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Desencapucharnos
E

l incidente sería banal y ridículo si no fuera tan amenazante y peligroso. No podemos pasarlo por alto.

El 27 de marzo el titular “Desencapuchan al subcomandante Marcos” encabezó la primera plana de Reforma. Firmada por el equipo editorial, la nota mostró fotografías de rostros descubiertos, uno de los cuales sería el del subcomandante Marcos, acompañadas de información estratégica sobre el zapatismo que un supuesto desertor habría entregado al periódico.

La persona desencapuchada es Leuccio Rizzo, un ciudadano italiano conocido por diversas organizaciones chiapanecas, quien denunció ya la irresponsabilidad del periódico al usar calumniosamente su rostro. La nota misma es un engendro sin pies ni cabeza. A la grosera mentira que presenta a Leuccio como Marcos se agrega la mezcla de imágenes de hace más de 10 años con algunas recientes, la presentación de informaciones bien conocidas como si fueran novedad y la divulgación de datos equivocados que hasta un reportero principiante hubiera podido desenmascarar.

Reforma presume de sólida capacidad profesional. Pretende verificar con rigor cuanto publica. Esta nota demuestra lo contrario: parece de un pasquín mercenario de quinta. No sólo contiene distracciones garrafales, como la que confunde el País Vasco con ETA. Hay increíble desinformación, contradicciones flagrantes, datos enteramente obsoletos. Todo cae por su propio peso al desvanecerse la supuesta identificación del subcomandante Marcos del encabezado.

Pueden decirse muchas cosas de Reforma, pero no cabe atribuirle inocencia o ingenuidad. Con esta nota falsa y malévola ha contribuido con entusiasmo a una maniobra sucia, que forma parte de la campaña cada vez más intensa que realiza el gobierno contra los zapatistas, tanto en la forma activa de agresiones paramilitares y hostigamiento constante como en la indirecta de la desinformación continua –a la que se suma ahora un centenar de periódicos que en el mundo entero reprodujeron lo publicado por Reforma. Medios destacados, algunos de bien ganado prestigio, caen en el amarillismo irresponsable de este medio, ratificado en la indecente arrogancia con la que trató la aclaración de Leuccio Rizzo.

Estamos en el mismo nivel infame de la celada de Zedillo, el 9 de febrero de 1995, cuando organizó junto con los medios una campaña de exterminio de los zapatistas que la presión de la sociedad civil convirtió en su contrario: la Ley para el Diálogo, la Negociación y la Paz Digna en Chiapas. Esta ley protege aún al zapatismo, pero los tres niveles de gobierno la violan continuamente, junto con la Constitución, a medida que se extiende el estado de excepción no declarado que vivimos.

Se ha puesto de nuevo en circulación, en estos días, un video que responde puntualmente a las revelaciones de Reforma. El subcomandante anuncia ante la cámara que mostrará una fotografía suya sin pasamontañas y luego se lo quitará. Muestra en seguida un espejo –en el que nos vemos todos– y empieza a quitarse el pasamontañas. Cuando éste se levanta por completo aparece la cara de un niño y tras él, en rápida sucesión, personas de todos los colores, tamaños y sabores que se van quitando sus pasamontañas.

No se trata de algo nuevo: circula desde 2008 en youtube.com/watch? v=qRnoJt7PTDE. Pero es una respuesta eficaz a la campaña tendenciosa que pretende reducir el zapatismo a Marcos y revela su identidad –un nombre o una cara. Marcos nació el primero de enero de 1994 y así surgió la oportunidad de que lo fuéramos todos: de que pudiéramos cobijar bajo ese nombre nuestra dignidad y que hiciéramos de ella bandera de la transformación.

Primero fueron los indígenas, pero como yo no era indígena, no me importó; después fueron los campesinos, pero como yo no era campesino, tampoco me importó; luego fueron los obreros –mineros, electricistas, otros–, pero como yo no era obrero tampoco me importó; más tarde fueron los homosexuales, pero como yo no era homosexual, tampoco me importó; ahora vienen por mí, pero ya es demasiado tarde.

Uso conscientemente esta paráfrasis de unas frases de Niemöller que se han vuelto clásicas. No estamos ante la tradición fascista, contra la cual él las formuló en 1946, pero lo que tenemos enfrente puede ser peor. Personajes sin principios, en los medios y el gobierno, asocian sus judíos con clases enteras de personas que consideran inferiores. Quieren someter a todos por la fuerza de las armas y de los medios. Con el pretexto del narcotráfico militarizaron ya el país y preparan ahora a la opinión pública para la extensión final del estado de excepción.

Sólo haciéndonos Marcos podemos detenerlos, antes de que sea demasiado tarde.