Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 11 de abril de 2010 Num: 788

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

El último cierre
FEBRONIO ZATARAIN

En los días soleados de invierno
SPIROS KATSIMIS

George Steiner: otra visita al castillo de Barba Azul
ANDREAS KURZ

René Magritte Presentación
MIGUEL ÁNGEL MUÑOZ

El paso de la realidad a la poesía y al misterio
JACQUES MEURIS

El Surrealismo y Magritte
GUILLERMO SOLANA

El surrealismo a pleno sol
RENÉ MAGRITTE

El terremoto de Chile: qué y cómo
LAURA GARCÍA

Un pensador errante
RAÚL OLVERA MIJARES entrevista con EDUARDO SUBIRATS

Columnas:
Prosa-ismos
ORLANDO ORTIZ

Paso a Retirarme
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Enrique López Aguilar
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Luz, más luz

Comenzaré la materia de esta reflexión con un largo excursus cuya finalidad es la de mostrar que algo hay de cierto en la idea wildeana de que “la Naturaleza imita al Arte”, con la desventaja de que los hechos invocados aquí no pertenecen tanto al orden natural, sino al político, y una de las peores y más ridículas de las políticas: la mexicana.

Paso a explicarme. Se dice que, pocos momentos antes de morir, Goethe, el Genio Óptico del siglo XVIII, profirió la expresión Licht, mehr Licht, es decir, “luz, más luz”. La frase corrió con tal suerte que se ha especulado si el autor de Fausto se refería a la necesidad de que la Luz de la Razón inundara el espíritu de los hombres, o a la certeza de que la luz física es la única que nos permite percibir el mundo o, sencillamente, a la mera solicitud de que se abrieran las cortinas de su recámara de moribundo para que ésta tuviera una mejor iluminación.

Ahora se sabe que la frase atribuida a Goethe no es suya sino, quizá, de su nuera, quien lo acompañó en la hora de la muerte. También se atribuye al “registro” de ella otra frase del autor de Weimar: “Ya llega la primavera y pronto podremos reponernos.” Cansinos Asséns y Emil Ludwig se hicieron eco de estas leyendas, pero otras biografías más serias, no. Al parecer, Goethe pasó inconsciente los últimos momentos de su vida y la apnea  no le permitía hablar. Es más probable que sólo haya dibujado algún signo en el aire con el dedo, pero no queda ninguna constancia cierta. Ottilie, la nuera, era como Anton Schindler –inventivo alumno de Beethoven, que luego escribió una biografía del compo sitor plagada de figuraciones–, o como Bettina Brentano –quien inventó un fantasioso encuentro entre Beethoven, Goethe y la corte austríaca en el balneario de Teplitz, en 1812–, de modo que lo que dice no merece mucha fe.

Quien sí se creyó lo de “luz, más luz” fue un amigo cercano de Franz Schubert, Franz von Schober: a partir de la frase atribuida a Gœthe compuso un poemita de cuatro estrofas que, luego, Liszt convirtió en cantata para estrenarla en Weimar para el centenario del nacimiento del escritor. Liszt era maestro de capilla en Weimar y, en 1854, estrenó allí  Alfonso y Estrella , de Schubert, ópera con libreto de, precisamente, Von Schober.

Entre la muy diversa obra biográfica y documental acerca de Goethe, es difícil encontrar mucha información sobre la frasecita de marras. Las principales biografías ni la mencionan, lo cual hace pensar que no se trata sino de una anécdota decimonónica que, quizá, ni siquiera deba achacarse a Ottilie, sino a la “devoción” de algún poeta románticamente almecochado como Ludwig Rellstab, quien fue el responsable de poner títulos apócrifos en obras de Beethoven y Schubert, que no los tenían, con tal de vender las partituras: es el caso de los “cantos del cisne”, los “claros de luna”, las appassionatas y demás edulcoraciones comerciales.

Los incidentes de la frase goethiana aquí ponderados son de una complejidad abigarrada cuando se comparan con la simpleza inocua con la que el gobierno espurio de Felipillo y sus secuaces pretende convencernos de que la desaparición de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro era necesaria porque el servicio era malo (tanto, en todo caso, como el de la Comisión Federal de Electricidad). Ambas empresas eran gubernamentales, pero la primera contaba con un sindicato “conflictivo” para los intereses patronales del panismo, de manera que la jugada es clara: desaparecer una empresa de interés público y una dependencia gubernamental para liquidar un sindicato, decisión en la que no importan los clientes del servicio (vale decir, los ciudadanos), ni los trabajadores de la empresa. Los acuerdos son cupulares, como los que permitieron la anexión de Checoslovaquia a la Alemania nazi después del apretón de manos entre Hitler, Chamberlain y Daladier. El pueblo, a saludar con la mano derecha levantada: las medias verdades y las numerosas mentiras ahí están, pero las protestas se castigan con represión, como en los tiempos inquisitoriales: “A callar, a callar,/ que aquí pegan por hablar”.

No a la manera apócrifamente goethiana, sino en la más pragmática ante la ineficiencia del gobierno federal y de la Comisión Federal de Electricidad, todos podemos decir: “luz, más luz”. No sólo por exigir la mejoría de un servicio y la reinstalación de los trabajadores despedidos a sus plazas laborales, sino porque es necesario que la Luz regrese a México, hoy Faro de Oscuridad.