritario. Esta circunstancia permitió a Iskra llamar de inmediato la atención de una buena parte de la opinión pública. Lenin mismo tendría que afinar su proyecto para que funcionara en el actual momento de la información y de la comunicación de masas, porque el sistema burgués dispone de suficientes distractores y de numerosas y muy estridentes formas de “masajeo” para opacar los mensajes críticos; posee, además, grandes máquinas encargadas de controlar la información. Frente a ellas, la prensa revolucionaria, la doctrinaria y la crítica, ven considerablemente mermadas sus posibilidades de llegar a un número importante de miembros de los distintos públicos. Su función, por lo tanto, generalmente se limita a formar y orientar a públicos muy concretos y localizados. En esto radica la importancia de su papel histórico. Representar, en el mundo de las relaciones mercantiles y de la irracionalidad burguesa, la razón y el deseo de aspirar a una sociedad humana, lo cual es una tarea absolutamente necesaria. “Hay que soñar”, dice Lenin en su libro. Esas publicaciones sueñan, sabiendo que de su sueño (¿y qué es el pensamiento político auténtico, sino un sueño?) podrá nacer una realidad nueva. Estos sueños iniciales se desplomaron por obra y gracias del estalinismo. En su lugar apareció la censura y el terrible aparato de control político y social.

En la sociedad burguesa la prensa revolucionaria, al igual que la que busca conservar su independencia, se encuentra en una situación de desventaja frente a los órganos periodísticos de carácter comercial. Esta desventaja no se deriva necesariamente de las formas de represión que el aparato político instrumenta en su contra; se une a las formas de control de la opinión, las actitudes y los criterios que el sistema posee y ejercita con eficacia creciente. No hay que olvidar que toda la compleja maquinaria de la publicidad comercial tiene un claro contenido ideológico y que, entre la prensa burguesa, las oligarquías económicas y los poderes políticos se firma cotidianamente un pacto tácito, merced al cual las pugnas entre los grupos pueden darse siempre y cuando no rebasen los límites del juego permitido y no pongan en peligro la estabilidad del sistema.

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