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Realizan plantón frente a un cuartel militar en Nuevo Laredo

Familiares, amigos y vecinos de los niños asesinados claman por justicia
Corresponsales
Periódico La Jornada
Viernes 9 de abril de 2010, p. 9

Familiares, amigos y vecinos de los niños Bryan y Martín Almanza Salazar, de cinco y nueve años de edad, respectivamente, quienes fueron asesinados por soldados en un retén de Nuevo Laredo, Tamaulipas, realizaron un plantón frente al cuartel militar Macario Zamora en demanda de justicia y castigo a los responsables.

Encabezados por Cinthia Salazar Castillo, madre de los menores, los manifestantes expresaron con pancartas su repudio a los militares que la madrugada del pasado domingo dispararon contra dos familias que viajaban en una camioneta por la carretera Ribereña, rumbo a la playa de Matamoros.

Compañeros de escuela de Martín Almanza Salazar portaban carteles con leyendas en las que se leía: Por favor, no me disparen; soy un niño, Fuera soldados asesinos, Que se castigue a los responsables y Yo soy amigo de Martín y Bryan.

Frente al cuartel Macario Zamora, amigos y vecinos de la familia Almanza Salazar, residente de la colonia Los Colorines, desplegaron otra manta que decía: ¡Basta de violencia!

Joven acusa a soldados de detención ilegal y tortura

En Nayarit, Diego García Segura, de 30 años, presentó una denuncia ante la Procuraduría General de Justicia del Estado contra militares que lo detuvieron ilegalmente, lo amenazaron y lo torturaron.

El joven, oriundo de Guadalajara, Jalisco, y residente desde hace varios años en California, Estados Unidos, relató que llegó al poblado del Colomo, municipio de Bahía de Banderas, para vacacionar y visitar a una tía.

La tarde del 31 de marzo se encontraba en el crucero de Sayulita cuando un convoy militar llegó al lugar. De un vehículo bajaron 10 soldados encapuchados que lo interrogaron.

En el expediente 094/2010 quedó asentado que Diego García les respondió que esperaba el camión para ir a Bucerías, poblado ubicado a 10 kilómetros de distancia.

En ese momento, uno de los militares –que ocupaba el asiento del copiloto– lo llamó, le dijo que se acercara y que pusiera las manos sobre las redilas del vehículo. Le ordenó que sacara el dinero y la billetera con sus identificaciones.

Enseguida, uno de los jefes le preguntó varias veces que si se dedicaba a vender droga; él respondió que no.

Los soldados lo subieron al vehículo y se lo llevaron. En el trayecto le pisaron un tobillo, le taparon el rostro con una bolsa de manta y lo golpearon en las costillas. Además, le ordenaron que se quitara camisa y zapatos, y le metieron algo parecido a un alfiler en las uñas de pies y manos. Minutos después lo dejaron libre.