Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 4 de abril de 2010 Num: 787

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

México en Lezama
RAFAEL ROJAS

Juan Ramón y Lezama en La Habana
ALFONSO ALEGRE HEITZMANN

Breve antología poética
JOSÉ LEZAMA LIMA

La narrativa extraterritorializada
ADRIANA CORTÉS entrevista con SANTIAGO GAMBOA

Columnas:
La Casa Sosegada
JAVIER SICILIA

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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Jorge Moch
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Inconsecuencia del vacacionista

Este es un país mudadizo. Para unos trampa, pozo insonda ble donde se pierden respetos, prestigios, personas, em pleos, inocencias o la vida, mientras que para otros cornucopia feraz. Todo depende de qué lado de la oligarquía esté uno parado, qué negocios tiene. Mientras las redes sociales hacen retrato pavoroso de la realidad nacional y los testimonios atroces corren de boca en boca, el discurso oficial del presidente miniatura, empiringotado desde su mediá tico sagrario –primorosamente protegido por guaruras pretorianos que lo hacen inalcanzable hasta para las lágrimas de una madre a la que le acribillaron brutalmente un hijo adolescente o le quemaron vivo un bebé de un año– dicta otra visión del señorío en que todo marcha bien, con algunos “problemillas”, quizá; pequeñeces. Porque no existe, según el enanismo mental del poder, desabasto moral y el tejido social es de fibras de primera. Los huecos en la túnica los parcha la televisión, que para eso es la alcahueta oficial del reyezuelo y sus alecuijes de corbata y helicópte ro, y con el favor de dios las cosas de veras irán emparejando con las de mentis. A pesar de la Historia que muestra en contrario, la política nacional, esa vieja meapilas de día y puta de noche, insiste que plañir mentiras como cuentas de rosario las trucará milagrosamente en verdades. Pero nada de esto importa realmente. Porque llegan las vacaciones. Y México siempre se olvida de sí. En vacaciones todo es playa y festival. La televisión y sus socios de cervecerías y firmas refresqueras aportan una pléyade de trovadores de pacotilla, sin discurso estético defendible, para el cada vez más nutrido sector de la perrada a la que hipócritamente los estamentos del poder obsequian el eufemismo “clases po pulares”. La calidad del cancionero la dicta la televisión, cuyo poder de penetración ha rebasado por mucho la de cualquier otro medio masivo de comunicación aprovechando la tugurización de la vida nacional, del empleo, de la educación, del civismo casi inexistente, de la maltrecha honestidad colectiva. Manifestaciones musicales regionales que eran tradición y folclore se han entreverado con expresiones del más burdo mercantilismo. Por eso en una escuela pública de Reynosa, por ejemplo, alguna maestra, quizá el director de la institución, los padres de familia, todos, son los culpables de incubar sociópatas cuya existencia luego llorarán amargamente, pero bien aplaudieron a niñas y niños de cinco o siete años que, en un fin de curso, bailaron un reguetón antes impensable y cuya letra reza amenazas de ráfagas de metralleta, los varoncitos vestidos de sicarios, playera negra y pantalones camuflados, y las niñas con faldas cortas de mucho vuelo, bailando como pequeñas estre llas de table dance. La sociedad mexicana, feliz en su video cracia de escándalo y abulia, sigue indiferente ante su propio, imperecedero colapso.

Pero nada de ello importa. Porque la raza se va de vaca ciones y presume que toda la mierda del país se borra a tragos de caguama, con paseos, si hay dinero, a la playa, al pueblo de los abuelos y hasta a ese espejismo onírico que son Disneylandia y Las Vegas para quienes creen que conocer mundo es irse a gastar dólares al imperio, aunque se los siga despreciando por mexicanos.

Viene a cuento otra escena de noticiero de la tele. Un fin de semana largo, previo al período vacacional, Acapulco se convierte en tierra de nadie, espacio entre trincheras. Ban das criminales se enfrentan a balazos en sus calles. Hay gen te inocente que queda atrapada en el fuego cruzado y termina en la sangrienta estadística que adorna al régimen. Las playas sin embargo están atestadas. Se cuentan más de treinta muertos a balazos en las calles del puerto en dos días. Pero el reportero a cuadro encuentra testimonios que reflejan no sólo el aislamiento moral de los vacacionistas, sino su cándida estupidez, la inconsecuencia de su apatía hasta el momento, diosnoloquiera, en que sean ellos los que queden en medio de una refriega. “No vimos nada, fíjese, acá todo está muy tranquilo.” “¿Balacera, dice?, ¿a poco aquí en Acapulco?” Que alguien pase las papas y la caguama. Tía, ya saque los taquitos. Amá, quiero refresco. Viejo, pásame un cigarro, mira qué bonitas las olas. Qué buenas viejas se vienen a pasiar acá, compadre.

Digo, para qué echar a perder la inconsecuencia de las vacaciones, tan sabroso que es tirarse en la arenita tibia a mirar nalgonas y forzudos. ¿Balaceras, dice?, n'ombre, eso es allá lejos, donde sea pero no aquí…