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El tenor Ramón Vargas volvió al país para ofrecer al público una fiesta musical inolvidable

Reapertura magistral de la Sala de Conciertos Nezahualcóyotl

Piezas de Beethoven, Franceso Cilea, Salvatore Cardillo y María Grever, así como una obra compuesta ex profeso para la ocasión, contribuyeron a la efervescencia emotiva del rencuentro

 
Periódico La Jornada
Lunes 12 de abril de 2010, p. a10

Aclamado como héroe, el tenor Ramón Vargas volvió a su patria para engalanar el retorno a la vida de conciertos de la Sala Nezahualcóyotl, luego de cuatro meses de remodelación que para el público, que abarrotó el flamante butaquerío, pareció una eternidad. Con la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México (OFUNAM), el cantante mexicano ofició una fiesta musical inolvidable. Un hito en la historia de la cultura mexicana.

Desde una hora antes de iniciar el concierto, ese ritual íntimo y al mismo tiempo multitudinario de una sesión musical, ya era nuevamente protocolo cotidiano: cómo se van llenando las butacas, cómo ese rumor expectante, anhelante, del público se troca ahora, que es la noche del sábado 10 de abril de 2010, en una fecha histórica: una reapertura que vuelve fresca la fecha 30 de diciembre de 1976, cuando en medio de otra multitud privilegiada presenciamos el primer concierto en la historia de la mejor sala de conciertos de América Latina.

Aquella noche escuchamos música mexicana, vocal –con la excelsa soprano mexicana Irma González– y de Beethoven, además de una partitura escrita ex profeso para la ocasión. Ahora, 33 años después, el programa reúne dosis semejantes. La Dirección General de Música de la UNAM encargó a Horacio Uribe Canto a Nezahualcóyotl, que tuvo su estreno mundial la noche del sábado.

Partitura propiciatoria, La consagración de la casa, de Beethoven, comenzó la fiesta de retorno al hogar. Hermosa fiesta con música, Ludvig van Fiestoven, obertura idónea para la primera de las siete piezas que cantó Ramón Vargas y así consagrarse, nuevamente, como uno de los mejores cantantes de la historia en México. Si tomamos en cuenta la fina afición, la degustación que practica este tenor del futbol de calidad, veremos la confluencia que ocurrió el sábado, cuya gloria perteneció a dos héroes: el divino Messi y el maestro Vargas.

Impresionante, sencillamente magistral estuvo Ramón Vargas en ese concierto de gala reinaugural de la Sala Nezahualcóyotl. En especial el aria de La arlesiana, de Francesco Cilea, en cuyo final colocó el tenor una nota en la estratosfera e hizo retumbar la sala entera, poseída por su voz tan poderosa y sutil, tan potente como intensa. Al terminar cada una de sus intervenciones, el público lo aclamó como a pocas personas se rinde tributo en México. Un artista extraordinario que reivindica, además, la dignidad de ser persona.

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Sobre estas líneas, el tenor (izquierda) acompañado por Alun Francis, director de la OFUNAMFoto Barry Domínguez

Puntuales convergencias

Otra confluencia de esa noche tan bella: dos de las obras que interpretó Ramón Vargas: Core ’ngrato, de Salvatore Cardillo, y Júrame, de María Grever, pertenecen al repertorio del tenor Carlos Montemayor (1947-2010), quien profesó especial cariño por estas obras y las dejó documentadas en su discografía.

Junto a la efervescencia emotiva por la reapertura de la Sala Nezahualcóyotl, el tema fundamental ahora es su acústica. ¿Cómo suena ahora? ¿Hubo afectación? No la hubo. Lo que es un hecho, por lo pronto, es que suena diferente: en lugar del sonido natural que había logrado en 33 años de afinación, ahora el sonido es muy brillante. Hay ahora una reverberación extraña. El sonido seco, chillón cuando soplan los metales, regurgitante en los graves. Recuperar su afinación tomará bastante tiempo, lo cual es un proceso natural.

Cambiar el piso completo del escenario, que es nada menos que la tapa de la cámara acústica (una suerte de alberca sonora bajo los pies de los músicos), suplir los espejos acústicos de madera en los asientos, pero sobre todo aplicar una capa de barniz implica cambio inevitable.

Conveniente coincidencia

Nueva confluencia: hace pocos meses, La Jornada publicó en estas mismas páginas la noticia de que científicos hallaron el misterio del sonido tan peculiar de los violines Stradivarius: ¡el barniz!, la combinación química ten específica, sus materias primas naturales tan exquisitas, coronaron, de acuerdo con el hallazgo de los hombres de ciencia, esa armonía laudera.

La Sala Nezahualcóyotl, hogar de muchas almas, cuna de varias generaciones que nos hemos formado ahí, es un instrumento musical. Así como un chelista afina su hermoso instrumento luego de un tiempo sin sonar, así la Sala Nezahualcóyotl emprende ahora un proceso de reafinación, cuyo inicio fue una bella apoteosis, la noche inolvidable del sábado 10 de abril de 2010 en medio de la lava volcánica y bajo un cielo fresco y esperanzador.

Feliz retorno a casa con el orgullo de ser universitario. Así se vivió la reinauguración de la Sala Nezahualcóyotl, uno de los tesoros de la cultura mexicana.